Un gigantesco iceberg de unos 1.270 kilómetros cuadrados se está desprendiendo de la Antártida. El tamaño aproximado es el de la zona metropolitana de Londres, capital de Inglaterra. Este suceso se presenta casi diez años después de que los científicos detectaran las primeras grietas en el hielo, reseñó la agencia FE Verde.
El enorme bloque de hielo se separó del resto del casquete en la madrugada del viernes 25 de marzo. Su ubicación es a menos de 20 kilómetros de la estación británica Halley VI. Además, allí trabajan 12 científicos que fueron evacuados con anticipación a mediados de febrero.
La directora del centro de investigación polar British Antarctic Survey (BAS), Jane Francis, emitió un comunicado. “Nuestros equipos llevan años preparándose para que un iceberg se desprenda de la plataforma de hielo de Brunt”, dice parte del texto.
De acuerdo con EFE Verde, se trata del tercer gran abismo formado en la última década en la plataforma Brunt. Hablamos de la protuberancia flotante de glaciares que han fluido de la tierra hacia el mar de Weddell, al sur del Atlántico.
Para la científica, solamente hay dos opciones a partir de ahora. “La primera es que el iceberg se aleje. Y la segunda que finalmente encalle y se quede cerca de la plataforma de hielo del Brunt”, aseveró.
Vigilancia constante sobre el iceberg
De momento, el equipo vigila la falla con “una red automatizada de instrumentos GPS de alta precisión alrededor de la estación”. Luego, todos los datos son enviados a la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, de acuerdo con el BAS.
“Nuestro trabajo ahora es vigilar de cerca la situación. Igualmente, debemos evaluar cualquier impacto potencial de este desprendimiento en la plataforma de hielo restante”. Así lo afirmó el director de operaciones del BAS, Simon Garrod.
Aunque este icerberg tiene un tamaño considerable, no alcanza al A-68A, que se desprendió en julio de 2017 de la plataforma de hielo Larsen C, en el lado occidental del mar de Weddell, recordó EFE Verde.
El A-68A, cuya trayectoria podría llevarle a aguas del Atlántico Sur, se ha roto en diversos pedazos. Asimismo, se derrite a una tasa media de 2,5 centímetros diarios. Por ello, su forma es siempre cambiante y tiene que ser monitorizado constantemente.