El capitán ya ha dado la orden: “Poner rumbo a los mares del fin del mundo”.
El Rainbow Warrior, el más icónico de los barcos de Greenpeace se encuentra navegando en estos momentos por el océano Pacífico rumbo a Chile.
La decisión de visitar nuestro país ha sido tomada como una potente señal de compromiso por parte de Greenpeace con la campaña mundial “Defendamos los mares del fin del mundo”, la cual fue anunciada la semana pasada y que busca la protección de las aguas de la zona de Magallanes del avance de la salmonicultura.
“La llegada del Rainbow Warrior deja en evidencia que los mares australes chilenos son de una relevancia enorme para el planeta. De hecho, el 36% de la biodiversidad de mamíferos marinos del mundo están en los mares del fin del mundo y por eso es que hemos decidido navegar hacia esas aguas maravillosas que son, además, el hogar del delfín chileno”, dice desde altamar el capitán español Pep Barbal.
El barco de Greenpeace es tan icónico como especial. Primero, porque sus 18 tripulantes provienen de 14 distintos países, muestra de un trabajo multicultural. Uno de ellos es el chileno Andrés Altamirano.
“Es un privilegio poder formar parte de la tripulación del Rainbow Warrior. Como chileno he podido explicar a la tripulación la importancia de lo que sucede en nuestros mares australes y están muy entusiasmados con la posibilidad de contribuir a esta campaña mundial que se centra en la protección de los mares del fin del mundo ante el avance de la salmonicultura. Invito a la gente a ingresar a la página www.greenpeace.cl y sumarse a la protección de nuestro mares australes”, explica Altamirano desde el velero.
El Rainbow Warrior es único en su concepción, ya que se trata de la primera embarcación de la organización internacional que fue diseñada desde cero bajo estrictas especificaciones y estándares medioambientales.
En este sentido, el barco fue construido principalmente para que en su navegación utilice energía eólica en lugar de combustibles fósiles, con la opción de que, en condiciones climáticas adversas o falta de viento, pueda ser impulsado por un motor propulsión diesel-eléctrica.
Y hay otras características. Por ejemplo, la forma del casco fue diseñada para maximizar la eficiencia energética, cuenta con un mástil y velas con armazón en forma de A (lo que permite optimizar la navegación), puede realizar el tratamiento biológico de aguas residuales, tiene una central de ventilación, un sistema de llenado de combustible y aceites para evitar derrames y su pintura no contamina.
Junto a ello, el velero cuenta con un completo equipamiento en equipos de seguridad y herramientas de acción e investigación, como cuatro embarcaciones inflables, instalaciones para el aterrizaje de un helicóptero y una plataforma de comunicación con la última tecnología.
Pese a ser un velero, el Rainbow Warrior es tan rápido como muchos buques industriales, con botes de acción que se pueden desplegar en minutos, incluso en olas de hasta 3,5 metros de altura. Su pista de aterrizaje de helicóptero, además, significa que puede ampliar su área de acción al aire, lo que permite detectar, por ejemplo, operaciones de pesca ilegal.
Relevante es que la embarcación puede llevar equipo especializado de hasta ocho toneladas de peso y que el velero está diseñado para que los científicos puedan trabajar a bordo. Al apoyar la investigación científica, el Rainbow Warrior contribuya a que se entienda y conozca mejor y de manera oportuna lo que está sucediendo en los ecosistemas del planeta.
El Rainbow Warrior fue diseñado por la empresa holandesa de arquitectura naval Dijkstra and Partners y construido por el astillero alemán Fassmer. Entró al agua por primera vez en julio de 2011 y fue bautizado el 14 de octubre de 2011 en Bremen, Alemania, con motivo de la celebración de los 40 años de Greenpeace.
Toda la financiación para la construcción del buque provino de donaciones de sus socios en el mundo, ya que Greenpeace no solicita ni acepta fondos provenientes de empresas ni partidos políticos.