Por Jaime Sáez Quiroz y Álvaro Inostroza González
«El cambio climático está aquí. Es aterrador, pero es solo el comienzo», fue lo que comentó el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Gueterres, en julio del año 2023, advirtiendo sobre el estado de la crisis climática y reveló que pasamos del calentamiento global a una etapa conocida como era de ebullición global.
En la zona central de nuestro país, hemos vivido inundaciones y aumento de cauces de ríos que no se veían hace más de 100 años y como si eso fuese poco, el académico Patricio González del Centro de Investigación y Transferencia en Riego y Agroclimatología (CITRA) de la Universidad de Talca, pronostica veranos más extensos, y proyecta máximas de 39 y 42° C en el corredor cálido que se extiende por Talca, Cauquenes, Chillán y Los Ángeles. Esto generará un impacto en la producción agrícola del país, la que ya se encuentra afectada por la mega sequía que se ha extendido por más de 17 años.
Las zonas centro norte de nuestro país, llevan años sufriendo esta mega sequía y el desierto año tras año, va ganando más terreno, provocando problemas graves a las comunidades que viven en esas zonas, con situaciones cotidianas dramáticas, como no poder ducharse o ni siquiera limpiarse, porque el agua es muy escasa.
Ante este escenario actual y futuro, el Estado de nuestro país si bien ha dado pasos importantes, y actualmente se encuentra en la posición n°28 de los países mejor preparados para la ebullición global, según un índice elaborado por la Universidad de Notre Dame, Estados Unidos, que permite visualizar cuáles países se encuentran mejor y peor posicionados, aún falta mucho por hacer.
Lo primero es asimilar que los problemas sociales van a ir cada vez más de la mano de los problemas ecológicos, pues son estos los que han provocado la ebullición global, y son generalmente las personas con más necesidades económicas las que más lo sufren, pues sus hogares no están preparados, el acceso a agua en muchos sectores es escaso o nulo y el alza en el costo de la alimentación los golpea más fuerte, pues el porcentaje de su sueldo destinado a este ítems es más alto que en los sectores de más altos ingresos.
Ante ese escenario, se hace imperioso que orientemos las políticas públicas a un Estado Ecosocial, que trabaje por la protección del medio ambiente, para tratar de minimizar los efectos que ya son inevitables y que pueda realizar acciones que minimicen los efectos sociales que se derivan de las inundaciones, sequías y altas temperaturas que no serán hechos aislados, si no el mundo que nos tocará vivir, porque no se actuó con fuerza para evitarlo cuando se pudo. Por eso la invitación para cada uno de nosotros, es que no repitamos el mismo error y actuemos en consecuencia.
Jaime Sáez Quiroz, Diputado
Álvaro Inostroza González Magíster en Data Science, Investigador Independiente