Documentos publicados por el Comité Ballenero Internacional (CBI) esta semana, revelan que Japón sacrificó 333 ballenas en aguas antárticas durante la temporada austral 2017/18, aparentemente, todo en nombre de la «investigación científica». De ellos, más de 120 estaban embarazadas.
Japón dice que debe continuar esta práctica para comprender «la estructura y dinámica del ecosistema marino antártico». En lugar de cazar, lo llaman «muestreo biológico» y mantienen que es esencial matar a las ballenas para estimar su edad, lo que hacen al examinar el tamaño de los tapones de cerumen del animal. También dicen que necesitan ver el contenido del estómago de la ballena para estimar el consumo de presas, así como su grosor de grasa, circunferencia y peso graso para estimar la salud de la muestra.
Para dejarlo claro, científicamente no hay necesidad de continuar la práctica de la caza de ballenas. Los muestreos de ADN, el monitoreo remoto y el avistamiento son métodos efectivos y relativamente poco intrusivos que permiten monitorear el comportamiento de las ballenas y las tendencias de la población. En cambio, la excusa de la «investigación científica» generalmente es utilizada por algunos países para eludir las regulaciones sobre la caza de ballenas, introducida en 1946 para limitar la caza de subsistencia comercial y aborigen.
Da la casualidad de que Japón también permite la venta de carne de ballena en mercados y restaurantes.
Los documentos muestran que, en total, fueron atacadas 344 ballenas minke antárticas y, de ellas, 333 fueron asesinadas durante la última temporada. Más de dos tercios de los sujetos fueron hembras embarazadas. También se cazaron otras 114 ballenas inmaduras (61 machos y 53 hembras).
Las ballenas minke antárticas son una especie estrechamente relacionada pero diferente a la ballena minke común y solo se encuentran en el hemisferio sur. No tienen una categoría en la Lista Roja de la UICN porque no hay datos suficientes para calcular su población.
No han sido escasas las críticas contra la insistencia japonesa de cazar ballenas a esta escala.
«Es una demostración más, si es necesario, de la naturaleza verdaderamente espantosa e innecesaria de las operaciones de caza de ballenas, especialmente cuando los sondeos no letales han demostrado ser suficientes para las necesidades científicas», dijo Alexia Wellbelove, gerente senior del programa Humane Society International, como informó el medio Sunday Morning Herald. La investigadora agrega que las ballenas ya enfrentan riesgos relacionados con la contaminación marina y la captura fortuita de la pesca comercial.
Pero vale la pena señalar que Japón no es el único país que practica la caza de ballenas, tampoco el único que utiliza la excusa de la «investigación científica». Noruega e Islandia continúan cazándolas abiertamente por motivos comerciales, ignorando la convención internacional. Este año, Noruega elevó su cuota anual de caza de ballenas a 1.278 ballenas minke comunes.
Y a pesar de que Japón cada vez come menos carne de ballena, las autoridades ya han puesto sus ojos en la reintroducción de la caza comercial. El Sunday Morning Herald informa que apuntan a cazar unas 4.000 ballenas en los próximos 12 años.
Fuente: IFLScience