Aunque la carne los cetáceos supuso una fuente de proteínas fundamental en los primeros años de la posguerra, la mayoría de los japoneses aseguran que ya casi no la consumen o solo en contadas ocasiones
Japón reanuda este lunes la caza comercial de ballenas en medio de las críticas de países que se oponen a esa práctica y de grupos defensores del medio ambiente, después de que el país se retirara de la Comisión Ballenera Internacional (IWC, por sus siglas en inglés), destacó la agencia de noticias Xinhua.
Ésta es la primera vez que Japón se retira de la IWC en su historia de posguerra. Japón ha cabildeado durante 30 años para la reanudación de la caza comercial de ballenas.
En septiembre pasado, la reunión anual del IWC rechazó la propuesta de Japón de reanudar la caza comercial de ballenas. El gobierno japonés había amenazado con retirarse de la organización internacional.
Japón anunció su intención de retirarse en diciembre pasado, bajo el argumento de que ya no era posible reanudar la caza comercial de ballenas bajo las reglas de la IWC.
Varios buques balleneros zarpan este lunes de la ciudad portuaria occidental de Shimonoseki, en la prefectura de Yamaguchi, para empezar la caza de ballenas en el Pacífico.
En la ciudad norteña de Kushiro, en la prefectura de Hokkaido, cinco embarcaciones planean partir para cazar ballenas en las aguas cercanas.
Japón dijo que llevará a cabo la caza comercial de ballenas sólo en sus aguas territoriales y zonas económicas exclusivas, para capturar ballenas Minke y otras especies que tienen grandes números suficientes, dentro de las cuotas establecidas a través del método adoptado por la IWC.
Activistas en defensa del medio ambiente están criticando la reanudación en vista de la conservación de recursos y de la protección de animales.
Japón reinicia la caza comercial de ballenas en sus aguas territoriales, después de tres décadas de suspendida esa práctica, señaló otro nota de Prensa Latina.
La Agencia Pesquera nipona anunció que desde este lunes y hasta el fin de año sus embarcaciones capturarán 227 cetáceos con fines comerciales, en lo que representa el regreso a esa práctica detenida en el país desde 1982.
En diciembre pasado, el Gobierno japonés abandonó oficialmente la Comisión Ballenera Internacional para emprender nuevamente la pesca de esas especies y zanjar la moratoria que aplicó durante tres décadas.
Con esa decisión, los barcos del país asiático no podrán cazar ballenas en la Antártida como lo venían haciendo hasta la fecha con fines científicos y tendrán que concentrarse en torno a las aguas de Japón y su zona económica exclusiva.
Según la entidad pesquera de la nación asiática, los ejemplares que capturará su flota serán 52 de la especie Minke, 150 de rorcual Bryde y 25 de rorcual común, “garantizando la sustentabilidad de esos cetáceos”.
Organizaciones ecologistas y de protección de animales criticaron esta medida del archipiélago e incluso afirman que la actividad ballenera que Japón desarrolló en los últimos años con “supuestos fines científicos”, se trataba de pesca comercial encubierta.
De acuerdo con los grupos ambientalistas y detractores de la práctica nipona, existen métodos no letales para llevar a cabo experimentos.
Tokio firmó la moratoria total de caza de esos animales con fines comerciales establecida en 1986 para tratar de conservar la especie, pero por años se sirvió de un fallo del texto que autoriza programas de capturas para estudios.
Aunque la carne de ballena supuso una fuente de proteínas fundamental en los primeros años de la posguerra, la mayoría de los japoneses aseguran que ya casi no la consumen o solo en contadas ocasiones.
Noruega e Islandia son los dos únicos países que siguen con la captura de ballenas sin atender a los acuerdos internacionales de protección de estos animales, con el argumento de derechos históricos y culturales.