El río Loa está amenazado de muerte. El río más largo de Chile, que recorre 440 kilómetros del desierto de Atacama, para mucho el más árido del mundo, se está secando. Sobre esta historia posó su ojo el fotógrafo Tomás Munita, quien recorrió el río desde que nace en la Cordillera de los Andes hasta desembocar en el mar unos kilómetros al norte de Tocopilla, para retratar sus silenciosos paisajes, la vida de los pueblos aymaras que habitan en su cuenca, sus tradiciones y fiestas, las abandonadas salitreras en su alrededor y, también, las mineras que arrebatan el agua a este frágil ecosistema.
“Como fotoperiodista siento que debo buscar aquellas historias que no han sido contadas. La muerte del río Loa no solo es una de ellas, es también simbólica. En un contexto en que la minería florece en todos nuestros valles, utilizando las aguas y asegurando responsabilidad en sus prácticas el caso del río Loa nos deja claro que la realidad es otra. El río ha sido contaminado con metales pesados y desecado y nadie se ha hecho responsable. Creo que el caso del Loa es un ejemplo que debe ser difundido”- sostiene Tomás Munita respecto de este trabajo.
Su recorrido quedó plasmado en el libro de fotografías Cosecha Perdida, editado por Lom. Imágenes del salar de Carcote, ceremonias en San Pedro de Atacama, el pastoreo de cabras en Caspana o la limpia de canales en Toconce integran la obra.
Munita nos cuenta que para quienes habitan en los alrededores del río Loa “la limpia de canales es un ritual profundamente simbólico, en el que todos los hombres y mujeres unen fuerzas para limpiar los canales de regadío y hacer un pago a la tierra, un ruego por la fertilidad”.
“Hoy, cuando la gran mayoría de los campesinos han abandonado sus tierras para dedicarse a otras actividades mas lucrativas en las ciudades, la limpia de canales es una de las pocas instancias en las que la comunidad entera se reúne entorno al agua y la tierra para practicar sus costumbres ancestrales. Es dramático ver los hombres realizando esta ceremonia rodeados de terrazas de cultivo abandonadas”- destaca el fotógrafo.
DE POTOSÍ A KABUL
Munita a los 17 años se compró su primera cámara y aprendió a revelar en el laboratorio del colegio. Siempre se interesó por libros y revistas de fotografía que estaban en su casa. La vocación lo llevó a estudiar la carrera en el Instituto Profesional Arcos, época en que aprovechó para viajar por Chile, Perú, Ecuador y Bolivia.
Tomaba y tomaba fotos en esos recorridos, en los que aprendió a entenderse con otras culturas. Así surgió el tema para su tesis: la ciudad de Potosí con todo su pasado minero.
Han pasado los años y Munita aún se estremece ante esas imágenes de pueblos remotos y costumbres ancestrales. Así le pasó en Caspana, un oasis en el desierto, descrita por el fotógrafo como “la única comunidad en toda la cuenca del Loa que ha sabido proteger su valle y su agua. Se mantiene intacto, productivo, rico en vida y en cultura. Es casi un milagro que ese lugar se mantenga así, espero lo sepamos conservar a futuro, una verdadera joya”.
De Latinoamérica Munita se lanzó al mundo. Ha recorrido tomando fotos Kabul y Kandahar en Afganistán, Kashmir en Pakistán y Varanasi en la India. También acompañó a los nómades del Himalaya. Uno de sus últimos trabajos fue en la Isla del Guano en Perú.
Su trayectoria ha recibido varios premios. Dos de sus fotos fueron premiados por la World Press Photo del 2008, el Leica Oskar Barnack, el reconocimiento al Fotógrafo Joven del año, entregado por el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York (ICP), entre varios otros. Hoy recorre el mundo trabajando para agencias de fotografía y sus obras aparecen en medios como New York Time, la revista GEO o el Herald Tribune.
Consultado sobre la relación entre la fotografía y los viajes, la respuesta de Munita es simple. En su oficio “por lo general cada vez que tengo que fotografiar tengo que viajar”.
Mauricio Becerra R.
@kalidoscop
El Ciudadano
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