Los campesinos pueden duplicar la producción alimentaria en los próximos 10 años en regiones críticas mediante el uso de métodos ecológicos, según demuestra el último informe de la ONU.
Dicho informe, basado en una exhaustiva revisión de la literatura científica más reciente, aboga por una transición fundamental hacia la agroecología como medio para incrementar la producción alimentaria y mejorar la situación de los más pobres.
“Para poder alimentar a nueve mil millones de personas en 2050 necesitamos urgentemente adoptar las técnicas agrícolas más eficientes conocidas hasta el momento. Los estudios científicos más recientes demuestran en este sentido que, allí donde reina el hambre, especialmente en las zonas más desfavorecidas, los métodos agroecológicos son mucho más eficaces a la hora de estimular la producción alimentaria que los fertilizantes químicos” afirma Olivier De Schutter, Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación y autor del informe.
La agroecología consiste en aplicar la ecología al diseño de los sistemas agrícolas, de modo que se pueda poner así fin a las crisis alimentarias, se afronten los retos que presentan el hambre y el cambio climático, se mejore la productividad de la tierra y se protejan las cosechas contra las pestes gracias a un análisis del entorno natural y al estudio de árboles, plantas, animales e insectos beneficiosos.
MEJOR RENDIMIENTO Y RESILENCIA
“Hasta la fecha, los proyectos agroecológicos han mostrado un rendimiento medio de las cosechas del 80% en 57 países en desarrollo, lo que significa un aumento del 116% de media en todos los proyectos desarrollados en África– explica De Schutter-. Los proyectos más recientes llevados a cabo en 20 países africanos han demostrado que puede duplicarse el rendimiento de las cosechas en un período de 3 a 10 años.”
“La agricultura convencional acelera el cambio climático, no es resiliente a los choques climáticos y exige insumos que resultan caros. Simplemente ya no resulta la mejor opción en el contexto actual –agrega De Schutter-. Un amplio sector de la comunidad científica reconoce ahora los efectos positivos de la agroecología en la producción alimentaria, en la reducción de la pobreza y en la mitigación del cambio climático, y esto es precisamente lo que se necesita en un mundo como el nuestro donde los recursos son limitados. Incluso Malawi, un país que puso en marcha hace unos años una extensa campaña de subvenciones de fertilizantes químicos, se ha pasado también a la agroecología. Esta nueva iniciativa beneficia ahora a más de 1,3 millones de personas en la más extrema pobreza y el rendimiento de las cosechas de maíz ha aumentado ya de 1 t/ha a 2-3 t/ha.”
El informe también destaca que los proyectos en Indonesia, Vietnam y Bangladesh han registrado una reducción de hasta el 92 % en el uso de insecticidas sobre el arroz, lo que supone un ahorro considerable para los campesinos más pobres. “El conocimiento ha sustituido a los pesticidas y fertilizantes. El éxito está asegurado y se pueden encontrar innumerables historias similares en otros países de África, Asia y América Latina”- añade De Schutter.
“Este método también está ganando terreno en países desarrollados como Estados Unidos, Alemania o Francia -comenta el Relator-, sin embargo, la agroecología no cuenta con la suficiente ambición ni apoyo públicos, a pesar del impresionante potencial que representa en la realización plena del derecho a la alimentación, y por consecuencia, muy pocas veces supera el mero estadio experimental”.
FORTALECER ORGANIZACIONES SOCIALES
Este informe identifica doce medidas que los Estados deben poner en práctica para extender las prácticas agroecológicas. “La agroecología es un enfoque basado mayoritariamente en el conocimiento. Necesita políticas públicas que respalden la investigación en agricultura y los servicios de extensión participativos” – afirma De Schutter.
Para ello “los Estados y los donantes desempeñan aquí un papel fundamental. Las empresas privadas no invertirán tiempo y dinero en prácticas que no puedan proteger con patentes y que no supongan una apertura de los mercados hacia nuevos productos químicos o semillas mejoradas” -sostiene.
El Relator Especial sobre el derecho a la alimentación exhorta a los Estados a que apoyen a las organizaciones campesinas, las cuales han demostrado una gran habilidad a la hora de difundir las mejores prácticas agroecológicas entre sus miembros.
“El fortalecimiento de las organizaciones sociales ha demostrado ser tan potente como la distribución de fertilizantes. Los pequeños campesinos y los científicos pueden crear prácticas verdaderamente innovadoras cuando trabajan codo con codo -explica De Schutter-. No resolveremos el hambre ni pararemos el cambio climático con la agricultura industrial de las grandes plantaciones. La solución reside en apoyar el conocimiento y la experimentación de los agricultores y campesinos y en el aumento de los ingresos de los pequeños propietarios para contribuir así también al desarrollo rural”.
“Si las principales partes implicadas respaldan las medidas identificadas en el presente informe, asistiremos a una duplicación de la producción alimentaria en los próximos 5 a 10 años en algunas regiones donde reina el hambre”- advierte el investigador, quien concluye que “el éxito o fracaso de esta transición dependerá de nuestra habilidad para integrar rápidamente las innovaciones más recientes. Tenemos que avanzar rápido si queremos evitar que se repitan los desastres climáticos y alimentarios en el siglo XXI.”
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