Además de ser los animales más grandes de la tierra, las ballenas azules tienen otra habilidad que las hace resaltar entre las otras especies marinas.
Estas criaturas confían más en su extraordinaria memoria para cazar a sus presas que en las señales ambientales oceánicas, reveló un estudio que publicó esta semana la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los investigadores de la Oficina Nacional de Océanos y Atmósfera (NOAA, en inglés) de Estados Unidos explicaron que las ballenas azules que migran por el Océano Pacífico usan su «excepcional memoria para encontrar los lugares históricamente productivos, estables y de alta calidad” de producción de kril (crustáceos)», reseñó EFE.
La autora principal de la investigación, Briana Abrahms, explicó que «estos animales altamente inteligentes y longevos están tomando decisiones de movimiento en función de sus expectativas de dónde y cuándo estarán disponibles los alimentos durante sus migraciones».
Aclaró que este comportamiento no es inusual para los animales terrestres, pero ha sido más difícil de identificar en las criaturas marinas.
La pregunta que se hacen los analistas y que puede ser el punto de partida para otras investigaciones es qué pasará si las condiciones climáticas hacen que los alimentos se desvíen de los lugares habituales donde ya las ballenas azules saben encontrarlos.
Una especie avanzada
Los investigadores del estudio indicaron que hay muchas cosas que no se saben acerca de esta especie, pero «es evidente que tienen una gran fidelidad a ciertos sitios a lo largo de la costa oeste de Estados Unidos, que utilizan año tras año».
Para llegar a estas conclusiones, evaluaron los movimientos diarios de 60 ballenas en el ecosistema de California utilizando datos de 10 años. Después los compararon con las mediciones por satélite de la productividad del océano, refirió EFE.
“Creemos que las ballenas azules han evolucionado para utilizar las rutas de migración históricas y el tiempo que las coloca cerca de las áreas de alimentación de producción y luego realizan ajustes menores según las condiciones locales“, concluyó Daniel Palacios, del Instituto Marino del estado de Oregón y coautor del estudio.
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