Churchill, en los bancos de la bahía Hudson, en Canadá, se conoce como la capital mundial de los osos polares. Cientos de osos de reúnen en ese lugar cada año, antes de que el mar se congele en octubre y noviembre, que es cuando pueden empezar a cazar focas apoyados en las capas de hielo (fundamentales para su supervivencia).
Hace 12 años, en la misma época, Churchill era blanca, las temperaturas eran de -20°C y los osos estaban ahí, buscando su alimento. Pero este año, a mediados de noviembre, el panorama era muy diferente: no había nieve o hielo marino, la tierra estaba verde o marrón, las temperaturas eran de 2°C y los osos polares vagaban por la región, esperando que se formara el hielo, cuenta el fotógrafo y escritor Lars Ostenfeld en The Guardian. Era casi invierno en el polo norte, pero parecía verano.
Esta es la colonia más al sur de osos polares en el mundo, y en el pasado había alrededor de 1.000 viviendo y alimentándose en la región. Pero los estudios han mostrado que en los últimos 20 años, la temperatura de la superficie de la bahía Hudson se ha calentado unos 3°C.
Esto tuvo un enorme efecto en el oso polar. La población occidental de la bahía Hudson ha declinado en más de un 20% en tres décadas, y la tendencia es igual en todos los lugares en que habita esta especie. Los nuevos análisis de datos del mar de Beaufort en el noroeste de Canadá y en Alaska, sugieren que incluso la disminución de la población es incluso más grande.
Los 20 osos que Ostenfeld vio en los 10 días que estuvo en la bahía Hudson, parecían estar flacos, cansados y hambrientos, y se veían más agresivos.
Cuenta el escritor que había una madre con su cachorro, quien parecía muy estresada por la certeza de que el pequeño no sobreviviría por mucho tiempo más, y que los días de los osos en esta región parecían haber terminado. El retraso en la formación del hielo marino ha producido una reducción de las oportunidades de caza, por lo que los osos han perdido su estatura y los nacimientos han disminuido.
Cada año, explicó York, los osos pasan un día más en la tierra y un día menos en el hielo. Esto no suena tan grave para nosotros, pero para los osos es un día menos de alimentación en un período de treinta años, lo que suma un mes de carencia, afectando el desarrollo de la población y su permanencia.
El hielo adelgaza, derritiéndose cada vez más temprano y formándose cada vez más tarde, y los nuevos estudios sugieren que los osos polares sólo pueden sobrevivir por unos 180 días en la orilla.
El oso polar es un icono del cambio climático. Lo que está ocurriendo cerca de Churchill es un signo claro de que el cambio está tomando lugar ahora, escribe Ostenfeld, y cuenta que para cuando había vuelto a Europa, el hielo ya se había formado, pero con un mes de retraso.
El problema de los osos polares es muy ilustrativo de lo que está pasando con el cambio climático en la realidad. Ellos son una muestra de que las especies no están preparadas para adaptarse a cambios tan rápidos, en un hábitat que ha dejado de ser tan amable para sobrevivir con éxito. Los osos son sólo una especie que podría sucumbir; hay muchas más, y una de ellas somos los humanos.
Fuente, The Guardian
El Ciudadano