Las voces del saber popular relatan que el florecimiento de la quila es presagio de malestares, de tiempos difíciles y hambrunas, de plagas que proliferan y catástrofes que arremeten. Este ciclo natural, se extrapola a la actual realidad social de los habitantes del territorio del Llaima, quienes con ojos descontentos avizoran el andamiaje extractivista que está buscando emplazarse en la zona de Melipeuco, delineando una nueva geopolítica territorial.
Desde inicios del siglo pasado, la colonización de las tierras Mapuche del Llaima implicó no solo la ocupación militar a través del emplazamiento del “Fuerte Llaima” sino que también la apropiación territorial motivada por la explotación maderera, otorgándosele a particulares y empresas privadas grandes concesiones de tierra tal como fue el caso de la sociedad colonizadora Silva Rivas. Durante los años de negocios madereros, llegaron al territorio los primeros colonos, mercenarios y especuladores de tierras. La indiscriminada desforestación del bosque a raíz de la intensiva explotación, configuró el primer gran cambio en el paisaje del territorio a la vez que se asentaron las bases de las relaciones de poder entre los primeros latifundios de familias como las apellidadas García y Lledó, los Mapuche y el campesinado chileno. La constitución de la propiedad rural en el territorio, se gestó en base a concesiones de tierras a colonos ricos, la usurpación de propiedad a través de engaños, ventas fraudulentas y ocupación violenta, generando la pérdida de territorialidad de los Mapuche, la destrucción de lugares sagrados y la erosión de conocimientos.
Hoy en día, la geopolítica del territorio de Melipeuco se reconfigura a partir de viejos estandartes terratenientes sumada a la llegada de nuevos actores foráneos de carácter transnacional. La ocupación del territorio, ya no es solo sobre las tierras sino que también se debate la apropiación del agua y las fuentes geotermales como recursos geoestratégicos, albergando la zona un rico sistema hídrico que contempla la cuenca del río Allipén de alta relevancia para la región de la Araucanía así como la presencia una rica cadena volcánica.
El reconocido latifundista Mario García Sabugal, fundador de forestal MAGASA, ha proliferado en el negocio maderero a través de la expansión de los monocultivos de pino, alterando la calidad paisajística en la zona de Santa María de Llaima e impactando negativamente en el abastecimiento hídrico de las comunidades Mapuche del sector, especialmente en época estival. Además, desde hace varios años ha incursionado en el negocio eléctrico liderando en sus inicios el Proyecto “Central de Pasada Tracura” (junto al truculento empresario Manuel Madrid-ENACON S.A), iniciativa que ha enfrentado una férrea oposición por parte de la comunidad local al alterar el cauce del río Tracura, secar los Saltos de Trafkura e inundar un ecosistema rico en mallines y aves acuáticas. La familia García, es poseedora de terrenos que han sido reclamados por las comunidades Mapuche desde los años 70 (Fundo Molulco) y que vuelven a ser objeto de renovados procesos de reivindicación territorial como el caso del -Fundo El Retiro- demandado públicamente desde el 5 de Marzo del 2014 por la comunidad Tradicional Juan José Ayenao. A la vez, son evidentes sus vínculos con la clase política de ultra derecha, siendo García Sabugal suegro del ex intendente de la Araucanía Andrés Molina.
En tanto, el empresario Gonzalo Antonio Lledó García ha engruesado sus bolsillos a costa del negocio de las pisciculturas, liderando en la zona la venta y arriendo de terrenos de su propiedad para estos fines, posibilitando la contaminación de los cauces del Estero del Diablo, Matanza y Sensen entre otros.
Hace unos años, se suma como actor empresarial el cuestionado Manuel Madrid Arias, ingeniero civil, ex-miembro de equipos de consultoría del BM, BID e USAID y académico director general de docencia de la Universidad Técnica Federico Santa María. La llegada de Madrid a Melipeuco, ha sido motivada por el negocio hidroeléctrico, presentando proyectos al SEIA que luego de ser aprobados, vende al mejor postor en desmedro de las prioridades locales de desarrollo. Bajo este proceder y amparado en su empresa ENACON S.A, ha sido gestor de múltiples iniciativas entre las que destacan: Central de Pasada Tracura, Central de Pasada Carilafquén-Malalcahuello, Central de Pasada El Rincón, Central de Pasada Alpehue, Central de Pasada Allipén (Cunco).
El escenario de saqueo contemporáneo, se nutre además por la llegada de transnacionales como Latin American Power (Brasil), que a través de Electrica Carén y Valle Allipen S.A, pretenden la implementación de la Central de Pasada Carilafquén-Malalcahuello y el tendido eléctrico de alta tensión Carén-Melipeuco, avasallando a 8 comunidades del sector de Cumcumllaque y Sahuelhue que forman parte del Territorio Lifko.
Adicionalmente, la empresa Ormat Andina Energía Ltda., subsidiaria de la firma Ormat Technologies (Reno, Nevada-U.S.A) tiene por objetivo la exploración y explotación de los recursos geotérmicos en la llamada concesión “Sollipulli” (44.000 hás.), otorgada por el Ministerio de Energía el año 2012 y que comprende territorios de las comunas de Melipeuco, Cunco, Pucón y Curarrehue. Dicha concesión, busca el aprovechamiento de las fuentes geotérmicas del volcán Sollipulli ó el Mocho, considerado Pillan de alto valor espiritual para la cosmovisión Mapuche de los sectores de Melipeuco y Curarrehue, comprometiendo de forma directa el sitio de Nguillatuwe de la comunidad Andrés Huenupi.
El “emperifollado” proceso participativo para que dichos inversionistas puedan llevar a cabo la apropiación de la biodiversidad local, es animado desde el Estado por el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental –SEIA-, cuyo proceder ha sido fuertemente cuestionado por representaciones del territorio que han denunciado las irregularidades de los procesos de “participación ciudadana” y la tergiversación de la Consulta Indígena.
En razón de ello, actualmente se demanda la derogación del Decreto Supremo Nº 66 y la moratoria a los proyectos de inversión mientras no existan condiciones para aplicar la Consulta cumpliendo con los estándares establecidos en el Convenio 169 de la OIT y otras fuentes de interpretación como la Declaración de la ONU sobre Derechos de los Pueblos Indígenas.
La presencia en el territorio de nuevos actores globales ligados al capital transnacional, vulnera derechos y complejiza las dinámicas territoriales. La geopolítica del territorio de Melipeuco, se articula desde un escenario global/local que comprende conflictividades no solo en términos socioeconómicos y ambientales sino que también políticos e institucionales, desafiando la construcción de espacios autónomos de decisión y el ejercicio de formas propias de vida.
Por, María José Araya
El Ciudadano