La maldición de los recursos, describe el fenómeno de cómo, cuando un país pobre descubre vastos recursos naturales, los economistas alrededor del mundo gritan «demonios»! Como cuando el 14 de junio pasado, después del reportaje en Times de New York, sobre el estimado 1 trillón de dólares de valiosos minerales -incluyendo hierro, cobre, cobalto y oro- que había bajo tierra en Afganistán.
El vocero presidencial de Afganistán Waheed Omar aseguró que el descubrimiento «beneficiaría a todos los afganos a lo largo del tiempo».
Casi todos los destacados economistas diferirían. El término «maldición de los recursos» fue ideado por el economista británico Richard M. Auty en 1993; el fenómeno que él exploró se refiere a cómo países con grandes recursos muchas veces se desarrollan más lentamente, con más corrupción, más violentamente, con gobiernos más autoritarios e incluso con guerras.
Ejemplos que se pueden mencionar son el caso del petróleo de Nigeria, los diamantes sangrientos en Sierra Leona (fotografía) y Angola, y estaño en Bolivia … Hay tantos ejemplos como recursos naturales que hay en la tierra. Lo que debería ser una bendición, se torna en un incentivo para conflictos y corrupción, y en malas manos, una fuente de ruina.
Una secuela de esta maldición, la «enfermedad holandesa«, describe que a pesar de que los gobiernos se comporten bien, sus países pueden sufrir de todas maneras, como pasó en Holanda cuendo desarrolaron el gas del mar del Norte en los 1970’s. Esto hizo subir los impuestos y los intercambios monetarios, los sueldos, haciendo así que otros productos encarecieron su producción, así como las ventas al extranjero.
Solamente gobiernos muy buenos (y con suerte ) parecieran evitar la maldición. Noruega usó el petroleo del mar del Norte y se transformó de ser una economía basada en peces, árboles y botes en una diversa y equilibrada zona con un cuidadoso manejo, y un firme conpromiso de distribuir la riqueza en forma justa y equitativa. La «maldición» comenzó sus mordisco en los 1990’s, y para entonces Noruega ya tenía otros grandes problemas, como el cambio climático causado por sus hidrocarburos. Nadie se escapa de la maldición…
Por Alex Perry
Fuente: Revista Time
Traducción: Ellen Demuth