Empresario, controlador de COPEC y de Celulosa Arauco, murió a la edad de 93 años en el Hospital Clínico de la Universidad Católica a donde había ingresado aquejado por una gripe. El origen de la fortura de Angelini -desde 1990 la revista Forbes lo ha designado como uno de los billonarios del continente- se originó en la adquisición de empresas del estado a precios de saqueo, cuyas ventas inició la dictadura militar.
El anunció de su deceso lo realizó el Grupo Angelini mediante un escueto comunicado de prensa. El empresario era italiano, pero nacionalizado chileno.
El origen de la fortura de Angelini se originó en la adquisición de empresas del estado a precios de saqueo durante la dictadura de Pinochet.
SANTIAGO / Ayer martes murió en el Hospital Clínico de la Universidad Católica el empresario Anacleto Angelini, a los 93 años. Angelini había ingresado durante la semana pasada al centro de salud por una gripe, agravada por un efisema pulmonar que lo aquejaba hacía algún tiempo. El anunció de su deceso lo realizó el Grupo Angelini mediante un escueto comunicado de prensa. El empresario era italiano, pero nacionalizado chileno. En el año 1994 el entonces Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, le dio la nacionalidad por gracia. Anacleto Angelini representa una de las tres fortunas más grandes del país, junto a las familas Matte y Luksic. Su fortuna se calcula actualmente en unos 6.000 millones de dólares.
Angelini nació en Ferrara, Italia, el 19 de enero de 1914. Cuando tenía 22 años partió a Eritrea, África, a realizar estudios superiores de comercio. En 1945 regresó a Italia, pero tres años después volvió a viajar. Esta vez su destino fue Chile, donde conoció a José Noseda Zambra. Años más tarde este amigo se convirtió en su suegro, porque Angelini se casó con su hija María Noseda. Angelini llegó a Chile con 100 mil dólares en maquinaria, con lo que creó la fábrica de pinturas Tajamar. Posteriormente incursionaría en la construcción y junto a otros inversionistas extranjeros ampliaría sus negocios al sector agrícola. Años más tarde probaría suerte en el sector pesquero, la banca y, finalmente, el forestal, su principal activo en la actualidad, que controla a través de Arauco.
Según detalla una investigación del periodista Hector Kol, el origen de la fortura de Angelini -desde 1990 la revista Forbes lo ha designado como uno de los billonarios del continente- se originó en la adquisición de empresas del estado a precios de saqueo, cuyas ventas inició la dictadura militar (1973-1989). Fue con el proceso de privatizaciones de empresas del Estado que Angelini inició la construcción de su actual imperio. En noviembre de 1985 adquirió el 14% de las acciones que el Estado conservaba de COPEC, adquiriendo un año más tarde las acciones restantes bajo control del grupo Cruzat-Larraín. De esa manera, bajo el control del empresario quedó la distribuidora de combustibles, Celulosa Arauco y Constitución (CELCO) y Forestal Arauco, que también habían sido propiedad del Estado hasta 1979.
Angelini formó su imperio de negocios sobre la base de un equipo que nada ha cambiado con el paso de los años: los abogados José Tomás Guzmán y Manuel Bezanilla, su sobrino Roberto Angelini, y el ingeniero civil Alejandro Pérez. También logró establecer una transversal red de contactos a nivel político, privilegiando, paradójicamente, a personeros y altos funcionarios de la Concertación. Parlamentarios representantes del oficialismo tuvieron, desde 1990 en adelante, un vínculo laboral o financiero con el empresario. Presidentes de Partidos Políticos, del Senado y hasta un ex Candidato presidencial, han influido poderosamente en la generación de leyes acordes con los más grandes intereses de Angelini, particularmente para sus negocios en las áreas forestal y pesquero.
Nunca Angelini ganó más dinero que bajo los Gobiernos de la Concertación, «puesto que en estos Gobiernos su poderosa red de influencias en el Ejecutivo y en el Parlamento, Angelini hizo funcional a sus intereses todo el aparato estatal. Las nuevas normas relativas a la explotación de recursos pesqueros, por ejemplo, fueron modeladas según las necesidades y aspiraciones de Angelini», subraya el periodista Héctor Kol. «De igual manera -agrega- los organismos reguladores o fiscalizadores de la gestión ambiental de las empresas han sido obsecuentes y particularmente tolerantes con graves eventos de contaminación ambiental protagonizados por sus empresas, principalmente aquellas vinculadas al rubro forestal».
Angelini y los mapuches
Anacleto Angelini no solo logró acumular en vida miles de millones de dólares. También más de un millón de hectáreas de tierras reclamadas por comunidades mapuches en la zona sur de Chile, llegando a ser tildado por organizaciones indígenas como el «principal usurpador» de su territorio ancestral. Su actual imperio forestal – que es administrado por el holding Arauco- fue posible gracias al Decreto Ley 701, promulgado el año 1974 por la dictadura militar de Pinochet y que subsidió con recursos y tierras el arribo de la industria forestal a las regiones del sur. Angelini controlaba personalmente Arauco, el principal holding forestal del país y de Latinoamérica en términos de superficie y rendimiento de sus plantaciones, fabricación de celulosa kraft de mercado y producción de madera aserrada y paneles.
Arauco, a través de la empresa Bosques Arauco encargada de sus plantaciones, ha sido protagonista en los últimos años de numerosos conflictos territoriales. Arauco es propietaria hoy de la mayor superficie de plantaciones forestales del país, con un patrimonio de 632 mil hectáreas, en su mayor parte de pino radiata, plantado en tiempos de la dictadura en tierras que la reforma agraria había entregado a campesinos mapuches y que el régimen militar «donó» más tarde a los industriales de la madera. Desde el año 1999, dichos reclamos han desembocado en la persecución y posterior encarcelamiento de medio centenar de dirigentes tradicionales y comuneros, toda vez que el gobierno chileno y la justicia a calificado sus reivindicaciones como acciones «terroristas», medida cuestionada por organismos de derechos humanos.
En los últimos años, uno de los puntales de la expansión del negocio forestal de Angelini fue la apertura de la planta CELCO, ubicada en Valdivia. Se trata de una de las industrias más grandes del mundo, con una producción de 700 mil toneladas de celulosa kraft al año. Un negocio que también ha dejado «daños colaterales», debido principalmente a los elevados índices de contaminación ambiental que genera en su entorno. Entre los afectados por CELCO en Valdivia se encuentran pequeños productores agrícolas y frutícolas mapuches de los sectores de Tralcao y Raluya, aledaños a la Planta. Y el Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter, un lugar protegido por la Convención Internacional de Ramsar y que fue gravemente contaminado al depositar allí CELCO sus residuos industriales.
Inicialmente, los desechos de la Planta Valdivia se depositarían directamente en el mar, en la bahía de Mehuín. Pero comunidades lafkenches y sindicatos de pescadores artesanales se opusieron tenazmente y, luego de varios estudios, la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) aprobó un tratamiento en el río Cruces, que desemboca en el Santuario. Si bien la comunidad se opuso a la construcción del complejo industrial, el apoyo de las autoridades fue absoluto hacia el empresario, especulando que daría empleo a más de 4 mil personas. Tras la contaminación del río Cruces, CELCO ha retomado la idea de lanzar sus residuos al mar, lo que mantiene en alerta a mapuches y pescadores del litoral sur del país.
Fuera de la Planta Valdivia, el grupo Angelini se encuentra levantando la Planta Nueva Aldea, de 900 mil toneladas anuales y situada en la costa de la VII Región. También está en la última etapa de evaluación ambiental una nueva planta de CMPC de 780 mil toneladas junto a la actual Celulosa del Pacífico. En conjunto, estas tres nuevas fábricas van a sumar casi 1,6 millones de toneladas de celulosa a los 3 millones actuales, transformando al grupo que encabezaba el fallecido empresario en líder mundial indiscutido del negocio. Actualmente, el grupo controla la mayor base forestal en América del Sur, a través de Bosques Arauco y Alto Paraná, esta última la mayor empresa forestal de Argentina. Alto Paraná fue creada en 1976 y adquirida en diciembre de 1996 por Arauco. Se localiza en la Provincia de Misiones y actualmente cuenta con un patrimonio de 233.700 hectáreas / Azkintuwe
Por Pedro CAYUQUEO
www.azkintuwe.org