La producción de aguacate pasa por uno de sus mejores momentos dejando atrás las consideraciones ambientales entre sus productores. ¿Es posible armonizar la producción agrícola con el mantenimiento de los bosques?
En los últimos quince años el cultivo de aguacate en la ciudad de Michoacán, México, ha provocado la pérdida de medio millón de hectáreas de bosques. Según el Grupo Interdisciplinario de Tecnología Rural Apropiada (GIRA), casi la mitad de las huertas de aguacate han generado esta deforestación.
Del mismo modo, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria y Forestal (INIFAP) determinó que las plantaciones de aguacate requieren de altas concentraciones de pesticidas y fertilizantes que contaminan los mantos freáticos y los arroyos. Esto genera una reducción de humedad y desertificación en las tierras.
Para el ex director de Greenpeace México Raúl Benet, el cultivo de aguacate no solo tiene un impacto ambiental, sino también social. Asegura que su plantación ha favorecido a la privatización y acaparamiento de tierras que antes eran comunales.
“El negocio del aguacate ha desplazado a familias indígenas que vivían del bosque, sustituyéndolas por inmigrantes. También se ha visto fuertemente infiltrado por grupos de la delincuencia organizada que han encontrado en esta actividad una forma de lavado de dinero y control del territorio”, subrayó.
Cuál es la tendencia
El consumo de aguacate atraviesa una demanda creciente con altos precios en el mundo. Frente a ello, Benet considera que poca gravitancia tendrán las consideraciones ambientales si se trata de frenar o restringir su producción.
Sin embargo, señala también, que existen alternativas dentro de este clima de producción creciente. Una de ellas es la promoción de una agricultura orgánica a través del desarrollo y divulgación de prácticas productivas responsables que reduzcan o eliminen el uso de los pesticidas y fertilizantes químicos.
Asimismo, están los mecanismos que se desprenden de los compromisos de empresas transnacionales para no incluir en su cadena de suministros a regiones que sufren de deforestación.
De otro lado, están los mecanismos y compromisos como parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, donde se condiciona la participación en los mercados al cumplimiento de logros como llegar a un cero por ciento de deforestación en cuatro años (hacia el 2020), para el caso de México.
A nivel estatal, son importantes la vigilancia, sanción y normatividad. En ese sentido, el gobierno michoacano ha promulgado un decreto que declara como emergencia ecológica la tala y quema de bosques con fines para plantaciones de aguacate.
Fuente: Servindi