La revolución de las renovables

«La revolución de las energías renovables será mayor que la de la electricidad, los trenes, los coches y, probablemente, mayor que la de información», explicaba Nicholas Stern, gurú del cambio climático, a un prestigioso medio de comunicación español

La revolución de las renovables

Autor: Wari

«La revolución de las energías renovables será mayor que la de la electricidad, los trenes, los coches y, probablemente, mayor que la de información», explicaba Nicholas Stern, gurú del cambio climático, a un prestigioso medio de comunicación español. Una revolución, la de las renovables, que afectará a todos los sectores y creará una ola de innovación.

Las energías renovables son un sector que tiene que seguir creciendo y que puede llegar a ser un salto en la manera de relacionarnos con el medioambiente. Stern explica que la economía baja en carbono será más silenciosa, limpia, verde, segura… con más biodiversidad y menos dependiente de la energía. Estará más orientada a los ciudadanos, ya que son imprescindibles para reciclar, apostar por el transporte público o para ahorrar energía.

No podemos dejar pasar el tren de las energías limpias. El calentamiento global, las sequías, las lluvias torrenciales… irán cada vez a más. Todo ello tiene sus efectos en las personas. Sobre todo en las más vulnerables.

La economía mundial caerá un 20% si no se frena el calentamiento del planeta. La riqueza de la Tierra se reduciría en más de 10 billones de euros y se produciría un colapso económico similar al crack del 29, según el economista británico. Sin embargo, el coste de las medidas necesarias para reducir la catástrofe medioambiental no superaría el 1% del PIB mundial. Y este momento de crisis nos da la oportunidad para cambiar el futuro y hacerlo más verde. La revolución de las energías renovables ha de ser un motor de crecimiento y una oportunidad para crear una economía sostenible y de respeto al planeta.

El respeto a la Naturaleza tiene que ser hoy una apuesta más que nunca, cuando en nuestras retinas permanece la visión del vertido de petróleo al Golfo de México. El accidente de British Petroleum (BP) se ha convertido en el accidente medioambiental más grave de Estados Unidos, más que el Exxon Valdez o que el Prestige en España.

Ya no vale la idea de quien contamina paga, que tanto gustó en los años 90. El daño del vertido de BP, por ejemplo, no es cuantificable. Miles de barriles de petróleo se vierten cada día, con miles de millones de dólares… también están los millones que BP está destinando a intentar cerrar la salida del petróleo, a ello hay que añadir los miles de millones de indemnizaciones, las pérdidas de la industria pesquera y turística… Y hasta ahí lo cuantificable. ¿Cómo se cuantifica la pérdida de biodiversidad, de la pesca, el daño al fondo marino o al paisaje? ¿Qué precio le ponemos a un baño en el mar, a un día en el campo o ver cómo nuestro hijo descubre la Naturaleza?

¿Y «el que contamina paga» significa que si tienes dinero para pagar puedes contaminar todo lo que quieras? Es un sinsentido. Sería similar a lo que ocurre con los Derechos Humanos… Imaginemos que decimos quien «viole los derechos humanos paga», entonces, ¿si tengo dinero puedo saltármelos a la torera? Pues lo mismo, para el respeto a la Naturaleza que nos hace posible la vida.

Es difícil escuchar que vamos a hipotecar el futuro de las siguientes generaciones porque hay invertir y «gastar» dinero para ser una sociedad sostenible. El ahorro y la eficiencia energéticas, la educación en «lo verde», el respeto al medioambiente… son medidas que nos harán «ganar» en el futuro.

La humanidad tendremos que afrontar para mantener el planeta Tierra como nuestro hogar: pensar a largo plazo y asumir las responsabilidad de nuestras acciones en el futuro; invertir en nuevas tecnologías más limpias y apostar por las energías renovables; cambiar los estilos de vida, la calidad de vida no tiene que ver con el aumento del consumo, tener más coches, más casas, comer más…; cuidar la naturaleza, los árboles, los bosques, la vegetación, los mares…, y una sociedad civil organizada e implicada, que se moviliza y que exige que se cumplan los acuerdos y que piden responsabilidad a sus políticos para la construcción de un mundo sostenible.

Por Ana Muñoz Álvarez

Periodista
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Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias


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