Normalmente asociamos el progreso humano con un fuerte impacto en la vida salvaje, y es así, pero no siempre. A veces el desarrollo y el avance de las áreas urbanas tiene un impacto diferente, creando nuevos ecosistemas, con nuevos nichos y oportunidades, y nuevas condiciones que influyen en que algunos organismos proliferen.
Una nueva investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Science, señala que la urbanización está incidiendo en la rápida evolución de muchas especies, cambiando su apariencia, tamaño y comportamiento migratorio. El estudio observó a 1.600 especies de plantas y animales, y encontró las «claras señales» de este impacto urbano en la vida salvaje, el que se está transformando en una nueva forma de hogar para una variedad de especies.
«Encontramos una clara señal urbana de cambio fenotípico y cambios fenotípicos más grandes en sistemas en urbanización, comparados con sistemas antropogénicos no urbanos y naturales, o creados por los humanos», explica el informe científico de la autora principal, Marina Alberti, de la Universidad de Washington. «Al ligar explícitamente el desarrollo urbano a rasgos hereditarios que afectan las funciones del ecosistema, podemos empezar a cartografiar las implicaciones de los cambios de rasgos inducidos por los humanos, para el bienestar ecológico y humano».
Los cambios en el funcionamiento de los organismos, en el ambiente urbano en crecimiento permanente, podría tener impactos profundos en los ecosistemas que se desarrollan en las ciudades. Por ejemplo, estos cambios podrían alterar la biodiversidad, que a su vez podría cambiar los ciclos de los nutrientes, la purificación del agua e incluso la producción de alimentos; o en cómo emergen y se propagan las enfermedades. Ya se ha encontrado que las aves están cambiando sus patrones migratorios, y con los recientes brotes del virus H5N1 por gran parte de Europa, esto podría tener consecuencias importantes en su propagación.
Pero mientras es claro que estamos provocando un impacto en la vida salvaje, que se las arregla para moverse y sobrevivir en nuestra ciudades y áreas urbanas, esto no siempre es algo negativo: «Ciertamente muchas especies se han extinguido por la acción humana y lo seguirán haciendo, pero [en el estudio] revelamos cómo otros están evolucionando las estrategias necesarias y las características físicas para coexistir con la humanidad», dice el coautor, John Marzluff.
Se solía pensar, y lo estableció el mismo padre de la teoría de la evolución, Charles Darwin, que la evolución ocurrió como a tal ritmo glacial, que sólo podemos ver su proceso en enormes escalas de tiempo y preservada en los registros fósiles, de donde la podemos decodificar. Pero ahora sabemos que esto no es necesariamente así.
«Tenemos una visión totalmente diferente», escriben los autores en un análisis de su informe, publicado en Philosophical Transactions of the Royal Society B. «La evolución rápida está ocurriendo todo el tiempo alrededor de nosotros. Muchos de los ejemplos más extremos de evolución rápida están asociados con las influencia humana, lo que nos lleva a la conocida afirmación de que los humanos somos ‘la fuerza evolutiva más grande'».
Por Josh David para IFLScience
Traducción de El Ciudadano