Se ha estudiado mucho sobre el impacto del dióxido de carbono en el clima, pero el alarmante aumento de las concentraciones globales de gas metano ha pasado relativamente desapercibido.
Lo que más se ha discutido es qué va a pasar cuando las capas de permahielo de derritan, y eso está bien, pero resulta que mientras las emisiones de CO2 se han intentado estabilizar en las últimas décadas, las de metano se han disparado. Los investigadores han cuantificado la velocidad a la cual han aumentado los niveles, dando resultados que alarman a la comunidad científica.
Los investigadores advierten que mientras gran parte de los esfuerzos están concentrados en reducir el carbono que se dispara hacia la atmósfera, esto podría no tener el efecto esperado si no se abordan el problema de las emisiones de metano al mismo tiempo. En una editorial de la revista Environmental Research Letters, el equipo internacional de científicos detrás de las últimas noticias en este campo, implora a otros científicos a que llenen el vacío de conocimiento en torno a las emisiones de gas metano (CH4).
Los datos actuales muestran cómo, desde 2007, las emisiones de CH4 han estado aumentando, y mientras a principios de siglo, el aumento anual era 0,5 partes por billón (ppb), en 2014 y 2015 esta cifra aumentó a 10 ppb anuales, con un total que ahora asciende a 1.830 ppb. Esto es grave, porque mientras hay más dióxido de carbono en la atmósfera, el metano es, de hecho, 20 veces más potente como gas de efecto invernadero.
«Los niveles que hemos visto de emisiones de dióxido de carbono en los últimos tres años son tremendamente diferentes del rápido aumento reciente del metano», explica Robert Jackson, de la Universidad de Stanford y coautor de «2016 Global Methane Budget». La dificultad viene, dice Jackson, cuando se mantiene un seguimiento del metano. Mientras las fuentes de producción de carbono son claramente identificables –plantas de energía y combustión de fósiles–, existen muchas y variadas fuentes de emisión de metano.
Para empeorar el panorama, muchas de estas fuentes son naturales. Los humedales y las ciénagas producen mucho gas, mientras se estima que el derretimiento del permafrost aumentará en lo sucesivo. Pero Jackson destaca que a pesar de esto, más de la mitad de las emisiones de metano siguen siendo responsabilidad humana, principalmente por causa de la agricultura. Las vacas y los cerdos producen una gran cantidad de metano, mientras las condiciones creadas por los arrozales son ideales para la formación de microbios que también emiten este gas.
Pero lo que realmente tiene a los científicos intrigados es el repentino repunte en los niveles de CH4. «Por qué ocurrió este cambio es algo que aún no comprendemos», dice Marielle Saunois, autora principal del nuevo artículo. «Especialmente durante los últimos dos años, el crecimiento de la tasa ha sido más rápido que en los años anteriores. Es realmente intrigante».
Pero una cosa es segura. Si el problema de las emisiones de metano no se aborda seria y rápidamente, la meta de los 2°C como límite para el calentamiento global, será aún más difícil de alcanzar que antes.
Por IFLScience
El Ciudadano