Las erupciones de los volcanes ayudan a controlar el cambio climático, según un estudio realizado por expertos del Centro de Investigación Atmosférica y Marina de Tasmania, Australia. Los científicos descubrieron que las emisiones de dióxido de azufre que expulsan los volcanes en sus erupciones, se combinan con el oxígeno en la parte más alta de la atmósfera creando una especie de capa que refleja parte de la luz solar que llega a la Tierra. Así, con el rechazo de esa energía solar, es menor la radiación que reciben los océanos ayudando a disminuir su temperatura y a frenar el deshielo de los polos y el aumento consecuente del nivel del mar.
Así, los gases emtidos por los volcanes pueden ayudar a combatir los efectos nocivos de los gases emitidos en las actividades humanas y que provocan ese efecto invernadero que conlleva al terrible calentamiento global. El hallazgo se llevó a cabo al estudiar la relación entre las erupciones volcánicas y las disminución, durante los siguiente meses, del nivel y la temperatura de la superficie oceánica más cercana.
El resultado de estas investigaciones fue esperanzador al descubir cómo la naturaleza podía salvarse a sí misma gracias a esta capa protectora en la que rebotan los rayos del sol y que, entre 2000 y 2013, desvió hacia el espacio casi el doble de la cantidad de radiación solar que llegaba previamente a la Tierra. Las simulaciones realizadas indican que la erupción del Pinatubo en 1991 produjo una caída de seis milímetros en el nivel de los océanos cercanos durante, aproximadamente, un año. Pasado un tiempo, esa misma zona oceánica recuperó los milímetros perdidos de volumen a un ritmo de 0,5 ml por año.
Los datos evidencian que, aunque las erupciones volcánicas ayudan a compensar las consecuencias del efecto invernadero sobre la temperatura de los océanos, el calentamiento global sigue siendo el gran problema de las generaciones presentes y futuras.