Por Misle Sepúlveda Pinilla*
En el marco del Taller Nacional “Construyendo una Plataforma para el Cierre de Termoeléctricas a Carbón en Chile” que se desarrolló a mediados de agosto en Santiago y que convocó a dirigentes sociales y ambientales de Tocopilla, Mejillones, Huasco, Puchuncaví y Coronel, surgió la demanda ciudadana de comenzar la limpieza de nuestro parque generador eléctrico con el cierre de siete termoeléctricas a carbón, las que ya cumplieron su vida útil y las más contaminantes por cierto.
En el contexto presente, cerrar y no construir más termoeléctricas en Chile no es una propuesta antojadiza. En la actualidad el parque generador energético duplica la demanda y bajo esta premisa hoy las empresas se han dedicado a exportar energía. Algo absolutamente contradictorio con las campañas comunicacionales de déficit energético y necesidad de construcción de mega proyectos que levantaron y enarbolaron mediáticamente tanto la Concertación como Sebastián Piñera en su favor.
Según el anuario del sector energético que entrega la Comisión Nacional de Energía (CNE) tenemos 22.045 MW de capacidad instalada de generación eléctrica neta al año 2016. 16.837 MW corresponden al Sistema Interconectado Central (SIC) y 5.032 MW al Sistema Interconectado del Norte Grande (SING). Eso si lo comparamos con la demanda nos deja miles de MW disponibles y varias plantas generadoras ociosas.
La demanda máxima que alcanza el SIC es de 7.789 MW y la mínima es de 4.051 MW. Por otro lado en el SING la demanda máxima es de 2.555 MW y la mínima es de 1.256 MW. A todas luces podemos ver que tenemos un parque generador que casi triplica la demanda en el Sistema Interconectado del Norte Grande y en el Sistema Interconectado Central la duplica, si consideramos un consumo promedio.
Sumado a este exceso de generación eléctrica, podemos evidenciar que de todas las centrales generadoras de energía de nuestro país, son las termoeléctricas a carbón las más contaminantes por lejos, llegando a generar el 91% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) del parque eléctrico del SIC y del SING; el 88% de las emisiones de material particulado (MP); el 97% de las emisiones de dióxido de azufre (SO2); y el 91% de las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx).
Pero eso no es todo. Lo peor de esta situación no es que las termoeléctricas a carbón sean responsables de casi la totalidad de la contaminación del parque generador eléctrico por dióxido de carbono, material particulado, dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, sino que las 29 termoeléctricas a carbón están estratégicamente concentradas en sólo 5 comunas del país: Tocopilla, Mejillones, Huasco, Puchuncaví y Coronel, por tanto sus efectos nocivos se concentran aquí.
En estas localidades se han disparado alarmantemente las cifras de partos prematuros, malformaciones, enfermedades respiratorias crónicas, han aumentado explosivamente los índices de cáncer, han aparecido inéditos casos de fibrosis pulmonar en niños (enfermedades propias de la adultez) y los episodios de intoxicación por nubes tóxicas son parte de los cotidianos estragos que causan en estas localidades las termoeléctricas y las demás industrias que han elegido instalarse todas juntas en estas 5 comunas.
Estas localidades ubicadas en las regiones de Antofagasta, Atacama, Valparaíso y Bio Bio, no sólo están copadas de termoeléctricas, sino que se han convertido en verdaderos polos industriales con refinerías, industrias, puertos, centros de acopio de minerales y han privado a sus habitantes del derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación.
Volviendo a la generación eléctrica resulta lamentable afirmar que en 2016 el 67% de la energía inyectada provino de instalaciones termoeléctricas, el 14 % de centrales hidroeléctricas sin regulación, el 11% de centrales hidroeléctricas con regulación, el 3% de parques eólicos y el 3% de plantas solares, por tanto el parque es mayoritariamente térmico, por ende contaminante.
En el caso del SIC el 50,7% de la potencia instalada corresponde a fuentes renovables, hablamos de 8.492 MW, mientras que en el SING el 6,8% de la potencia instalada es para generación en base a renovables, unos 438 MW.
Si el sistema no fuera complejizado por dos mercados, por horarios y por un sin número de reglas, podríamos sacar la calculadora como en el fútbol y en el caso del SIC si la demanda máxima es de 7.789 MW y la potencia instalada en fuentes renovables es de 8.492 MW podríamos estar prescindiendo de las contaminantes termoeléctricas, y en el caso del SING si bien la capacidad instalada es menor a la demanda, con los proyectos de generación limpia en construcción, sumado a la interconexión de ambos sistemas, podemos tener más que buenos augurios respecto de cómo podríamos prescindir de las obsoletas termoeléctricas a carbón.
Si tuviéramos que sacar la calculadora, tal como ocurre en las clasificatorias mundialistas, para la selección chilena los números dan y para limpiar el parque generador eléctrico también dan.
Ello implicaría eso sí, tomarse en serio la descuidada salud de los habitantes de Mejillones, Tocopilla, Huasco, Puchuncaví y Coronel. También involucraría que las empresas trasnacionales Engie, Aes Gener y Enel (y Colbún nacional), tal como algunas lo han hecho en otros países, cierren sus termoeléctricas a carbón en Chile sin letras chicas, condiciones, ni ventas disfrazadas.
Hoy, como nunca antes tenemos la evidencia empírica de que los discursos apocalípticos de cortes de energía y racionamiento por falta de mega proyectos energéticos fueron falsos. A pesar de la no construcción de Hidroaysén, desde Chile se exporta energía a Argentina desde 2016 y se exportará a Perú desde 2019 por tanto, con tantos megawatts sobrantes es el momento propicio de limpiar la matriz energética. Ya no se trata de condenar a nuestro país a un apagón falso. Se trata de terminar con la contaminación de Tocopilla, Mejillones, Huasco, Puchuncaví y Coronel y de no condenar a los habitantes de estas localidades, al apagón de sus vidas.
*Periodista de Chile Sustentable y Dirigenta Social en Lo Hermida