A pesar de los esfuerzos por frenar las emisiones de gases de efecto invernadero, el nivel de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzó un nuevo máximo en abril: un promedio de más de 410 partes por millón (ppm). Ese es el punto más alto registrado en los últimos 800.000 años.
La cifra exacta de concentración de CO2 fue de 410.31 ppm, medida por el conjunto de datos de la curva Keeling recopilados en el Observatorio Mauna Loa en Hawai.
Esta es otra llamada de atención sobre el daño que le estamos haciendo al planeta y sobre qué tan drástica debe ser la acción para evitar consecuencias ambientales catastróficas en las próximas décadas.
«Seguimos quemando combustibles fósiles», dice el geoquímico Ralph Keeling, el hijo del creador de la curva Keeling, Charles David Keeling, y director del Programa Scripps CO2, que lleva a cabo estas mediciones regulares.
«El dióxido de carbono se está acumulando en el aire. Es así de simple», agregó el investigador.
No es como si las señales de advertencia no estuvieran allí: las grabaciones de abril del año pasado superaron la marca de 410 ppm por primera vez. Aunque no es un gran consuelo en absoluto, al menos se puede decir que el aumento de este año ha sido pequeño, incluso si se trata de un nuevo récord. Pero es un nuevo aumento.
Desde 1958 se han tomado lecturas de CO2 en Mauna Loa y otros sitios en todo el mundo, bajo el programa Scripps CO2, proporcionando un registro preocupante del aumento gradual de dióxido de carbono en nuestra atmósfera.
En la década de 1950, las primeras mediciones de Charles David Keeling fueron constantes a 310 ppm, por lo que se puede ver lo rápido que ha sido el aumento.
Para obtener este tipo de información desde tiempos más remotos, los científicos han estado estudiando las burbujas de gas atrapadas en el hielo glacial; verdaderas cápsulas del tiempo que muestran la composición química del aire que se remonta a miles de años atrás.
Los últimos ocho ciclos glaciales cubren 800.000 años y los investigadores están bastante seguros de que en todo ese tiempo los niveles de CO2 no han sido más altos.
De hecho, el nuevo registro puede mantenerse incluso más atrás en la historia. El año pasado, un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sugirió que las concentraciones de CO2 están en un máximo de 3 millones de años, en base a las comparaciones entre muestras geológicas.
Independientemente de dónde se encuentre el límite exacto, está claro que durante mucho tiempo no hemos tenido tanto dióxido de carbono en nuestra atmósfera.
Resulta alarmante que no solo aumenten los niveles de concentración de CO2, sino también las emisiones, según un informe publicado el año pasado.
A medida que el CO2 atrapa más radiación solar y calienta el planeta, tiene un efecto de arrastre en el resto de nuestro ecosistema, expulsando más CO2 proveniente de fuentes submarinas y descongelando el permahielo que hay cerca de los polos.
La única noticia positiva en relación al carbono liberado en la atmósfera es que los científicos están trabajando arduamente en encontrar formas de atraparlo o reciclarlo. Pero pasará bastante tiempo antes de que estas innovaciones se generalicen.
En definitiva, la conclusión es la misma de todas las veces: necesitamos un esfuerzo masivo y concertado, en que científicos, políticos y todos los ciudadanos reduzcamos los niveles de CO2 y evitemos seguir dañando el planeta irreversiblemente.
Fuente: Science Alert