Un informe publicado por la UICN bajo el nombre «La importancia y gestón de los intercambios naturales de carbono en el océano abierto» alerta sobre la importancia que tiene la conservación de los océanos y sus especies para hacer frente al cambio climático. Los científicos marinos que han elaborado el informe describen cómo el carbono de la atmósfera es capturado, almacenado y movido por los océanos, jugando un papel fundamental en la regulación del clima.
Más de la mitad de todas las emisiones de CO2 son absorvidas por el océano, pero la mala gestión y la falta de prácticas positivas para la conservación de los océanos están poniendo en peligro este servicio de vital importancia que proporciona el ecosistema.
El informe defiende la necesidad de proteger las áreas de absorción de carbono en los océanos, así como de asegurar la conservación de las ‘unidades móviles’, que son animales como el plancton, el krill u otras especies clave para la transformación del dióxido de carbono en oxígeno.
«El mundo está en una encrucijada en cuanto a la salud de los océanos y el cambio climático» dice el co-editor del informe Dan Laffoley, que defiende la existencia de dos posiciones frente a este problema: «despreciar el océano y preguntarnon por qué nuestras acciones no son efectivas; o gestionar y restaurar el océano para reducir el impacto del cambio climático. La elección debería ser una tarea fácil«.
Es una triste realidad que el océano muestra claros síntomas de estrés tendiendo a condiciones más ácidas, temperaturas más elevadas y niveles más bajos de oxígeno. Todo esto provoca que aparezcan zonas en el océano que no permiten la vida de casi ninguna especie, denominadas zonas muertas.
«Mientras que los gobiernos se reúnen en Lima para conversar sobre el clima con la esperanza de conseguir un acuerdo internacional de reducción de carbono, los resultados del estudio ponen en manifiesto la necesidad de una accion inmediata sobre el carbono oceánico que garantice que las políticas climáticas lo tendrán en cuenta dada su tremenda importancia» dijo Carl Gustaf Lundin, director del programa polar y marino de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Existen especialmente tres especies que llevan a cabo una labor imprescindible en la eliminación del carbono: las diatomeas, el Sargassum y el krill.
Las diatomeas, una clase de alga unicelular también llamada plancton, realizan la fotosíntesis absorviendo el dióxido de carbono del agua del océano para convertirlo en oxígeno. Según el estudio llevado a cabo, este tipo de placton es capaz de transformar 150 millones de toneladas de carbono por año, lo que equivale al carbón capturado por 250.000 kilómetros cuadrados de selva tropical restaurada.
El Sargassum es un tipo de macroalgas plactónicas que también ayudan -y mucho- a la eliminación de carbono. Estas algas flotantes que cubren gran parte del mar de los Sargazos, cerca de las Bermudas, tienen vesículas llenas de gas para mantenerse a flote y realizar la fotosíntesis absorviendo el dióxido de carbono de la atmósfera para convertirlo en oxígeno.
El krill, una orden de crustáceo muy parecido al camarón, pueden capturar alrededor de 22,8 millones de toneladas de carbono al año a través de un proceso conocido como bomba biológica. El krill basa su alimentación, principalmente en fitoplancton, lo que produce la expulsión de hilos fecales que contienen cantidades significativas de carbono que, al ser pesadas, caen directamente al fondo del océano provocando el hundimiento de grandes cantidades de dióxido de carbono. Se cree que este proceso es uno de los mayores mecanismos de bio-retroalimentación del planeta. Desgraciadamente, el cambio climático al que nos enfrentamos y que el propio ser humano ha causado, podría influir negativamente en la capacidad potencial de estos crustáceos de eliminar el carbono.
Estas especies, junto a otras, llevan a cabo una tarea esencial para la regulación del clima. Por ello, el informe publicado por la UICN urge a tomar conciencia sobre la importancia de elaborar políticas reales y efectivas para gestionar, mantener y conservar los océanos, ya que sin ellos y las especies que los habitan, nos quedaríamos sin oxígeno que respirar.