En entrevista con El Ciudadano, Matías Asún, el director nacional de Greenpeace Chile analizó el escenario mundial y local ante el problema del cambio climático. Asún se explayó también sobre la crisis social y ambiental en Chiloé, la reciente reforma al Código de Aguas y los principales temas medioambientales a los que seguirles la pista durante el próximo año.
Hace poco Chile apareció ubicado en una lista que lo posiciona entre los diez países más afectados por el cambio climático. Uno se pregunta si están las autoridades, por una parte, conscientes de lo que implica este gran problema, y también si lo tiene claro la ciudadanía. ¿Estamos avanzando en la dirección correcta para enfrentarlo?
La respuesta corta es no. El informe que sale y que señala que Chile es uno de los diez países más afectados por el cambio climático en realidad está hablando de nuestra capacidad para hacernos cargo de nuestras necesidades y modo de vida en un mundo que se está calentando. El que hayamos sido uno de los diez países de esa lista nos coloca en una situación especial: somos el primer país OCDE, que no está en vías de desarrollo, estamos entrando al club de los países ricos y sin embargo nos estamos enfrentando a las consecuencias del cambio climático.
Esta ONG le asigna valor al impacto de las lluvias torrenciales que ocurrieron, por ejemplo, en el norte, y los efectos que eso tuvo, a propósito de los deslizamientos de tierra y otros problemas asociados también a la contaminación ambiental, en zonas de mucha intensidad de la extracción minera. En este escenario, está claro que Chile no está preparado. El año pasado vivimos también la crisis socioambiental de Chiloé, respecto a la cual el Ministerio de Medioambiente reconoció una influencia importante del cambio climático. No es posible establecer que el cambio climático es el único responsables de las catástrofes, pero Chile es vulnerable porque no tenemos presupuestos ni políticas públicas ni tampoco hay diálogo entre ciudadanos y empresas respecto de cómo hacernos cargo y mitigar los efectos del cambio climático.
Las mismas encuestas demuestran que la gente está más convencida del problema, que lo que las autoridades están dispuestos a hacerse cargo. En Chile la gente está más convencida y hay un segmento de empresarios y autoridades que aún no logran comprender la importancia de este tema, que es el más importante del siglo. Hay un grupo muy importante de empresarios poderosos a los que pareciera no importarles esto, pero al menos la gente ya se está moviendo.
Hace poco se estrenó el documental de Leo Dicaprio sobre el cambio climático, donde entrevista a Obama y éste le hace ver su preocupación y compromiso con el tema. Sin embargo, despierta temor lo que va a ocurrir luego de que asuma Donald Trump, el presidente electo de Estados Unidos que dice que no cree en el cambio climático. ¿Cuánto afectará eso al resto del mundo?
Es súper importante. En el acuerdo de París, que ocurrió el año pasado, los países que están siendo más víctimas del cambio climático tuvieron una posición decidida. Uno esperaría que en Chile también hiciéramos la pega, pero lamentablemente el ministro de Medioambiente no pesa lo suficiente y no logramos llegar con ese acuerdo ratificado. Estados Unidos fue uno de los países que en las últimas dos cumbres empezó a tomar una posición más decidida y eso forzó al resto de las naciones a abrir espacio. En este contexto global, luego de que terminó la última cumbre de cambio climático, no hubo un retroceso de otros países que tienen un rol significativo en este problema, como Rusia, India y la comunidad europea.
Yo espero que la evidencia en la ciudadanía y los acuerdos mundiales sobre el tema obliguen a Trump a rectificar su posición inicial, que yo creo que era más para la tele. Lo que import es lo que dice la ciencia y lo que recomiendan los expertos a nivel mundial. Es evidente que no va a colaborar de la misma manera, pero está por verse cómo viene la mano.
En septiembre, Greenpeace dio a conocer un estudio que evidenció la responsabilidad del gobierno en la crisis social y ambiental que vivió Chiloé. ¿Podrías contarnos un poco más acerca de esa investigación y qué ocurre actual
Para quedar completamente claros, lo que ocurrió en Chiloé es lo siguiente: durante 30 años se aprobaron concesiones acuícolas para el desarrollo de la industria del salmón muy intensivas, sin que hubieran planes adecuados de contención con estándares de impacto ambiental muy por bajo la norma de lo que se permite en otras naciones. El resultado fue una industria que generó un conjunto de condiciones de vulnerabilidad tanto social -la salmonicultura generó que todos los trabajadores terminaran trabajando para ellos, porque se degrada el medioambiente- y en paralelo, una crisis ambiental, que sumado a factores excepcionales se cruzó con un fenómeno de marea roja. En ese contexto se provocan varios episodios de bloom de algas que liquidó miles de toneladas de salmón. Como no había plan de contención, se hizo una especie de aprobación express en menos de 24 horas para usar el mar de basurero. Se autorizó casi 10 mil toneladas de desechos que eran peligrosas para botarlas en el mar. El vertido es ilegal, la ley Pesca y Acuicultura establece claramente que el vertido en el mar es un crimen. Se autorizó en menos de 24 horas sin hacer los estudios que son obligatorios en estos casos excepcionales, según la Convención de Londres. Y el vertido se autorizó en una zona inmediatamente cercana a uno de los bloom de algas más enormes que se haya visto en ese período.
Lo que nosotros señalamos es que el fondo del asunto es una industria que opera en complicidad del gobierno, degradando los ecosistemas y que esto se está expandiendo hacia Aysén y Magallanes. La ilegalidad está, no es tan relevante si tuvo o no tuvo impacto, lo grave es haberlo autorizado sin haber hecho los estudios. Nosotros creemos que hubo impacto. Llegamos dos meses después de la autorización e incluso el comité científico del gobierno se autorizó después de que ellos habían dicho que no pasó nada y por el efecto de la presión ciudadana. No conocemos los resultados de ese informe, nos han dicho que lo van a soltar en algún momento, pero todo parece indicar que no sólo negaron la crisis en un principio, no sólo se defendieron diciendo que lo habían hecho todo bien -cuando hay ilegalidad y un crimen de por medio-, no sólo la industria del salmón reporta rentabilidad por el 5%, sino que acá hay una traición a Chiloé y lo que se está haciendo es permitir que la industria de la acuicultura opere con bastante libertad en otras zonas y ahí hay varios ciudadanos en Aysén, Cobquecura y Natales oponiéndose a la expansión.
Recientemente la Cámara aprobó una reforma al Código de Aguas de la dictadura, pero los actores sociales vinculados a movimientos por la defensa del agua aseguran que es totalmente insuficiente. ¿Qué opinan desde Greenpeace?
Que es totalmente insuficiente. Yo recomiendo leer la columna que publicaron días antes de la aprobación Rodrigo Mundaca y Rodrigo Faúndez de Modatima en El Mostrador que es bastante clara. El problema del agua tiene que ver con la garantía objetiva de que el agua esté disponible como un bien para la comunidad y se diseñen estrategias sustentables para posicionarlo como un derecho humano básico. La reforma, sin embargo, corrige en buena medida algunas cosas y la prueba es que varias organizaciones han estado trabajando en eso. Básicamente lo que reconoce este proyecto de ley es un mínimo caudal ecológico y ciertas características que permiten ponerle un parelé a la perpetuidad en la entrega de derechos de agua y reconoce la necesidad de que el agua sea un derecho humano. Es una buena noticia, pero queda mucho por corregir. Yo creo que es una batalla que se va a jugar tanto en la práctica como el ámbito económico y en materia legal. Hay mucho más por hacer todavía y felicitaciones a todos los que estuvieron trabajando en eso.
Siguiendo la agenda de temas para el 2017, muchos de nuestros lectores quieren saber cuáles son los puntos más conflictivos a los que hay que estar atentos. Por un lado está esta normativa que emerge para proteger, en teoría, a los glaciares que ha sido rechazada, pero también hay otros temas. ¿A cuáles seguirles la pista durante el próximo año?
Yo diría que el primero, en el ámbito de la política, tiene que ver con la reforma constitucional. Uno de los puntos de acuerdo transversal es la necesidad de actuar y coordinar cómo nos organizamos en el largo plazo por el cuidado del medioambiente. Yo diría que, en términos generales, vivimos un proceso de transformación y sería bueno saber qué eco va a tener eso en las campañas políticas, si sólo va a tener candidatos que son verdes pero que no llegan a ninguna parte o van a negociar los votos a última hora o si efectivamente vamos a ver una incorporación de la agenda medioambiental en los candidatos que sí van a salir electos. Yo preferiría, por supuesto, lo segundo. Yo creo que ese va a ser el gran tema el próximo año.
En lo específico, me parece que el proyecto glaciar está muerto, sería un gran error o una pésima noticia que la DC y en particular el diputado Chávez volvieran a reflotar un proyecto de ley que hasta la Corte Suprema ha dicho que es un desastre, gestión del Ministro de Medioambiente, que no se entiende cómo trabaja. También esperaría un debate el próximo año sobre la expansión de la industria de la acuicultura, porque ya vimos lo que pasa. Además, en tanto exista vulnerabilidad en las industrias mineras y extractivas el debate sobre proyectos energéticos va a seguir siendo parte.