En el fondo marino del extremo sudoriental de México se instalarán galerías de esculturas humanas destinado a convertirse en un atractivo artístico con fines ambientales.
Cuatro esculturas de cemento con forma humana serán sumergidas en noviembre en aguas del mar Caribe mexicano. Serán las primeras de 400 figuras que conformarán el museo submarino más grande del mundo.
El Museo Escultórico Subacuático estará ubicado en el Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc, en el sudoriental estado de Quintana Roo, que recibe unas 290.000 personas por año. Su misión será atraer a parte de esos turistas, reduciendo la presión sobre los hábitat naturales.
El museo se volverá más atractivo cuando las esculturas empiecen a ser colonizadas por miles de peces de colores, lo que será posible porque el hormigón armado de las esculturas tiene un pH neutro, lo que permite el rápido crecimiento de algas y la incrustación de invertebrados marinos.
“Con el museo submarino garantizaremos una descarga de turistas y, por lo tanto, daremos un descanso a los arrecifes naturales. Es como si fuera un proceso de restauración”, explica a esta periodista el director del parque nacional, Jaime González Cano.
“Al estar más sanos, los arrecifes serán más resistentes a los huracanes”, agrega.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ha advertido que fenómenos meteorológicos extremos como los huracanes serán más intensos y frecuentes a causa del recalentamiento planetario. También prevé una mayor acidificación del océano y el consecuente blanqueamiento de los corales.
“Cuando los arrecifes de coral se blanquean es como si nosotros perdiéramos la pigmentación de la piel. Los rayos ultravioleta nos producirían muchos daños”, explica para este artículo Roberto Iglesias Prieto, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El blanqueamiento hace que los arrecifes pierdan las algas que viven en su interior y de las que se nutren, por lo que mueren de hambre, añade. También se reproducen menos y quedan expuestos a las enfermedades.
Estos fenómenos asociados al cambio climático amenazan la supervivencia de los arrecifes coralinos de todo el mundo. En julio, expertos reunidos en la Royal Society de Londres coincidieron en que estas formaciones podrían desaparecer en este siglo si no se reducen las emisiones de dióxido de carbono.
¿Cómo sería un mundo sin corales? “En el planeta, 200 millones de personas viven de la pesca de especies que habitan arrecifes de coral”, sostiene el académico de la UNAM.
Otros 300 millones de personas se sirven de los arrecifes como protección de zona costeras. “En un huracán, 99 por ciento de la energía de las olas es disipada en el arrecife y no llega a la costa, por lo tanto se protegen vidas humanas y propiedades”, indica.
Por eso, “ante la amenaza global del cambio climático, la protección local de los arrecifes es importantísima”, recalca el investigador.
Es necesario ganar tiempo ante el avance del cambio climático, dice, por ejemplo, reduciendo la presencia de turistas en los arrecifes.
En el Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc, el reto es alejar a los turistas de los hábitat naturales sin perder los 36 millones de dólares que dejan cada año.
Los hechos ocurridos en los últimos años han dado pistas de cómo lograrlo.
González recuerda que en 1997 un crucero destruyó 500 metros cuadrados de corales de la unidad arrecifal Cuevones, en Punta Cancún. Desde entonces se prohibió allí el acceso a turistas.
En 2005 la administración del parque sumergió 110 cúpulas huecas y estructuras de cemento en capas, para crear un hábitat artificial en otra zona llamada Sac Bajo.
“Al principio la gente de Isla Mujeres nos dijo que nunca iban a llevar a los turistas ahí, pero pasados uno o dos años se convirtió en un sitio obligado de visita”, recuerda González.
Y el arrecife de Cuevones, donde ocurrió el encallamiento, es ahora el que se encuentra en mejor estado de la zona. “La única diferencia es que no hay turistas”, dice.
“Al acercarse a los corales, los buzos que tienen poca experiencia pueden darles un aletazo o pegarles con el tanque” de oxígeno, explica González.
“Antes de que se decretara el parque, los turistas incluso se subían y caminaban arriba de ellos, los rompían, los fragmentaban”, continúa.
Ahora hay bollas que marcan límites, y los turistas están obligados a usar chalecos para no sumergirse. Una vez que el museo submarino esté en marcha se exigirá que los buzos adquieran experiencia en hábitat artificiales.
Con estas medidas se busca alargar la vida de los corales y los servicios que ofrecen, como la producción de las arenas blancas del Caribe mexicano, resultado de la erosión de los arrecifes.
Los corales también “tienen el potencial de contener sustancias o fármacos que pueden ser útiles a la humanidad”, aclara el comisionado nacional de Áreas Naturales Protegidas en México (Conanp), Ernesto Enkerlin Hoeflich.
“Además actúan como sumideros de carbono y, por su enorme belleza, constituyen un atractivo turístico y una oportunidad de reconectarse con la naturaleza”, agrega, y por eso el Conanp apoya con recursos y permisos la creación del Museo Escultórico Subacuático.
El año pasado, el propio comisionado buceó en aguas caribeñas para observar los resultados de las bolas de cemento sumergidas en 2005, y que actúan bajo el mismo principio de las estatuas.
“Es una experiencia única… ser testigo de la rápida colonización de las esferas por miles de peces de decenas de diferentes especies y ver que, así como en ocasiones dañamos la naturaleza, los humanos también podemos hacer algo por restaurarla”, reflexiona.
El director del parque nacional, Jaime González, calcula que para abril de 2010 habrá instaladas unas 250 esculturas en el museo. El costo total del proyecto ronda los 350.000 dólares.
Su responsable artístico es Jason de Caires Taylor, famoso por sus esculturas submarinas, pero se buscará la participación de otros artistas.
En Isla Mujeres no creen que aumente la afluencia de turistas, pero sí consideran que el proyecto le dará identidad internacional al parque.
Cada obra tendrá el tamaño de un ser humano y contará con una base de cuatro metros cuadrados. Además, habrá galerías temáticas.
Una de ellas, «El atrapador de sueños», será la figura de una persona que clasifica las botellas que quedaron a la deriva con mensajes enviados por náufragos. Otra llevará por nombre «Recolectora de corales» y también se esculpirá un ejército maya.
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El Ciudadano