Una inmaculada playa de las costas de Nueva Zelanda, pronto podría quedar en las seguras manos del dominio público si Duane Major, líder de la causa, logra su deseo de reunir los fondos necesarios mediante una campaña de financiamiento colectivo (crowdfunding). La meta en dinero es de 2 millones de dólares neozelandeses (casi mil millones de pesos chilenos)
Justo antes de navidad, se ofreció a la venta una extensión de doradas playas en el parque nacional Abel Tasman, por la suma de 2 millones de dólares neozelandeses. Si alguien compraba este tramo de litoral, sus aguas turquesas y flora nativa habrían quedado restringidas el acceso público.
La propiedad incluye tres edificios, 800 metros de playa y siete hectáreas de tierra firme.
Durante un almuerzo de navidad, Major y su cuñado Adam Gard’ner estaban quejándose por la posibilidad de que los neozelandeses perdieran el acceso libre a esta playa de la Isla Sur.
«Queríamos que los neozelandeses defendieran sus valores, su habilidad de creer en ellos mismos y de decir ‘podemos hacer esto, podemos salvar esta playa'», dice Duane Major.
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Fue así como hace tres semanas los dos amigos abrieron una página de donaciones (crowdfunding), para reunir los fondos para comprar la playa; un proyecto que, de ser exitoso, resultará en la entrega de esta playa paradisíaca al Departamento de Conservación o algún «fideicomiso adecuado» que garantice su libre acceso. Para lograr el cometido, la campaña pide mil NZ$1000 por persona.
El jueves las donaciones ya juntaban un total de NZ$1,4 millones de más de 22 mil colaboradores. Quedan 5 días de campaña para juntar los 600.000 que faltan.
«Esta es una oportunidad para que los neozelandeses reconozcan esta acción como una postura acerca de la forma en que queremos que se cuiden estos lugares especiales; de la forma en que queremos vivir y criar a nuestros hijos en este país. Podemos financiarlo, no somos tan pobres. No podemos darnos el lujo de no hacerlo», declaró Major.
El agente estatal Glem Dick, quien maneja la venta de esta playa, dijo que la campaña de fondos había generado «una extraordinaria respuesta de la gente de Nueva Zelanda».
«La primera vez que oí de su plan, pensé que era muy, muy optimista. Nunca antes hemos visto algo como esto. Pero muy bien por ellos; están probando a todos que tenían razón y parece que toda Nueva Zelanda los apoya», agregó.
Durante las últimas tres semanas, la página de Major en Givealittle, no sólo ha recibido miles de donaciones -personales y de empresas-, sino también una amplia cobertura de los medios nacionales y un apoyo masivo.
Y aunque ha habido llamados para que el Gobierno se manifieste con el financiamiento de los miles que faltan, Major confía en que la playa puede ser comprada por y para los ciudadanos de Nueva Zelanda, sin ayuda del gobierno.
«No queremos lidiar con esto en términos políticos o de grandes negociados; queremos ser capaces de tener éxito como personas comunes y corrientes. Lograr algo como esto daría mucho poder al kiwi promedio», explica el líder de la campaña.
El jueves el hombre de negocios y empresario Gareth Morgan ofreció poner los 600 mil restantes, con la condición de que una parte de la playa quedara en sus manos, de manera privada, y que sólo después de su muerte pasara al público.
«No vamos a aceptar el ofrecimiento de Morgan», dijo Major. «Gracias, pero ‘no, gracias’,» reiteró.
Traducción: El Ciudadano.
Fuente: The Guardian