La nave japonesa y único barco ballenero factoría operando actualmente, la Nisshin Maru, podría verse restringida de operar en la Antártica debido a la adopción de nuevas medidas de regulación.
De acuerdo a una reciente investigación del diario Sydney Morning Herald, la embarcación ballenera nipona no cumpliría con las nuevas regulaciones adoptadas por la Organización Marítima Internacional (OMI) de las Naciones Unidas.
La nave, que es clave para el desarrollo del denominado programa de “caza científica” en la Antártica, JARPAII, podría quedar fuera de operaciones en aguas antárticas debido a que el tipo de combustible que utiliza será prohibido, la seguridad y resistencia de su casco es inferior a los nuevos requerimientos, y el descarte anual de miles de toneladas de carne y órganos provenientes de los animales capturados será prohibido en la zona antártica.
Las regulaciones fueron respaldadas por el Tratado Antártico después de una serie de accidentes que involucraron a la flota ballenera japonesa en el Océano Austral, así como embarcaciones de turismo.
Con 22 años de funcionamiento y un peso de ocho mil toneladas, la Nisshin Maru pertenece a la compañía Kyodo Senpaku, que a su vez es propiedad del Instituto de Investigación de Cetáceos de Japón (ICR por sus siglas en inglés), institución a cargo de los programas de “caza científica” en la Antártica y el Pacífico Norte que son financiados por el gobierno de Japón.
La nave procesa y almacena la carne de ballena obtenida en cada temporada de la denominada “caza científica” llevada a cabo por Japón en aguas del Santuario Ballenero Austral.
NAVE DE LA MUERTE
La nave no sólo es la responsable de la muerte de decenas de miles de ballenas durante las últimas décadas. En los últimos dos años, la historia del Nisshin Maru se ha visto marcada por dos incendios y la muerte de tres tripulantes durante las operaciones balleneras antárticas.
En 2007, y luego de un incendio que ocasionó la muerte de dos tripulantes y dejó a la embarcación peligrosamente a la deriva cerca de una de las mayores colonias de pingüinos de adelia, la Nisshin Maru amenazó el delicado ecosistema del Mar de Ross con el posible derrame de mil toneladas de combustible.
NUEVAS MEDIDAS DE SEGURIDAD MARÍTIMA EN LA ANTÁRTICA
El Comité de Medio Ambiente de la OMI se reunió en Londres durante la semana pasada para adoptar una medida que prohíbe la utilización de combustible pesado en el área del Tratado Antártico, lo que deberá cumplirse en su totalidad en el 2011. Sólo se aplicarán excepciones a aquellas embarcaciones involucradas en operaciones de seguridad o de búsqueda y rescate.
Los registros balleneros japoneses en la Antártica evidencian que las operaciones de “caza científica” de ballenas se realizan en su totalidad dentro del área del Tratado Antártico.
El Comité de Seguridad de OMI también aprobó una nueva serie de medidas sobre los tipos de embarcaciones que podrán operar en las aguas polares, que deberían ser adoptadas este año por la Asamblea General de este organismo internacional.
Si bien la Nisshin Maru podría cumplir con algunas de las medidas de seguridad adoptadas por la OMI, inminentemente se diferenciará de otras embarcaciones polares por la inferioridad de su casco y ausencia de resistencia al hielo. La nave no cuenta con el sistema de doble casco requerido actualmente y de acuerdo al registro del grupo de seguridad Lloyd Register la nave no cuenta con ningún tipo de refuerzo para el hielo.
Los informes entregados por el ICR a la Comisión Ballenera Internacional (CBI) dan cuenta que el barco factoría navega rutinariamente en aguas plagadas de capas de hielo suelto y icebergs.
Los lineamientos de la OMI para la operación de naves en aguas cubiertas de hielo, solicitan a la industria aplicar las mejores prácticas contra “descargas operativas”, que fortalecen las regulaciones del Tratado Antártico y prohíben la descarga de deshechos al mar. Sin embargo, la flota ballenera nipona descarta anualmente miles de toneladas de carne y órganos de ballena al Océano Austral durante la temporada de “caza científica”.
Elsa Cabrera, directora del Centro de Conservación Cetacea, afirmó que “durante los últimos años ha quedado en evidencia que la flota ballenera nipona constituye una amenaza para el ecosistema antártico y la propia seguridad de su tripulación. En sólo dos años hemos sido testigos de incendios, explosiones y muertes relacionadas a la flota nipona en la Antártica, por lo que esperamos que las nuevas regulaciones prohíban de manera efectiva una nueva tragedia ambiental y/o humana de parte de la flota ballenera nipona”.
Por su parte, Juan Carlos Cárdenas, director ejecutivo del Centro Ecoceanos, afirmó que “las evidentes características sub-estándar de la nave cazadora Nisshin Maru en el área del Tratado Antártico constituye todo un símbolo de la obsolescencia tecnológica y política de las operaciones de caza ballenera de Japón, las cuales ya no van en el sentido del proceso de modernización de la Comisión Ballenera Internacional, ni de los lineamientos de la OMI, y menos de las regulaciones del Tratado Antártico”.
Centro de Conservación Cetácea
El Ciudadano