El documental “La Ensenada”, del director Louis Psihoyos desenmascara la matanza anual de miles de delfines en las aguas costeras de Taiji, una pequeña localidad de Japón. Desde su estreno en enero del 2009 ha sido galardonado con cerca de 50 premios internacionales, incluyendo el Oscar como mejor documental del año, el pasado mes de marzo.
En 2008, Psihoyos y su equipo, junto al Centro de Conservación Cetacea presentaron una sinopsis del documental durante la reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) que se realizó en Santiago de Chile, con el fin de alertar a los gobiernos presentes y la ciudadanía chilena sobre el peligro que representa para la salud humana el consumo de los productos obtenidos, debido a los altos niveles de mercurio y otros contaminantes que se almacenan en la carne y los órganos de estos mamíferos marinos.
El documental, además de narrar la sangrienta matanza anual de más de 23 mil delfines en las costas de un pequeño pueblo nipón, denuncia las implicancias que tiene la contaminación de los océanos y devela los tejemanejes de la política internacional de Japón como la compra de votos en la CBI por parte de este país.
Para Psihoyos, “es una película política, sociológica, psicológica, ecologista y humanitaria. Funciona en muchos niveles, es muy compleja”. La idea, según cuentan sus realizadores, surgió de un congreso, donde Psihoyos conoció a Rick O’Barry, ex proveedor de delfines para zoológicos y entrenador de los simpáticos protagonistas de la serie “Flipper”, quien luego de vivir y ser testigo de esta horrible industria, se convirtió en activista contra la industria ballenera y del cautiverio.
Los realizadores junto a un pequeño equipo de buceadores, informáticos e ingenieros viajaron a Taiji, un pueblo costero de Japón con el fin de documentar la captura y matanza de delfines que se realiza anualmente en esa localidad. Las grabaciones las hicieron camuflados, saltándose prohibiciones y sorteando amenazas y actitudes hostiles, incluso de la Policía local.
Pero el director ha denunciado la coerción de las libertades civiles en alusión a la tácita censura que el film ha sufrido en los medios nipones.
Si bien el 26 de junio se estrenará el filme en cerca de 25 cines de Japón, el documentalista reveló que “justo ahora un grupo de extrema derecha en Tokio está amenazando a los distribuidores”, pero añade que cree que podrán estrenar igualmente ya que “los activistas están contraatacando.
Todo esto está creando más interés del que podríamos generar con publicidad”. Recalca además que “muchas personas por todo el mundo nos han dicho que les hemos abierto los ojos. Incluso en Japón, donde la gente no tenía ni idea de que esto ocurría, porque se mantenía en secreto”.
Psihoyos comenta que en Japón “hasta me amenazaron de muerte. Varias veces. Aunque también hay que ser justo: algunos quisieron ayudarme, pero siempre bajo la condición de no desvelar nada sobre su identidad”.
Así, la controversia en torno a «The Cove», se ha ampliado a un debate sobre la libertad de expresión en el país asiático.
Tres teatros cancelaron la semana pasada la exhibición de la película tras recibir llamadas de personas furiosas y amenazas de protestas de grupos nacionalistas. También se prohibió su rodaje en una base militar estadounidense en Japón por considerarse demasiado controversial y en otros 23 teatros aún estudian si la exhibirán o no, según la distribuidora japonesa Unplugged.
Luego de las cancelaciones, un grupo de periodistas, académicos y cineastas japoneses firmaron una carta exhortando a los teatros a no retirarse y diciendo que el asunto «subraya la debilidad de la libertad de expresión en Japón».
La libertad de expresión está garantizada en la constitución japonesa, pero muchos japoneses temen las manifestaciones descontroladas de grupos nacionalistas.
Hace dos años, iracundas llamadas telefónicas llevaron a varios teatros a cancelar la presentación de «Yasukuni», una cinta sobre un santuario de guerra japonés que honra a soldados caídos, incluyendo a líderes militares ejecutados como criminales de guerra.
El miércoles pasado, más de 600 personas se congregaron en un salón cívico en Tokio en una rara oportunidad de ver «The Cove». Las colas se formaron horas antes de que abrieran las puertas y los espectadores se desparramaban por el vestíbulo para ver el filme en video. Aparte de unas pequeñas exhibiciones privadas, fue la primera vez que el documental se mostró en Japón desde octubre, cuando se exhibió en el Festival Internacional de Cine de Tokio.
El evento se planificó originalmente para discutir la película pero terminó por enfocarse en las cancelaciones teatrales, reflejando el cambiante debate en torno al filme.
Bárbara Galletti, presidenta del Centro de Conservación Cetacea, destacó que “es escandaloso que ver cómo en el país nipón se coarta la libertad de expresión y libre derecho a la información de sus propios ciudadanos para informarse del crimen que se está cometiendo, no solo por la masiva matanza oculta de delfines, sino por el grave atentado contra la salud y la vida de su población a quienes están intoxicando lentamente con carne altamente contaminada.”
En este sentido, Galletti concluyó que “si las altas esferas de la comunidad japonesa ocultan información vital, engañan a sus ciudadanos y coartan la libertad de expresión, no podemos imaginar qué podría suceder si en esta próxima Comisión Ballenera Internacional se aprueba una propuesta ballenera engañosa que pretende reanudar la caza comercial de ballenas a nivel global, bajo la vana escusa de pretender ‘regular’ mejor la caza de estos mamíferos marinos que países como Japón no han cesado a pesar de la moratoria existente desde 1986.”
Fuente: www.ccc-chile.org