Meses atrás muchos se alegraron cuando un par de comunidades mayas en Campeche ganaron un litigio contra la comercialización de soya transgénica. En este estado los apicultores tuvieron que dejar de producir miel orgánica, ya que el polen de las abejas se encontraba contaminado de soya transgénica. Luego de una lucha legal que duró más de dos años, dos comunidades del municipio de Cancabchen, Hopelchén y Pac-Chen consiguieron la cancelación de la siembra comercial de soya transgénica.
En Yucatán, una sentencia similar va nuevamente contra Monsanto, la empresa de transgenia más repudiada y recusada del mundo. La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) en 2012 otorgó un permiso a Monsanto para poder realizar siembra comercial transgénica de soya, y hace algunos días, el Juez Primero de Distrito en el Estado de Yucatán anuló la medida.
El juez ordenó, que «deberá respetarse la libre autodeterminación de los pueblos, y que para cualquier resolución sobre transgenia comercial de soya, deberá hacerse una consulta pública en comunidades indígenas de Ticul, Santa Elena, Oxkutzcab, Tzucacab, Tekax, Peto y Tizimin».
Para algunos resulta evidente que el gobierno federal, en mancuerna con Monsanto, buscan impulsar la implantación de la transgenia ya que en menos de un año, ambos han interpuesto al menos 60 impugnaciones. Entre ellas 14 recursos de amparo contra la medida judicial que detuvo, al menos temporalmente, la siembra de maíz transgénico en México.