Paul Watson, el histórico activista en defensa de los océanos, está en libertad bajo fianza en Alemania, donde se ejecutó una orden de arresto costarricense. Desde allí ha hecho pública una carta en la que responsabiliza a la mafia del aleteo de tiburón en Costa Rica de esta «venganza». Watson, según sus abogados, ha llegado a un acuerdo con el Gobierno de Costa Rica.
El portal El País de Costa Rica informa que «el capitán Paul Watson, de la organización SeaShepherd, viajará voluntariamente a Costa Rica para enfrentar cargos judiciales, y para patrullar los mares, junto con guardacostas nacionales, para impedir la pesca ilegal de tiburones». Según el diario digital «las negociaciones se han realizado, debido a la imagen negativa de Costa Rica, que está generando la detención de Watson en todo el mundo, y principalmente en Europa, donde la Presidente Laura Chinchilla se encuentra de gira oficial».
Horas antes, Watson hacía pública esta carta:
«Saludos desde Alemania,
Me gustaría agradecer a todo el mundo por el increíble apoyo durante la última semana que he pasado en una prisión de Frankfurt. La gente de Sea Shepherd Alemania ha sido maravillosa y soy feliz viendo tanto apoyo por parte de los seguidores en Costa Rica y en todo el mundo.
Tenemos a un excelente equipo legal internacional trabajando duro para resolver este asunto legal. Estoy seguro que hará lo mejor que pueda en todos los frentes implicados en este caso.
Aunque no tengo ninguna razón para creer que el sistema legal costarricense no me someterá a un juicio justo, lo que me preocupa no es el sistema judicial sino la realidad de que la mafia del shark finning [aleteo de tiburón] en Costa Rica haya puesto un precio a mi cabeza y una prisión costarricense daría una excelente oportunidad a cualquiera para cumplir este contrato letal contra mí. Durante las últimas dos décadas hemos costado a los cortadores de aletas una gran suma de dinero y quieren su venganza. Necesitaría absoluta garantía de que las autoridades costarricenses no me pondrán en una posición que ponga mi seguridad en peligro cuando regrese a Costa Rica para probar mi inocencia.
Hay dos puntos muy importantes que me gustaría puntualizar. El primero es que aunque mi arresto y detención hayan sido el foco de este increíble apoyo, el hecho es que esto no tiene nada que ver conmigo. Tiene que ver con nuestros océanos y con la amenaza creciente de la disminución de la diversidad de vida en nuestros mares. Tiene que ver con los tiburones, las ballenas, las focas, las tortugas marinas y los peces.
Esta es una oportunidad para que la atención internacional se centre en lo que les está ocurriendo a los tiburones y en especial para ilustrar que hay elementos en Costa Rica responsables de un gran tráfico ilegal de aletas de tiburón.
En segundo lugar quiero dejar muy claro que me pase lo que me pase no afectará a nuestras campañas. He delegado la responsabilidad de dirigir mis barcos a mis competentes capitanes y estarán defendiendo a los tiburones este verano en el Pacífico Sur y a las ballenas en el Santuario de Ballenas del Océano Antártico. Los Guardianes de la Cala regresarán en setiembre a Taiji, Japón, para defender a los delfines.
Afortunadamente Sea Shepherd ahora es mucho más grande que yo y tenemos la gran suerte de contar con una legión de voluntarios apasionados, dedicados, valientes y emprendedores en todo el mundo. Si me impiden servir en el frente en alta mar, serviré como símbolo de resistencia contra la destrucción de nuestros océanos desde dentro de una celda.
El poder y la avaricia no se rinden fácilmente y la historia ha demostrado que algunas veces la prisión es una prueba que debe sufrirse con el fin de sacudir los cimientos de los poderosos intereses especiales. Tal y como Mandela, Gandhi, Thoreau, Aung San Suu Kyi y tantos otros han demostrado, no hay ninguna vergüenza en el encarcelamiento.
El poder no renuncia fácilmente y las fuerzas que se oponen a nuestros esfuerzos son inmensas como las industrias del shark finning, la pesca de atún rojo, las matanzas de ballenas y de delfines y los gobiernos que apoyan este comercio de la muerte como Japón, Costa Rica, Noruega, Islandia, Malta, Canadá, etcétera. A veces me sorprende de que hayamos hecho algún progreso pero por supuesto que hemos progresado y seguiremos ganando victorias por nuestros clientes en el mar, no importa qué obstáculos se arrojen en nuestro camino, porque Sea Shepherd no es solo yo, ahora es un movimiento internacional y nuestra bandera es cada vez más conocida y respetada y lo que es más importante, nuestro legado más perdurable son las miles de ballenas, las decenas de miles de tiburones, los cientos de miles de focas y los millones de peces que ahora nadan libres en el mar y que de otro modo hubieran sido asesinados cruelmente de no ser por nuestra intervención.
Al fin y al cabo tiene que ver con ellos y no con nosotros.
Dedicamos nuestra pasión y a cambio cosechamos las semillas siempre perdurables de la vida».
Equipo Otramérica