Pedro García un abogado defensor de los derechos de los pueblos indígenas

El sábado 11 de julio falleció Pedro García Hierro hecho que enluta al movimiento indígena en esta parte del continente

Pedro García un abogado defensor de los derechos de los pueblos indígenas

Autor: mauriciomorales

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El sábado 11 de julio falleció Pedro García Hierro hecho que enluta al movimiento indígena en esta parte del continente. En momentos aciagos como este donde la ausencia física de alguien tan vital nos deja consternados buscamos cómo reencontrarnos con el ausente. Que mejor oportunidad que compartir la entrevista que publicó el portal España Buenas Noticias en el que realiza una semblanza de Perico y su compromiso de vida con la causa indígena.

Pedro García, un abogado madrileño que lleva más de 40 años defendiendo los derechos de las comunidades indígenas del Amazonas
Marchó a Perú en 1971 y desde entonces ha dedicado sus días a aprender y comprender a los pueblos indígenas de Hispanoamérica para luego poder luchar por sus intereses. Colaborador de la ONU y de otras entidades internacionales, el español nos habla de su historia y su pasión.

22 de julio, 2014.- Pedro García Hierro nació en Madrid, aunque lleva afincado en América Latina desde 1971, concretamente en Perú. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de la capital española y la Pontificia Universidad Católica del Perú, lleva casi toda su vida trabajando con diversas organizaciones indígenas internacionales en la defensa de los derechos colectivos de estos pueblos -la mayoría de los cuales se sitúan en la zona del Amazonas y el río Marañón- así como en la necesidad de impulsar reformas democráticas interculturales.

Su inconmensurable labor durante este tiempo le han proporcionado gran prestigio internacional, ocupando actualmente el cargo de director del Programa Indígena del Centro de Políticas Públicas y Derechos Humanos, Perú Equidad y siendo colaborador habitual de la Organización para las Naciones Unidas (ONU). De hecho, hace poco García visitó España para pasar unos días de vacaciones tras intervenir en Nueva York en una sesión del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU en representación del Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA) y la Asociación Perú Equidad.
En España Buenas Noticias hemos aprovechado su presencia en nuestro país para hablar sobre su trayectoria y sobre los logros que se han alcanzado en su campo de actuación en las últimas décadas.

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– Pedro, ¿cómo un abogado madrileño acabó defendiendo los derechos de las comunidades indígenas del Amazonas? ¿Qué le movió a ello?
Esa pregunta presupone que uno tiene siempre un absoluto control sobre su destino. Habitualmente hay un cúmulo de circunstancias que le van llevando a uno de un lado para otro. La España de la que me fui no estaba siéndome cómoda, ni para mí segura, y aunque había vislumbrado un buen objetivo de trabajo con la Cooperativa Coopozo, en Entrevías -una de esas joyas poco conocidas de la historia empresarial utópica española-, no veía muchas posibilidades de cambio en aquellas circunstancias.

Franco y su pavorosa corte eran demasiado enemigo para alguien con poca madera de mártir. La casualidad hizo que me propusieran la idea de trabajar con unas comunidades indígenas de la Amazonía peruana. Hoy podría dar miles de razones que explicarían mi cercanía ideológica y afectiva con ese tipo de vida que, de conocerla, me hubieran movido a esa opción con toda la fuerza del mundo. Pero en aquel momento lo ignoraba todo, así que posiblemente me animaron las palabras: Amazonía, comunidad, indígenas, lejos… No tengo la menor idea.
Pero como su pregunta tiene dos puntas, por qué me fui y cómo es que acabo, es la segunda la más interesante, ya que no me veo yo haciendo otra cosa que tratar de demostrar al mundo que estos millones de personas a las que hace cinco siglos pillamos de improviso para destruirles y expoliarles (en África, en los mares del sur, en América…), aún pueden mostrarnos aquellos caminos que estaban ahí, incluso en nuestras áreas rurales, antes de que nos volviéramos locos.

Caminos para una vida decente y humana, solidaria y amable, austera y gozosa, duradera y creativa. Es cierto que con el pasar del tiempo entiendo que la lucha es desproporcionada, y no soy tan imbécil como para no darme cuenta de que si un pequeño grupo de personas a las que nadie conoce ha logrado hacer de todo el resto de los humanos una especie de caricatura lamentable de lo que debiéramos ser como personas, las evidencias que puedan aportar aquellos que fueron nuestras víctimas para ayudarnos a reflexionar sobre nuestro futuro, no tienen muchas posibilidades de hacer fortuna. Pero al menos, y con lo que he aprendido de unos y de otros, trato de hacerles justicia y sacarlos de los líos en que se meten por salvaguardar su racionalidad existencial. Y eso, saber que de alguna manera estoy apoyando a que gente como Kinin o como mi suegra Untuch Victoria, y tantos otros amigos entrañables, puedan seguir manejando su vida por un tiempo más, aún temiendo que sus nietos posiblemente ya no puedan hacerlo, me compensa y me motiva a seguir haciendo lo que hago. Es esa exhibición de verdadera humanidad la que me fascina en su apabullante naturalidad.

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– Lleva 40 años trabajando en Iberoamérica. ¿Podría compararme a grosso modo la situación que encontró al llegar con la actual?
Algunos años más. Yo llegué al Perú en 1971, a comienzos. Había una revolución, militar pero revolución al fin y al cabo, y por cierto muy interesante a pesar de un fuerte empeño por destacar sus fracasos y no sus inusitadas propuestas; nunca en el Perú en el que yo he vivido se volvió a gobernar pensando en el largo plazo y en la idea de algo parecido a una patria y no de colonia o de negociado ultramarino.
Comparar situaciones puntuales ubicadas al comienzo y al final de casi medio siglo resulta complicado. Por lo que hace al movimiento indígena, era un momento donde las reformas agrarias habían proliferado en varios países y las poblaciones rurales se habían consolidado alrededor de movimientos clasistas, en tanto que campesinos o sindicalistas. La cuestión indígena no estaba en el ambiente, de tal manera que muchos amigos metidos en lo social consideraban que dedicar el tiempo a las comunidades indígenas era una especie de retorno al anarquismo utópico. Se trataba de vincular casi todas las reivindicaciones rurales al tema de la tierra como un factor de producción y de ahí que la idea expansiva de la territorialidad de los pueblos indígenas amazónicos resultaba casi insultante; se planteaba como una pretensión de corte prácticamente terrateniente y hasta el mismo vocablo “indígena” se había desprestigiado mucho. Para los indígenas, y mucho menos para los amazónicos, no se habían definido otros derechos que los derivados de una concepción tutelar del Estado.

– ¿Y en la actualidad qué podemos encontrarnos?
En el momento actual la dinámica de los movimientos sociales americanos con reivindicaciones netamente indígenas ha adquirido protagonismo y en varios países son ellos los que están a la vanguardia de lo social. Al parecer, bajo esta perspectiva los movimientos sociales resultan más molestos para el aparato que con las reivindicaciones de corte salarial y gremial. Por lo que hace a la Amazonía, los indígenas se han convertido en un verdadero dolor de cabeza para un capitalismo agresivo, depredador y poco ético que, paradójicamente, se afirma sobre un proletariado migrante y una población campesina desplazada que necesitan de tierras y puestos de trabajo para subsistir, lo que complica mucho la situación y la posibilidad de las alianzas.
Ayer como hoy, las tierras y territorios indígenas son objeto de la codicia del capitalismo, pero hoy la agresividad es mayor por haber adquirido mucho mayor valor económico los recursos de estos territorios, por el hecho de haber llegado a ser sus estrategias más efectivas por más experimentadas, por contar con complicidades políticas mucho más firmes y más poderosas y porque el posicionamiento del Estado, al menos en el caso peruano, es mucho más sumiso y corrupto.

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– ¿Cuáles han sido los principales avances experimentados en los últimos años en cuanto a derechos humanos en estas zonas?
Cuando dice estas zonas está hablando de algo muy grande y muy diverso. Yo he tenido la oportunidad de trabajar con mayor o menor dedicación en Perú, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Guatemala y Colombia. Y en cada uno de esos países han ocurrido procesos distintos. Por lo general, los pueblos indígenas no contaban con derechos reconocidos en las Constituciones nacionales o, cuando se hacía alguna mención, era de corte anacrónico, si no racista. Las luchas indígenas en todo el mundo han impulsado cambios revolucionarios en el derecho internacional que poco a poco se han ido reflejando en las Constituciones y leyes nacionales. Es una historia que ha ido buscando la recuperación de cada derecho conculcado por la Colonia: el derecho a contar con un propio idioma, una propia religión, una propia educación, un propio sistema de salud, un territorio propio, una autonomía de gobierno. Por último, con la reciente Declaración de Naciones Unidas de 2007, los pueblos indígenas han recuperado el derecho fundamental a determinarse libremente y en igualdad con los demás pueblos y naciones del mundo. Los Tribunales Constitucionales y el Sistema Interamericano de Derechos humanos así como los diversos órganos de control de las Naciones Unidas amplían permanentemente con su jurisprudencia la cobertura de estos derechos finalmente reconocidos.

El problema es que, a medida que los pueblos americanos y otros pueblos originarios del mundo iban recuperando la normalidad en lo jurídico, en el ámbito internacional, los Estados colonizados y colonizadores han visto urgente y necesario apretar las clavijas para evitar perder lo que de ninguna manera quieren dejar en manos de quienes fueran sus dueños antes de las invasiones coloniales. Y es así que si bien existe una excelente plataforma de derechos que permitirían perfectamente a los pueblos originarios determinar su destino y definir su propio desarrollo, la brecha de implementación se ha abierto hoy más que nunca, incluyendo la permanente criminalización de aquellos que reclaman el cumplimiento de dicha plataforma, sean dirigentes o acompañantes técnicos.
Las violaciones a los derechos indígenas son una constante y en ello contribuyen los Estados nacionales, las empresas transnacionales y los gobiernos de los países en que se domicilian estas empresas.

– Actualmente, es usted director del Programa Indígena del Centro de Políticas Públicas y Derechos Humanos, Perú Equidad y además colabora con la ONU y ofrece charlas por todo el mundo. ¿En qué proyectos o acciones concretas se encuentra trabajando ahora?
Bueno, la verdad es que no me dedico a dar charlas, aunque lo hago cada vez que hay un caso que amerita visibilidad y me facilitan el viaje. Con la ONU y con algunas de sus agencias he realizado trabajos y presentaciones esporádicas, Aunque he escrito mucho, tampoco me considero un académico porque esencialmente no lo soy. Siempre valoré la teorización a partir de la praxis colectiva de tal manera que casi siempre, al escribir, trato de sistematizar experiencias en las que he participado pero donde el protagonismo es colectivo. Me gusta mucho estar en las comunidades y es ahí donde yo aprendo e intento comprender e interiorizar sentimentalmente las razones que luego trato de defender como abogado.
Perú Equidad es una instancia de apoyo jurídico diversificada. El Programa Indígena es muy nuevo y tratamos de incidir en políticas públicas, a través de capacitación a organizaciones, a miembros del gobierno, del poder judicial y del ministerio público, a maestros indígenas a colectivos de mujeres. Nuestro fuerte es la territorialidad como el espacio en que un pueblo puede desarrollar sus derechos y determinar su modo de vida. Tratamos de analizar las políticas públicas diseñadas para la humillación y la descalificación de las formas de vida de los pueblos indígenas y debatir alternativas entre actores con diferentes intereses y perspectivas. Hacemos, o lo intentamos, interculturalidad jurídica.

– Me imagino que habrá tenido que enfrentarse a muchas situaciones laborales difíciles. ¿Qué enseñanzas personales ha sacado de esos momentos vividos?
A decir verdad, yo he disfrutado mucho trabajando durante estos años en las comunidades indígenas, tanto de Perú como de otros países. Antes se ganaban muchas de las batallas y aunque hubiera pasado de todo durante el proceso (incluyendo tragedias como las muertes de amigos o de dirigentes, amenazas, penurias, denuncias, meses de andar por el monte sin ver a la familia) terminar con lacras históricas como la esclavitud de indígenas en Atalaya después de ocho años de trabajo o la titulación de más de 10 millones de tierras indígenas con la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) y cosas similares en las que uno puso su granito de arena, compensan por todo. Ahora ya es más difícil ganar y muchas de las peleas se saben perdidas de antemano porque la ambición es mayor y más poderosa que nunca y el movimiento indígena pasa por un mal momento que yo espero que termine pronto.
Tal vez la enseñanza más grande que me ha dado la vida es la de saber que todos nos parecemos mucho, principalmente en lo que se refiere a las necesidades, y que más bien haríamos en darnos por enterados de eso para mejorar nuestra vida y la de los de nuestro alrededor. Una lección magistral me la da mi esposa; cuando atravieso malos momentos, siempre recuerda aquello de “ladran Sancho, señal es que avanzamos”. Solo por eso El Quijote merece la inmortalidad y si no que se lo digan a estos jóvenes profesores que han removido el ambiente político de esta España tan rancia y poco atractiva políticamente hablando.

– Por último, a su parecer, ¿por qué derechos deberían seguir luchando los españoles?
Yo llevo demasiado tiempo fuera como para contestar una pregunta como esta. Pero los derechos no son muy diferentes en cada lado. Solo que a esta parte del mundo las cosas les van muy bien, aunque no haya conciencia al respecto, y es difícil obligar a personas inmersas en la comodidad a que miren hacia otros lados para ver cómo les va a los demás. La igualdad es el derecho sustancial de la humanidad, el que nos debiera definir. De ahí se derivan otros tan importantes como el derecho a la dignidad, a la alimentación, a la familia, al medio ambiente. Pero para lograrla hace falta sacrificar mucho, lo decía Moustaqui, y ser muy valientes en un mundo donde los recursos se manejan, a vista y paciencia de todos, por unas muy pocas personas, unas muy pocas naciones y unas muy pocas generaciones.

Muchas gracias Pedro.

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Fuente: Servindi


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