Los plaguicidas son usados en predios agrícolas para el control de plagas, insectos o roedores. La industria que los fabrica crece a pasos agigantados, tanto como las denuncias de los daños que han causado al medio ambiente y a personas. Según la OMS dos millones de seres son expuestos cada año a su contacto y unas 200 mil mueren por ello.
En noviembre de 2002, El Consejo de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) aprobó una revisión del Código de Conducta sobre la Distribución y el Uso de Pesticidas, el cual plantea la responsabilidad de los gobiernos en su regulación, el apoyo a países con dificultades técnicas para asumir los riesgos de su utilización y la importancia de contar con buenas prácticas de producción y comercio.
Sin desconocer el esfuerzo que han realizado distintos países por recrudecer las medidas de control en su uso, las cifras hablan por sí solas. Según la OMS (Organización Mundial para la Salud) dos millones de personas son intoxicadas por plaguicidas al año en el mundo por exposición directa e indirecta y unas doscientas mil personas mueren.
Un estudio conjunto de la Universidad de Harvard y de la Universidad del Sur de Dinamarca indica que muchos pesticidas utilizados en la Unión Europea dañarían el crecimiento cerebral de los fetos y niños pequeños, provocando una toxicidad para el desarrollo neuronal irreversible.
Sin ir más lejos, en nuestro país también se han elaborado estudios que muestran la alta incidencia que tienen estos productos químicos en la presencia de malformaciones en recién nacidos. Según el estudio elaborado por las obstetras de la Unidad de Genética del Hospital Regional de Rancagua, Alejandra Rojas y María Elena Ojeda, indica que del total de nacidos entre los años 1996 y 1998, 429 casos presentaron malformaciones, de los cuales el 27.65% sus progenitores trabajaban en predios agrícolas, mientras que un 19.22% viven en zonas cercanas a terrenos agrícolas expuestos a los pesticidas.
CONTROL DE PLAGAS V/S SALUD AMBIENTAL
El Sistema de Buenas Prácticas de Manufactura (BPMs) y los Procedimientos Estandarizados de Operaciones Sanitarias (SSOPs, por sus siglas en inglés), son utilizados ampliamente en la industria alimentaria en muchas regiones del mundo.
Ambos sistemas establecen las bases fundamentales que garantizan que los alimentos producidos son inocuos, manteniendo a la población libre de las enfermedades transmitidas por los alimentos (ETA).
Actualmente, y según lo ha reconocido la Organización Mundial de la Salud (OMS), el problema de la ETA se ha agravado, y hoy constituye la dificultad sanitaria más extendida en el mundo, siendo causa importante de pérdida de productividad para naciones, empresas, familias e individuos.
Las instituciones internacionales que velan por la provisión de alimentos sanos y por el comercio seguro de los mismos, como la OMS, la FAO, a través del Códex Alimentarius, han recomendado la implementación de los sistemas de aseguramiento de la calidad, sobre todo BPMs, SSOPs y el Sistema de análisis de Riesgos y Control de Puntos Críticos (HACCP). Además el comercio internacional se ha fundamentado en ellos como parámetro sanitario que facilite las exportaciones o importaciones.
Actualmente en el mundo muchos países los han adoptado con carácter obligatorio desde hace décadas, siendo las instituciones gubernamentales del control de alimentos, las encargadas de velar por el cumplimiento de los mismos, como lo hacen la Food and Drug Administration (FDA), el Departamento de Agricultura de los E.E.U.U. (USDA), el Consejo de la Comunidad Europea e instituciones similares en América Latina.
En Chile, el Sistema de BPMs se ha ido adoptando lentamente, en forma inicial por las empresas. Claro que en forma voluntaria.
La mayoría de las empresas dicen tener conciencia de mejorar y garantizar la inocuidad de los alimentos que producen, pero pocas tienen implementados sistemas de calidad y aún menos efectúan evaluaciones, validaciones o auditoria de lo mismos.
1.060 MUERTES AL AÑO POR DEFECTOS CONGÉNITOS
En el año 1985 se adoptó el Código Internacional de Conducta para la Distribución y Utilización de Plaguicidas, uno de los primeros códigos voluntario de conducta destinado a aumentar la seguridad alimentaria y proteger la salud humana y el medio ambiente. Con esto quedaron establecidas normas de conducta de carácter voluntario para todas las entidades públicas y privadas que intervienen en la distribución y uso de plaguicidas o tienen alguna relación. A principios del año 2006 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó una resolución que prohibía el uso de crisolitos, sustancia según la OMS, implicada en miles de muertes en el mundo por cáncer al pulmón.
Por su parte la FAO tiene en estudio una propuesta que realizó la empresa danesa Cheminova que consiste en la eliminación gradual de plaguicidas muy tóxicos en los países en vías de desarrollo, de acuerdo a lo estipulado en el Código Internacional de Conducta para la distribución y uso de pesticidas.
Específicamente este plan consiste en la eliminación gradual de los químicos que son categorizados por la OMS en la clase I, entre los que se cuentan el paratión-metilo y el monocrotofos de aquí al 2010.
Para la químico farmacéutico de la Universidad de Valparaíso, María Fernanda Cavieres “en condiciones normales, una alta proporción de la población en Chile de todas las especies tienen un riesgo considerable de sufrir alteraciones reproductivas o del desarrollo que pueden manifestarse a través de condiciones tan variables como infertilidad, aborto, malformaciones físicas o deficiencias funcionales a nivel neurológico, endocrino o inmune”.
Según Cavieres, en Chile 1.060 personas mueren cada año por defectos congénitos (malformaciones congénitas y anomalías cromosómicas), siendo aproximadamente 650 de ellos, niños menores de 1 año. En tanto que la mayoría de estos casos se concentran en las regiones V, VI y VIII induciendo inmediatamente la aproximación a la causal de los pesticidas.
Muchos de los plaguicidas producen intoxicaciones, a veces mortales en el ser humano. Como existen diferentes clases, algunos producen efectos a largo plazo, pueden llegar a causar enfermedades serias y hasta cáncer. Solo para mencionar uno de los que causa mayores problemas en la salud es el llamado PARAQUAT conocido como Gramoxone, es un plaguicida de alta toxicidad que puede causar intoxicaciones severas y en muchos casos mortales, y la persona puede intoxicarse con solo respirarlo o al tener contacto con la piel. La ingestión es mortal. El paraquat puede causar serios daños en los pulmones, riñones, cerebro, hígado e incluso uno de los problemas más serios es que puede liberarse y penetrar hacia las plantas y aguas contaminando también los suelos.
Existen dos tipos de toxicidad, aguda y crónica, una toxicidad aguda es cuando el efecto es de inmediato, por ejemplo una persona está aplicando el plaguicida por primera vez y se descompone, éste es un efecto de inmediato. La intoxicación crónica se refiere cuando un trabajador ha estado expuesto en forma repetida a los plaguicidas por algún tiempo, puede aparecer con síntomas importantes o malestares que son ocasionados por una intoxicación crónica.
Para la OMS es transversal la protección de la salud tanto desde el ámbito del control de las plagas como de los agentes químicos y contaminantes que provocan daños a tanto a los humanos, animales y el medio ambiente, para lo cual ha establecido el Protocolo de Whopes, que recoge, consolida, evalúa y difunde información sobre la utilización de plaguicidas con fines de salud pública. Sus recomendaciones facilitan el registro de los plaguicidas en los Estados miembros del Código Internacional de Conducta sobre la Distribución y Usos de los pesticidas.
Claudia Pedreros
El Ciudadano