El camino que debería ser una ruta migratoria sin mayores inconvenientes termina convirtiéndose en una travesía de muerte para los pingüinos de Magallanes.
Cada año, cuando termina el período de reproductivo a finales de febrero, estos animales emprenden un viaje hacia las costas de Suramérica desde sus lugares de reproducción, en el norte de la Patagonia, en Argentina. Regresan, aunque no todos, en septiembre u octubre.
Miles de ellos se quedan varados en las costas de los países de América del Sur. El saldo es lamentable: o mueren o quedan heridos o atrapados en derrames de petróleo.
«Llegan en muy malas condiciones, porque no han logrado comer lo suficiente y por eso van a la playa a morir«, le dijo a la BBC Mundo Flavio Quintana, investigador del Centro Nacional Patagónico en Argentina.
Las hembras son las más afectadas. La razón no se sabía hasta que un estudio internacional de científicos argentinos y japoneses, del cual Quintana es uno de los autores, la reveló.
Descubrieron que las hembras migran más al norte que los machos, quienes solo suelen sumergirse a mayores profundidades.
«Las hembras alcanzan aguas del sur de Brasil, mientras que los machos no llegan más allá de Uruguay», detalló.
Para desarrollar el estudio, los investigadores colocaron geolocalizadores del tipo LAT 2500 (de la compañia Lotek Wireless) y siguieron los movimientos de 14 pingüinos de Magallanes, ocho machos y seis hembras, en 2017, reseñó BBC Mundo.
Por su parte, el japonés Takahi Yamamoto, investigador del Instituto de Matemáticas y Estadística de Tokio, explicó que al ir más lejos, las hembras se exponen a mayores amenazas, causadas por la acción humana, en las costas del norte de Argentina, Uruguay y sur de Brasil.
«Estas amenazas incluyen la contaminación del agua por vertidos de petróleo, la reducción de especies de las que se alimentan y las grandes redes de pesca en las que pueden quedar atrapados», agregó.
Estas pérdidas resultan fatales para la especie, pues los pingüinos por naturaleza forman parejas de por vida.
La idea del estudio es que contribuya a «comprender mejor las rutas migratorias de los pingüinos para introducir medidas adecuadas y dinámicas de conservación».
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