Según la ONG Ocean Conservancy, entre los objetos más colectados en mares y playas del mundo el pitillo ocupa el quinto lugar, con cerca de 439 mil unidades, por debajo de las colillas de cigarro, las botellas de plástico, los empaques de comida y las tapas de botellas, que están en los primeros cuatro puestos, respectivamente.
La guerra contra las pajitas, pitillos, popotes, sorbetes, y otros nombres que le dan en distintos países al mismo utensilio plástico para sorber, comenzó hace unos años, pero cada vez las legislaciones son más estrictas en cuanto a la prohibición de su utilización.
Solo en Estados Unidos, se utilizan más de 500 millones al día y, aunque suponen el 4% de la basura plástica, ambientalistas y promotores del ambiente han recalcado la necesidad de eliminarlos. Es un primer paso para disminuir el uso de este material en otros productos.
La cadena de comida Starbucks ya anunció que para 2020 no quedará ni rastro de sus típicas pajitas verdes, que serán sustituidas por una tapa reciclable similar a la que utilizan los bebés para aprender a beber. Mientras, McDonald’s las cambiará por las de papel a partir de septiembre, y ya no será posible encontrar las de plástico en los estantes de algunas de la sgrandes cadenas de supermercados.
Este escenario, propicia alternativas como pitillos de metal que se comercializan en algunos sitios de Internet. Plateados, dorados o en cualquier tono metalizado, este tipo de tubos no solo está presente en redes sociales, sino que están de moda en lugares exclusivos de grandes ciudades del mundo.
Uso médico o terapeútico
Aunque es necesario buscar una alternativa para cubrir las necesidades de las personas con movilidad reducida, que dependen de la flexibilidad del plástico para beber con autonomía, las redes sociales viralizan los vídeos de animales marinos afectados por la ingesta de estos residuos que van a parar al océano y defienden la importancia de sustituirlas por materiales biodegradables.
Se estima que en el año 2050 habrá más plástico que peces en el mar. Por ello, entre las alternativas, las pajitas de metal van ganando adeptos que ya las llevan en el bolsillo o el bolso listas para utilizar en bares y restaurantes.
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