Pese a que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) considera al elefante africano como una especie “vulnerable” por la caza furtiva, el presidente Mokgweetsi Masisi levantó la prohibición de la caza de elefantes en Botswana, una medida que despertó nuevamente la polémica en ambientalistas y ecologistas.
La nación del sur de África eliminó a finales de mayo su prohibición de cazar elefantes por un aumento en los conflictos entre los paquidermos y los humanos durante los cinco años en que se implementó una norma que no permitía desde 2014 la caza de estos animales, que según cifras oficiales, se contabilizan en más de 130 mil en esa región.
La medida contó con el apoyo de los pobladores, quienes argumentan y se quejan sobre los daños causados por los elefantes a los cultivos y la forma en que éstos afectan sus medios de vida.
Un comunicado del Ministerio de Medio Ambiente, publicado en Facebook, señalaba que “los depredadores parecen haber aumentado y estaban causando muchos daños al matar el ganado en gran cantidad”.
Según la misma UICN, que los protege, los elefantes afectan las cosechas, matan ganado, destruyen los suministros de agua, y en ocasiones incluso hieren y matan a personas.
En consecuencia, varios ministros en Botswana recomendaron levantar la prohibición y permitir el enlatado de carne de elefante como alimento para mascotas, a pesar de ser una especie que está en la Lista Roja de la UICN.
Acción-extinción
Conservacionistas han advertido que la especie podría extinguirse si no es protegida, y cifras así lo demuestran: entre 2007 y 2014, los números de elefantes se desplomaron en al menos un 30 %, equivalente a 144.000.
Un artículo realizado por expertos de las universidades de Friburgo y de York, publicado en la revista Nature Communications, indica que en la región africana existen actualmente 350 mil ejemplares y alerta que cada año mueren a manos de cazadores furtivos entre 10.000 y 15.000 ejemplares.
El estudio señala que la cifra de muertes violentas de elefantes se ha reducido considerablemente en los últimos años, pero la especie sigue amenazada.
Sin embargo, para estos especialistas la caza furtiva no representa la principal amenaza de extinción de los elefantes.
La muerte se premia con un trofeo
Del lado de quienes han aprobado la medida se argumenta una supuesta superpoblación de la especie en diversas zonas del país y los beneficios económicos que se pueden conseguir con la explotación de la denominada caza deportiva o de trofeo.
Un artículo de La Vanguardia apunta que “algunos parlamentarios que defienden la legalización de la caza llegaron a afirmar que Botswuana tiene actualmente una población de 230.000 elefantes, pero el African Elephant Status Report mantiene que el censo de principios de este año es de 131.626 animales”.
Sobre este particular, Kitso Mokaila, ministro de Medio Ambiente, Conservación de Recursos Naturales y Turismo de Botsuana, adelantó que en las próximas semanas se darán más detalles de la nueva regulación.
Para entonces, se espera que el funcionario ofrezca más detalles sobre los permisos, que, según él, se asignarán preferentemente a las áreas donde los animales entran en contacto con los agricultores y no en las áreas que se utilizan para safaris fotográficos.
Expertos en gestión de la fauna y organizaciones conservacionistas de todo el planeta, incluyendo Pro Wildlife, manifestan al Gobierno de Botsuana su desacuerdo con la legalización de la caza de trofeo: “ese deporte sangriento, cruel, anticuado, poco ético y que con frecuencia socava la conservación de la naturaleza”.
Los autores del estudio sobre la caza de elefantes presentan una visión del problema que integra dos factores que pueden ser decisivos en este tipo de conflictos: el control internacional de mercados de productos derivados de los animales ―en este caso el marfil― y el desarrollo social y económico en los países de origen, como la región africana.
No obstante, consideran que las leyes pueden ayudar a reducir la caza furtiva de elefantes, pero “es poco probable que tengan éxito si no hay una acción simultánea para reducir el comercio de marfil, combatir la corrupción y abordar el problema de la pobreza”.