Una investigación cubana propone utilizar plásticos, en especial el polietileno de tereftalato (PET), en la fabricación de hormigón como método de saneamiento ambiental, ante la cantidad de ese material que no es reciclado o rehusado.
El ingeniero Joaquín Cuetara, autor del estudio, dijo en declaraciones a Prensa Latina que anualmente cerca de ocho millones de toneladas de plástico acaban en los océanos y se espera que para el año 2050 el peso de estos desechos en los mares supere el de los peces.
Los envases de PET son los menos sostenibles, pues una vez utilizados son desechados en vertederos u océanos, donde perdurarán de 500 a mil años.
Cuetara destaca las medidas tomadas por Cuba para reducir el impacto medioambiental, como la ley que obliga a las personas jurídicas que generan desechos del material en sus procesos productivos o de prestación de servicio entregarlos al reciclaje.
Sobre la adición de hasta 1% de PET en forma de escamas al hormigón, el especialista comentó que se comprobó la resistencia a la compresión y porosidad de este último y no resultó afectada su calidad. Por ello, esta versátil forma de reutilizar los residuos plásticos va ganando adeptos en el mundo, aseguró.
En la investigación, Cuetara utilizó cemento Portland ordinario -correspondiente a la denominación P-350–, áridos de origen natural y fragmentos de PET de entre dos y cuatro centímetros cortados manualmente.
Para el ensayo se aplicaron las normas establecidas mediante testigos y probetas cilíndricas y resultó que no existen diferencias entre los hormigones con adición de PET y los convencionales.
El ingeniero anunció próximas pruebas con mayor cantidad de plástico incorporado al hormigón, investigaciones que significan una solución práctica para evitar el vertimiento en los océanos y mantener la salud de las aguas.
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