Hace 47 millones de años, una hoja ovalada se elevaba del suelo y echaba a andar en la cueva de Messel (Alemania). El tatarabuelo de los actuales insectos hoja, ya se servía de una útil estrategia de supervivencia: adoptar un aspecto similar al de las plantas cercanas para poder ver (presas) sin ser visto (por depredadores).
Sus descendientes pueblan hoy las zonas tropicales del planeta sin modificar apenas el aspecto del ancestro, que acompañan de un contoneo al andar similar al bamboleo de una hoja mecida por el viento. La naturaleza ha conservado el truco del camuflaje porque “resulta especialmente ventajoso en las especies pequeñas, lentas y carentes de armas defensivas.
Mientras algunos muestran una piel o pelaje con el estampado más habitual de su entorno, el dibujo de otros consigue distorsionar visualmente los límites de su cuerpo, para difuminar el contraste con el decorado de su hábitat. Incluso algunos poseen un vestuario variable capaz de adaptarse a, por ejemplo, distintas tonalidades de líquenes y follaje. Los más rápidos en pasar de una apariencia a otra son los cefalópodos, como los pulpos y las sepias, aunque en estos casos, la coloración puede tener también una función comunicativa, que les sirve para cortejar y para indicar estados de ánimo.
PERDIZ NIVAL
SAPO
INSECTO PALO
ARDILLA
ARAÑA
CABALLITOS DE MAR PIGMEOS
POTOO
POLILLA APIMENTADA
POLILLA
GEKO
LEÓN
LEOPARDO
CABALLITO DE MAR
INSECTOS HOJA
JIRAFA
BÚHO
CANGREJO
ORUGA
INSECTO HOJA
INSECTO PALO DE CALIFORNIA
POLILLA
ARAÑA LADRADORA