Esta semana ingresaron más de 60 mil nuevas muestras de semillas, a una de las mayores reservas de especies que existe en el mundo, ubicada en una montaña cerca de Longyearbyen, en el archipiélago noruego de Svalbard, a unos 1.300 kilómetros del Polo Norte.
Esta increíble reserva nació en 2008 gracias a un financiamiento noruego y pretende ser un salvavidas frente a las catástrofes naturales, las guerras, el cambio climático, las enfermedades o el impacto negativo de la mano del hombre, detalló la agencia AFP.
A este habitáculo también denominado «bóveda del juicio final» o «El Arca de Noé vegetal», crece en el corazón del Ártico.
Con las más de 60.000 muestras de semillas, procedentes de unos 35 bancos genéticos regionales e internacionales que entraron el pasado martes, la reserva acumula 1,05 millones de variedades a una temperatura de -18ºC en tres galerías subterráneas que pueden almacenar 4,5 millones.
Los nuevos granos depositados proceden de instituciones de Brasil, Estados Unidos, Alemania, Marruecos, Mali, Israel o Mongolia. Se trata de especies corrientes pero también variedades más raras y menos utilizadas.
Desde el exterior, nada indica la presencia de este reservóreo vital para la humanidad, si no fuera por su entrada monumental que emerge de las entrañas de la tierra, con dos muros altos y grises revestidos con espejos y partes metálicas formando un prisma que se destaca en la oscuridad del invierno polar.
Lograr dos o tres millones de muestras «sería una buena cosa para mejorar la seguridad del futuro alimentario del hombre», explicó Stefan Schmitz, abrigado para resistir los -16ºC de Longyearbyen.
Su utilidad quedó de manifiesto con el conflicto sirio. En 2015 los investigadores pudieron recuperar en Svalbard las semillas desaparecidas en un banco de genes de la ciudad de Alepo.
Más de 5.000 especies vegetales están depositadas actualmente en el archipiélago ártico donde casi nada crece debido a la latitud.
Ironías del destino, esta particular caja fuerte se ha visto también afectada por el cambio climático. En 2016 sufrió una infiltración de agua en el túnel de entrada debido a las altas temperaturas registradas que hicieron que una parte del permafrost, capa del suelo permanentemente congelada en las regiones polares, no lo estuviera.
Desde entonces, Noruega ha invertido 20 millones de euros para aumentar la resistencia de la reserva con la creación de un nuevo túnel de acceso hermético, en un ambiente que con los años será más cálido y más húmedo.
Según los científicos, el Ártico se calienta dos veces más que el resto del planeta.
«A medida que el ritmo del cambio climático y que la pérdida de la biodiversidad aumentan, emerge una nueva urgencia en los esfuerzos para salvar los cultivos amenazados de extinción», declaró Stefan Schmitz, director de la fundación Crop Trust, uno de los socios del proyecto.
Última red de seguridad para los cerca de 1.700 bancos genéticos en el mundo, la reserva de Svalbard pretende preservar plantas susceptibles de alimentar a la creciente población mundial en caso de desarreglo climático.