Este lunes la revista Wired publicó lo que calificaron como “la brutal realidad de la vida dentro de una de las ciudades más contaminadas”, esto en referencia a los episodios que tiene que vivir la «zona de sacrificio» de Quintero y Puchuncaví en la Región de Valparaíso.
«El aire a menudo sabe metálico, en lugar de mar. Incluso la playa se ve más oscura de lo que debería ser: en lugar de conchas, la arena está llena de carbón derramado de los buques de carga entrantes. Algunas aves muertas yacen arrastradas a pocos metros de donde algunas familias comen sus comidas campestres», afirmó el medio estadounidense.
La investigación comienza con un relato de una residente de 2018. En ese momento las intoxicaciones alcanzaron uno de sus puntos más impactantes, lo que ha generado que las autoridades, la Fiscalía y la Justicia tomen acciones en la materia. Aún así, hace un día se publicó un informe sobre los daños genéticos y cáncer en las localidades.
El aire ha generado diversas complicaciones para los ciudadanos de la “zona de sacrificio”. En ese sentido, la revista explicó que “los niños son vulnerables, no pueden hacer cosas normales. A veces no pueden respirar afuera, o no pueden ir a la escuela o hacer ejercicio. Todos los días que vivimos estamos sacrificando a nuestros hijos. El porcentaje de personas que están enfermas de asma, cáncer o tienen necesidades especiales, es el doble del número de una comuna de tamaño similar».
El artículo retrata lo sucedido entre el 21 de septiembre y el 18 de octubre de ese año del 2019, cuando -apuntan- «1.398 personas fueron tratadas por intoxicación por gas en hospitales locales, según el Ministerio de Salud de Chile».
«Es el hogar de algunas de las industrias más grandes y más sucias: plantas de energía de carbón, plantas de cemento, energía térmica, gas natural. De solo una fundición de cobre en 1964, ahora hay alrededor de 20 instalaciones industriales diferentes aquí, construidas como parte de los planes estatales para impulsar la producción», sentencia la crónica del Wired.
Con respecto a las zonas que son vulnerables ante los podereres, afirma que «en parte, las comunidades han sido demasiado débiles para luchar contra el poder económico» y que «las zonas de sacrificio solo le ocurren a comunidades vulnerables. No tienen ninguna capacidad para luchar o huir, solo tienen que quedarse allí».