Es imposible negar la importancia que tiene la región del Amazonas para la humanidad, ya que constituye el bosque tropical más grande de la Tierra y aporta el 6 % del oxígeno y entre el 17 % y el 20 % del agua dulce al planeta
Uno de los principales temas que se abordaron esta semana en las sesiones de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue el del medio ambiente, y específicamente el de los incendios que arrasaron millones de hectáreas en la Amazonía.
En agosto de este año se registraron 30.901 incendios forestales en este territorio, casi el triple de los que se generaron en el mismo período en 2018, como consecuencia de la tala y la deforestación indiscriminada con fines comerciales.
Las imágenes de millones de hectáreas de bosque tropical envueltas en llamas, en países como Brasil, Bolivia y Paraguay, se mezclaron con las impresionantes cifras que revelaban organismos internacionales.
Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE), en la región amazónica correspondiente a este país suramericano los incendios afectaron 2,5 millones de hectáreas solo en agosto.
A esta cantidad, se suman 1,7 millones de hectáreas arrasadas ese mismo mes en la zona de Santa Cruz de la Sierra, de Bolivia y las más de 241.000 hectáreas de vegetación destruidas en el norte de Paraguay, tanto en la región del Pantanal, como en Cerro Chovorec.
Pese a estas cifras, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, negó en los debates de la ONU que la Amazonía esté siendo devastada y reiteró sus quejas por la «exageración» y la «manipulación» en torno a los incendios.
“Es una falacia decir que la Amazonía es un patrimonio de la humanidad o representa los pulmones de la Tierra», insistió el ultraderechista.
La Amazonía sigue ardiendo
Lo cierto es que mientras en la ONU los políticos debaten, la Amazonía sigue ardiendo. En la actualidad se detectan más de 20.000 focos de incendios solo en la región correspondiente a Brasil.
Los últimos datos satelitales del INPE confirman que, con unos 131.600 incendios desde enero, la nación suramericana -que alberga el 60 % de la Amazonía– no había tenido tantos fuegos desde hace siete años.
Entre enero y el 19 de septiembre, pese a una ligera disminución a principios de este mes, Brasil registró un aumento del 56 % respecto al mismo período del año pasado del número de incendios forestales, casi la mitad de los cuales (47 %) afectan a la Amazonía.
No solo arde la Amazonía, ya que el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) denunció una “situación de emergencia en el bioma” del Pantanal (el mayor humedal del planeta, compartido por Brasil con Paraguay y Bolivia), que vive su peor temporada de los últimos siete años, con un aumento del 351% de incendios -90% de ellos criminales- desde enero a la fecha.
¿Cuál es el rol de la Amazonía en la estabilidad del planeta?
Es imposible negar la importancia que tiene la Amazonía para la humanidad, ya que constituye el bosque tropical más grande del planeta, con más de 6,7 millones de kilómetros cuadrados que se extienden por Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Guayana Francesa y Surinam.
Este vasto territorio cuenta con más de 50 millones de años de vida y alberga el 10 % de la biodiversidad global con más de 40.000 especies vegetales y 6.000 animales, entre los que figuran unos 2.500 tipos de peces. Asimismo, aporta el 6 % del oxígeno y entre el 17 y el 20 por ciento de agua dulce al planeta.
Su cuenca fluvial es la más grande del mundo y tiene una superficie de 7 millones de kilómetros cuadrados, e incluye partes de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y un área pequeña de Venezuela.
Además, en sus tierras se encuentra el 10 % de la reserva mundial de carbono; y más de 34 millones de habitantes, incluidas más de 300 comunidades indígenas.
El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Brasil destacó el impacto del ecosistema del Amazonía en el clima global.
“Esta selva controla el ciclo hidrológico, la lluvia sobre la propia Amazonía y el sur de Brasil, y almacena una gran cantidad de carbono. De hecho, los beneficios no se limitan a Brasil. Incluso hay quienes lo consideran el mayor regulador del clima de toda Suramérica e incluso del mundo”, señaló el Ministerio en un informe.
Sin embargo, por la acción del hombre y la emergencia climática a la que ha llevado al planeta, y por las emisiones de gases de efecto invernadero que se duplicaron desde 1980, hoy la Amazonía cuenta con una estación húmeda moderada y una estación seca.
Esto supone un grave peligro, ya que cuando un bosque enfrenta su temporada seca, es poco lo que se necesita para encenderlo y que el fuego arrase miles de hectáreas.
Acuerdo de París en riesgo
Los incendios de la Amazonía harán que los objetivos del Acuerdo de París para enfrentar el cambio climático sean más difíciles de alcanzar.
El objetivo principal del acuerdo suscrito en abril de 2016 es mantener el aumento de la temperatura en este siglo muy por debajo de los 2 °C (grados centígrados), e impulsar los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura incluso más, por debajo de 1,5 grados centígrados sobre los niveles preindustriales.
Sin embargo, en este momento, el planeta va rumbo a tener un aumento de 3°C o más, según la Organización Meteorológica Mundial, lo que significa un gran desafío para los firmantes de París.
Un informe de la Global Forest Watch advirtió que si la pérdida de la cubierta de los árboles tropicales continúa al ritmo actual, será casi imposible mantener el calentamiento por debajo de los 2°C.
«Los incendios en la Amazonía brasileña este año representan un desafío para el objetivo climático que nos hemos fijado dentro del Acuerdo de París», señaló Doug Boucher, asesor científico de la Iniciativa de Bosques Tropicales y Clima de la Unión de Científicos Preocupados.
Por su parte, la vocera del World Resources Institute, Frances Seymour, señaló que con la quema de este territorio “la salud del planeta está en juego”.
“Con cada hectárea perdida, nos acercamos a escenarios aterradores del galopante cambio climático”, dijo, citada por Foro Ambiental.
Los incendios liberan gases nocivos
La cuenca del Amazonas es crucial para ayudar a regular el calentamiento global, ya que los bosques absorben millones de toneladas de emisiones de carbono cada año.
Los incendios emiten dióxido de carbono y la pérdida de bosques conduce a una menor absorción de CO2 de la atmósfera, lo que fomenta aún más el cambio climático.
Asimismo, se estima que la pérdida del follaje de los bosques tropicales representa casi el 10 % de las emisiones mundiales de carbono.
Aunado a la amenaza directa de la quema, los incendios forestales liberan a la atmósfera contaminantes nocivos con partículas y gases tóxicos como el monóxido de carbono, los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos no metanos.
Según las mediciones del Sistema de Monitoreo de la Atmósfera de Copérnico (CAMS) de la Unión Europea, los incendios registrados en la Amazonía durante agosto, liberaron 255 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, así como grandes cantidades de monóxido de carbono.
Estas partículas y gases pueden transportarse a largas distancias, afectando la calidad del aire en regiones lejanas.
De hecho, los fuertes vientos arrojaron humo a la ciudad brasileña de Sao Paulo, ubicada a más de 2.500 kilómetros de distancia de la Amazonía, que combinados con fuertes nubes de tormenta dejaron a esta urbe en la oscuridad el pasado 19 de agosto.
Deforestación, el peligro real
«Incluso si los incendios logran detenerse, la verdadera preocupación es la tala de bosques en la región«, advirtió Doug Boucher, integrante de la Unión de Científicos Preocupados, que agrupa a más de 15.000 investigadores de 184 países.
Explicó que tan pronto como se talan los árboles, comienza a liberarse el dióxido de carbono almacenado en ellos, sin importar si arden en fuego o no.
Si la deforestación tropical fuera un país, ocuparía el tercer lugar en emisiones equivalentes de dióxido de carbono, solo detrás de China y Estados Unidos.
La Amazonía se está convirtiendo en una sabana, y no combatir a fondo la deforestación «será un suicidio», advirtió el científico brasileño Carlos Nobre, uno de los expertos más respetados del mundo.
«Hay indicios de que el proceso de ‘sabanización‘ ya comenzó» en más de la mitad de la selva, dijo Nobre, quien es uno de los investigadores del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad Federal de Sao Paulo.
«¿Se puede revertir? Creo que sí. Pero si continúa la deforestación, si sigue sin control, tenemos un enorme riesgo de perder la Amazonía. Sería un suicidio«, subrayó.
El científico destacó que aunque esta región selvática todavía puede absorber carbono, su capacidad “está disminuyendo”, debido a la tala.
También alertó que la temporada de sequía en la Amazonía es cada vez más larga y ha aumentado en 60 %, debido a que hay una mayor tendencia de mortalidad de los árboles que requieren más humedad.
«Todos estos factores son señales precursoras de un punto de ruptura, por eso es importante alcanzar una deforestación cero. Ya no vale más la pena hablar de deforestación legal o ilegal, tiene que ser cero y hay que restaurar una gran área de selva», aseguró.
Según cifras oficiales, la deforestación de la Amazonía brasileña prácticamente se duplicó entre enero y agosto, pasando de 3.336,7 km2 en ese periodo de 2018 a 6.404,4 km2 este año, el equivalente a 640.000 canchas de fútbol.
Si la sabana se establece en 50 % o 60 % de Brasil, el proceso «es irreversible (…) Es ahora que tenemos que cambiar. No tenemos más tiempo que perder«, alertó Nobre.