Los activistas de Alerta Isla Riesco están contentos por un nuevo triunfo del movimiento ambientalista en la Región de Magallanes. Esto, porque a la empresa Mina Invierno, que opera una megamina de carbón a tajo abierto en la isla Riesco, le fue rechazada la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) para extraer el mineral mediante la labor de tronaduras, cuyo proceso consiste en la fragmentación instantánea que se produce en la roca por efecto de la detonación de explosivos depositados en su interior.
El Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) fue el que expresó la negativa “por carecer de información relevante para ser evaluada”. Sin embargo, uno de los puntos que destaca el movimiento ecologista es que en mayo de 2014, la minera, de propiedad de COPEC y Ultramar, dijo públicamente que usaría tronaduras. Por ello presentó una ‘solicitud de pertinencia’ con el objetivo de obtener luz verde para realizar las explosiones, cuyas detonaciones nunca fueron ingresadas al Sistema de Evaluación Ambiental. Qué significa esto: que el proceso de las tronaduras no pasó por una Resolución de Calificación Ambiental, que es el documento que emana desde el SEA una vez culminado el proceso de evaluación de un Estudio de Impacto Ambiental (EIA), y que entre otras cosas, establece si éste ha sido aprobado, rechazado o aprobado con condiciones. En palabras de Alerta Isla Riesco, esto implicó que “sus impactos no habían sido evaluados en el Estudio de Impacto Ambiental, pues en reiteradas ocasiones la empresa negó ante la autoridad y la ciudadanía que emplearía tronaduras como parte de su proceso extractivo”.
Ante este hecho, el movimiento ecologista inició un intenso trabajo para pedir los impactos socio-ambientales sobre el uso de explosivos a gran escala para que fueran evaluados por la autoridad ambiental. No obstante, el SEA negó la solicitud de pertinencia elevada por los grupos Angelini y Von Appen, dueños de la minera, por lo que el SEA exigió el ingreso del proyecto a evaluación.
Luego, en marzo de este año, la minera ingresó una DIA. Con esto la compañía buscaba soslayar la ejecución de un EIA y además la participación ciudadana. “Ante esto, Alerta Isla Riesco y más de 20 personas naturales (comuneros, científicos y ciudadanía en general) en conjunto con las organizaciones FIMA, Fundación Yendegaia y Chile Sustentable, solicitaron abrir un proceso de participación ciudadana, de manera de estar preparados ante la posibilidad de que el DIA fuera aceptado por la autoridad”, dicen desde Alerta Isla Riesco.
Respecto de la evaluación de la DIA, cuatro organismos públicos se manifestaron a favor: Sernapesca, CONAF, Municipio de Río Verde y la Dirección de Obras Hidráulicas; tres se abstuvieron de evaluar: la Superintendencia de Electricidad y Combustibles, Seremi de Energía y Seremi de Bienes Nacionales; y nueve hicieron observaciones al proyecto, porque no se podía evaluar con los antecedentes presentados por Mina Invierno. Estos fueron: SERNATUR, CONADI, Dirección General de Aguas, SAG, Seremis de Transporte y Telecomunicaciones, Medio Ambiente, Geología y Minería, Salud y Agricultura.
Finalmente, ayer 28 de abril, el SEA de Magallanes rechazó la DIA de la firma de capitales chilenos por “carecer de información relevante para ser evaluada”. Entre otras cosas, indican desde Alerta Isla Riesco, porque los servicios del Estado destacan que: a) el análisis de dispersión y depositación de material particulado (MP) se encuentra subestimado, porque no existe evaluación sinérgica de las otras fuentes de emisión y no presenta un modelo de dispersión, b) para al impacto acústico no se determinó el área de influencia del proyecto y tampoco consideró los efectos sinérgicos de otras fuentes emisoras, debiéndose considerar en su peor escenario, c) el proyecto no acompaña antecedentes del componente fauna, por lo que no es posible analizar y descartar el nivel de afectación sobre especies en distintos grados de conservación, d) el titular no reconoce, y en consecuencia no describe en términos generales la presencia de grupos humanos en el área de influencia del proyecto, e) no existe informe consolidado sobre estudios realizados en la zona en referencia a la arqueología o asentamiento de grupos humanos, siendo una zona de alta concentración de sitios arqueológicos y de confluencia de los pueblos Kawésqar y Tehuelche, y por último, f) el proyecto no contempla la suma de los impactos provocados por la modificación del proyecto con RCA vigente, por nombrar los temas más relevantes observados.
“La ausencia de este tipo de información, que es vital para analizar el uso de tronaduras de parte de Mina Invierno, manifiesta no sólo la falta de seriedad y profundidad con que la empresa analizó los posibles impactos, si no el poco respecto que la misma demuestra por el resguardo del medio ambiente y la comunidad que le rodea”, dijo el movimiento ambientalista en una declaración pública.
No obstante, Alerta Isla Riesco, aclaró que “nos parece preocupante que la misma resolución deje abierta la posibilidad que, una vez subsanada la ausencia de información y precisión de múltiples competentes afectados, Mina Invierno pueda nuevamente entrar al sistema de evaluación ambiental bajo la categoría de Declaración de Impacto Ambiental. A nuestro juicio y de manera de ser categóricos creemos que la autoridad debió haber indicado claramente en su resolución que, el proyecto para usar tronaduras en Isla Riesco debe entrar bajo un Estudio de Impacto Ambiental, ya que como ha quedado en evidencia, requiere de un análisis en profundidad, tanto de parte de la empresa proponente, organismos evaluadores del Estado, como así también para respetar el derecho de una participación ciudadana amplia y con mayores plazos para generar sus aprensiones y observaciones, derechos que no son parte del sistema, si Mina Invierno decidiera nuevamente entrar bajo DIA”.
“Ante estos hechos declaramos nuestra satisfacción ante una decisión que se auguraba obvia y necesaria, sin embargo no entendemos cómo es posible que dado los antecedentes que hoy se tienen, no se exija a Mina Invierno hacer las cosas como corresponde, de modo de SEÑALAR UN CAMINO PLENO DE RIGUROSIDAD, IMPECABILIDAD Y RESPONSABILIDAD EMPRESARIAL, respetando los derechos del resto de la sociedad. Si Mina Invierno insiste en re-ingresar su proyecto sólo declarando sus impactos ambientales, Alerta Isla Riesco seguirá trabajando en la necesidad de a lo menos lograr un Estudio de Impacto Ambiental”, puntualizaron.
EL PROYECTO, EL HUEMUL Y EL CÓNDOR
La mina está ubicada dentro de la Estancia Invierno y en ella explotan desde 2013, a tajo abierto (como en la mina de Chuquicamata), 72 millones de toneladas de carbón sub-bituminoso. Esto, día y noche por 12 años, según informa la empresa en el Estudio de Impacto Ambiental (EIA). El objetivo: “Abastecer de carbón a termoeléctricas existentes o que serán construidas en Chile, o bien ser exportado a mercados internacionales” en barcos cargueros que llegarán a la cuarta isla más extensa del país (500 mil hectáreas), inserta en la comuna de Río Verde.
La iniciativa minera, en la que tendría participación Sebastián Piñera, ha sido severamente cuestionada con argumentos desde variados frentes como el climatológico, hídrico, social y turístico, entre otros, ya que el carbón ha causado más daños generalizados para nuestra salud y el medio ambiente que cualquier otra fuente de energía. Los magallánicos alegan que se trata de un proyecto débil que sólo busca enriquecer a sus dueños y que pondrá en peligro, por la contaminación que generará, a especies como la orca, la ballena jorobada y cuatro especies de delfines: el austral, el chileno, nariz de botella y la tunina overa. Además de aves como el albatros de ceja negra, petrel gigante, gaviotín sudamericano y el pingüino de Magallanes. Pero, también peligra el huemul y el cóndor, ya que es la única isla en que habitan juntas las dos especies.
El huemul fue bautizado así por los mapuche y es una especie autóctona de Argentina y Chile. Su imagen fue incorporada en 1883 al escudo nacional, y en 1993 fue declarado en peligro de extinción. En el ámbito científico, las investigaciones del Centro de Estudios del Cuaternario de Fuego-Patagonia y Antártica (Cequa), establecen que la isla Riesco es “una de las pocas islas en que habita”. Se estima que hay unos 1.500 en Chile.
Los ambientalistas sostienen que la línea de base del proyecto, aparte de ser pobre, no considera al huemul porque los muestreos no detectaron la presencia del animal. Aunque la empresa sabe que existe en la isla, hizo caso omiso de los avistamientos de los lugareños. Además, los expertos aseguran que la selección de la muestra se realizó en zonas de fácil acceso, y lugares poco intervenidos no se consideraron.
El biólogo especialista en vida silvestre magallánica, Alejandro Kusch, señala que hay que realizar un trabajo exhaustivo para detectarlo. “Es muy fácil no verlo. Para buscarlo hay que dedicarle muchas horas de terreno. Lo más probable es que haya huemules en las partes altas con bosque. Pero para la empresa esas zonas representan territorios con impacto indirecto del proyecto, por lo que no hicieron el esfuerzo necesario”.
Por su parte, el ingeniero forestal Luis Otero, integrante del Centro de Estudios Ambientales (Ceam) de la Universidad Austral, aclaró que la empresa estipula en el EIA que no hay huemul en la zona. “Pero resulta que los ganaderos lo han visto varias veces. Incluso se mete dentro de los piños del ganado. Otros lo han cazado y tenían la cornamenta, por lo que hay evidencia. Además, hay mapas especializados que consideran a isla Riesco como área de huemules”.
Kusch expresó que la compañía de Angelini optimizó los recursos tanto en dinero como en horas hombre y que faltó arrojo en la investigación. “Sé que en invierno (de 2010) ellos ubicaron cámaras fotográficas con sensor de movimiento para captar especies y no registraron huemul. Pero eso no significa que no haya”.
El biólogo explicó que el huemul peligra, porque no existirá un corredor biológico, por efecto del trabajo en la minera, que genere continuidad en el tránsito del cérvido. “Hay que generar un estudio específico con mucha gente que busque rastros, huellas. Mientras eso no suceda no se va a saber para dónde se mueve”, agrega.
Respecto del cóndor no hay investigaciones que determinen el número, aunque su situación en Magallanes es tan inquietante como la del huemul. El biólogo y especialista en vida silvestre, Jürgen Rottman, señaló que la población del ave heráldica “es más reducida que la del huemul. No sólo habitan pequeñas superficies inalcanzables para la mayoría de nosotros, sino recorren cada día distancias más largas” para comer. Resulta que en el cerro Palomares, situado a 8 kilómetros de la isla Riesco, a un costado de la ribera oriente del canal Fitz Roy que divide la isla del continente, vive una gran colonia de cóndores que habita cuevas naturales que le sirven de nidos. Esa montaña es el único centro de nidificación ubicado a nivel del mar conocido en Chile. A escasos metros pasa la Ruta Y-50, la vía para llegar a Isla Riesco, y es un hecho que el tránsito vehicular aumentará considerablemente producto de la faena minera, lo que resultará en impactos irreversibles en la población de cóndores, según los expertos.
Kusch estudió por cuatro años las poblaciones de cóndores en el cerro Palomares. Revela que en la Patagonia argentina, científicos determinaron que, por aumento del tránsito vehicular (autos, no camiones), se generó un impacto en la cantidad de cóndores que usaban normalmente un posadero. “Es decir que a mayor tráfico, podemos esperar que cada vez sean menos los que usen el lugar. Esto tiene un carácter crítico, porque estas aves necesitan paredes de roca con cierta orientación al sol y al viento. Estos lugares no se encuentran al azar y los que son óptimos para ellos, generalmente, están ocupados. Esto implica que habrá cóndores que se estresarán y van a buscar otros lugares, por lo que tendrán que desplazarse por más tiempo y gastar más energía para alimentarse”.
El experto puntuaizó que se le solicitó a la empresa valorizar ese impacto y que aplicara un sistema de monitoreo por el tráfico de camiones: “La respuesta fue ambigua, porque decían que un animal que se puede mover muchos kilómetros para consumir alimento no será afectado. El tema no es la distancia que vuela para alimentarse, sino que los lugares que usa para descansar son escasos”.
El Ciudadano
Por M.S.
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