Si hubo alguna duda sobre la postura medioambiental de Trump antes de salir elegido, está claro que ahora no la hay. En su primera semana como presidente, ha echado atrás el progreso logrado por los ambientalistas y los Nativos Norteamericanos, al retomar los planes de instalar los oleoductos Keystone XL y Dakota Access. Además, se han sugerido medidas para quitar protección y fondos a las organizaciones medioambientales.
La administración anterior estaba bajo una presión cada vez mayor con respecto a los dos oleoductos. El primero se proponía ir desde Alberta, en Canadá, hasta Nebraska, EEUU, mientras que el segundo iría desde Dakota del Norte a Illinois. Muchos consideraron que la decisión de construir los oleoductos era contraria al compromisos adquirido por Estados Unidos de reducir su dependencia de los combustibles fósiles y sus emisiones de carbono.
La construcción del oleoducto Dakota Access también recibió fuertes críticas y activas protestas contra la ruta propuesta, que pasaba por territorio Sioux, y apuntaba al riesgo que representa para la pureza del río Missouri, que se encuentra junto a la reserva de esta cultura. Las protestas culminaron con la creación de un campamento permanente con miles de personas que se instalaron en el sitio, incluyendo veteranos del ejército. Finalmente el presidente Obama decidió detener la construcción del oleoducto.
Signing orders to move forward with the construction of the Keystone XL and Dakota Access pipelines in the Oval Office. pic.twitter.com/OErGmbBvYK
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 24, 2017
Pero ahora el presidente Trump revirtió las decisiones respecto de ambos proyectos, firmando un memorando ejecutivo e invitando a la compañía responsable de Keystone XL a «reenviar de inmediato su solicitud al Departamento de Estado para obtener un permiso presidencial». Se espera que el mandatario de el vamos, con la condición de que se construya utilizando acero estadounidense.
Pero parece que hay una creciente resistencia a estos proyectos en EEUU, puesto que las protestas han ido sumando gente en el sitio de un potencial tercer oleoducto en Florida, que iría desde Alabama hasta Central Florida. Las manifestaciones contra el oleoducto Sabal Trail se han expandido después del éxito en Standing Rock. Se proyecta que la construcción vaya por debajo de las aguas del río Suwannee y los opositores argumentan que la construcción no solo amenazará la belleza natural e histórica del lecho del río –presente en la cultura y las expresiones populares–, sino que también afectaría una fuente de agua que sirve a millones de personas.
No son solo los oleoductos los que están en la mira del gobierno de Trump. Al reunirse con los ejecutivos de la industria automotriz, el jefe de Estado firmó una instrucción que terminaría con las evaluaciones medioambientales que retrasan la construcción de nuevas plantas. «Soy un ambientalista, pero esto está fuera de control… Vamos a darles sus permisos, vamos a ser muy amigables», dijo Trump.
Muchos ambientalistas pensaban que Trump iba a moderar su postura una vez que entrara al Despacho Oval, pero ahora parece improbable que así sea. Es claro que la nueva administración seguirá poniendo trabas a los mecanismos de control y protección medioambiental que han operado por años, con el fin de abrir plazas de trabajo en la industria convencional, pero pasando por alto las consecuencias a largo plazo.
Por IFLScience
Versión en español, El Ciudadano