Los tubos de escape de los cohetes podrían convertirse en un importante factor contaminante del planeta, ya que el hollín que se lanza a la atmósfera y a la estratosfera supone un mayor potencial de contaminación que el propio dióxido de carbono. Así lo determinó un estudio reciente realizado por especialistas de la Universidad de Colorado,en Estados Unidos.
Entonces, si se realizaran unos 1.000 vuelos suborbitales por año, tal y como han anunciado los promotores del desarrollo del turismo espacial, las partículas de hollín que los cohetes emitirán a una altitud de 40 kilómetros podrían contaminar las atmósfera durante años.
Además, los científios concluyeron que este factor provocaría mayor calentamiento atmosférico que el propio dióxido de carbono emitido por los mismos cohetes.
Igualmente, hay que tener en cuenta que el sistema climático es especialmente sensible a este tipo de partículas, y la atmósfera entera se ajustaría a su presencia, con un complejo patrón global de cambio, advierten los investigadores.
El informe de la Universidad de Colorado es obviado por las empresas Virgin Galactic y Blue Origin, que lideran la carrera en materia de viajes turísticos al espacio, aseguran que están a solo unos meses de poder ofrecer el servicio a escala masiva, aunque ninguna ha querido aventurar una fecha específica.
Virgin Galactic, fundada por el multimillonario Richard Branson, y Blue Origin, del creador de Amazon, Jeff Bezos, compiten utilizando tecnologías totalmente diferentes, para terminar sus pruebas y convertirse en la primera compañía en ofrecer este servicio.
Momentos de ingravidez
Ni los pasajeros de Virgin ni los de Blue orbitarán la Tierra, y su experiencia con la ingravidez durará solo unos minutos. Se trata de una experiencia muy diferente a la que tuvieron los primeros turistas espaciales, que pagaron decenas de millones de dólares para viajar a la Estación Espacial Internacional (EEI) en la década de los 2000.
Luego de pagar por un boleto mucho menos costoso -250.000 dólares en Virgin y aún no se sabe cuánto en Blue Origin-, estos nuevos turistas espaciales se adentrarán decenas de kilómetros en la atmósfera antes de regresar a la Tierra. A manera de referencia, la EEI está en órbita a unos 400 kilómetros de nuestro planeta.
La meta es atravesar esa línea imaginaria donde comienza el espacio exterior, bien sea la línea Karman, a 100 kilómetros de la superficie terrestre, o la frontera que reconoce la fuerza aérea de Estados Unidos, que está a 80 kilómetros.