Existe una gran cantidad de planetas en el universo, y para la humanidad, el único que ofrece todo lo necesario para la vida es la Tierra, pero nos hemos dedicado a explotar el medioambiente y sus recursos sin ver las terribles e irreversibles consecuencias, mientras la naturaleza se ocupa sabiamente de darnos señales de alerta constantemente.
Estamos destruyendo el planeta, y una de las causas es el calentamiento global, un fenómeno que puede ser estudiado a fondo gracias al pulpo maya, un animal endémico de las costas de Yucatán, México, utilizado por ecofisiólogos para medir la salud de su medioambiente.
En colaboración con expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el doctor Carlos Rosas estudia el manejo de los recursos de las zonas costeras de la península con el “Proyecto Pulpo”.
La investigación se enfoca, básicamente, en la influencia que tienen los factores ambientales en los procesos fisiológicos de los seres vivos, estudiando la respuesta de diversos animales acuáticos —entre ellos, el pulpo maya— ante factores físicos y químicos del medio, como el alimento, el agua, la salinidad, el pH (la acidez del agua), la luz y la temperatura, detalla el portal Newsweek.
En el desarrollo de su trabajo, destacan que al ser el pulpo maya una especie particularmente sensible a los cambios de temperatura, sirve para predecir las consecuencias que traerá consigo el calentamiento global, pues su presencia en el medio natural es indicador de un ecosistema saludable y balanceado.
De acuerdo con las predicciones del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, dentro de aproximadamente 60 años la temperatura promedio del océano aumentará de 3 a 4 grados centígrados, esto sería catastrófico para la vida de muchas especies, entre ellas la del pulpo maya.
Para prever las consecuencias de estos cambios en el medioambiente, el Dr. Rosas y su equipo colocaron pulpos en un tubo lleno de agua acondicionada de tal forma que se creó un gradiente: 11º C en un extremo y 35º C en el otro.
Después, colocaron los pulpos de forma aleatoria en el tubo y esperaron a que ellos solos se movieran hacia la temperatura que preferían.
En sus resultados encontraron que esta especie únicamente puede vivir entre los 22° y 26º C. Su rango de tolerancia es de solo 4º C; muy cerrado si se compara con el rango de 12º C de otras especies de pulpo, como el Octopus insularis. Esto dibuja en el panorama un entorno letal.
Pese a ello, el pulpo se las ha ingeniado para reproducirse cada año y, por supuesto, sobrevivir, buscando el agua fría subterránea que baña la placa continental de Yucatán y regula su temperatura.
Pulpos en peligro por la pesca
Pero la temperatura no es el único problema que enfrenta la especie, pues también debe proteger su vida de la pesca indiscriminada, que es legal y se considera toda una tradición en la zona. De hecho, es una actividad artesanal.
La técnica artesanal “consiste en colocar, en las puntas de la lancha, varas de bambú, cada una con ocho o nueve cordeles de pesca amarrados. En el otro extremo de los cordeles, va el cadáver de una jaiba que tiran al fondo del mar. Colgada de la lancha va la lona que llaman “garetera”, la cual ayuda a controlar los movimientos de la lancha mientras jalan el pulpo hacia la superficie”, explica el pescador Adolfo Cop Novelo.
Otra señal de alerta para los ecologistas y ambientalistas es el valor del pulpo maya en el mercado nacional e internacional, “es altísimo, superior incluso al de los camarones y peces comestibles”.
Según un estudio de 2006, realizado por el Centro de Investigación y Estudios Avanzados, Cinvestav, el producto pesquero de la zona costera de Campeche y Yucatán depende alrededor de 50 %, unos 40 millones de dólares, de la pesca del pulpo, tanto Octopus maya como Octopus vulgaris.
“Cada año, los pescadores extraen entre 20 millones y 40 millones de individuos de la especie Octopus maya”, denuncia el trabajo publicado en la revista NewsWeek .
Calentamieto global amenaza pulpos
Una investigación publicada por la revista científica Nature señala que la corriente fría que baña la placa continental de Yucatán está debilitándose como consecuencia del calentamiento global.
Y las anomalías térmicas suceden cada vez con más frecuencia, durante meses o años, algo que para las poblaciones de animales representa una advertencia de que pueden ser llevados a la extinción. Por ello, tanto el Octopus maya como sus depredadores y otras especies buscan un nicho térmico para sobrevivir.
El proceso se repite cada año y los investigadores muestran su preocupación sobre las amenazas al ecosistema de la placa continental, que sin mirar atrás cambiaría drásticamente y no volvería a ser el mismo.
Los científicos no saben qué tan grave podría ser el cambio, pero reconocen que el calentamiento tiene un efecto dominó: aumenta un grado y baja el oxígeno disuelto, cambia el pH, los radicales libres se acumulan, los organismos que conforman el plancton mueren, los embriones no tienen con qué alimentarse, entonces también mueren.
La serie de eventos sigue hasta terminar en uno de dos escenarios: la casi extinción de una, o varias especies, o un cambio absoluto en la estructura actual de las comunidades.