Dos investigadores del Departamento de Ecología Global de la Carnegie Institution for Science de la Universidad Stanford, en California, realizaron un experimento teórico: ¿cuál es el máximo potencial de los parques eólicos en alta mar? ¿Se podría alimentar a todo el planeta, hipotéticamente?
El resultado fue ‘sí’. Esto no necesariamente significa que de un momento a otro se vaya a cubrir una enorme porción de agua del océano con turbinas giratorias, pero ilustra que todavía hay mucha energía limpia sin explotar, y que una buena parte de ella se encuentra sobre el océano abierto.
En su artículo en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), los investigadores señalan que las velocidades del viento sobre alta mar son alrededor de un 70% mayores que las terrestres, sobre todo porque hay pocos obstáculos para su libertad de flujo. Es por eso que el desarrollo de turbinas eólicas en los océanos abiertos está creciendo a un ritmo acelerado.
En cuanto al Atlántico Norte, los científicos calcularon que la confluencia de fuertes corrientes de viento sin obstrucciones, podría generar cuatro veces más potencia que un parque eólico grande. Estas corrientes son más fuertes en los meses de invierno, cuando la gradiente entre el Ártico frío y las regiones ecuatoriales calientes es más alto.
Sus cálculos también sugieren que en ese lugar el flujo de calor de la superficie del océano, es decir, la radiación que sale del océano cuando se enfría, en esencia es lo suficientemente alta como para contribuir a esta valiosa fuente de energía cinética disponible.
«Si bien aún no existen parques eólicos sobre aguas profundas a escala comercial», explican los autores, «nuestros resultados sugieren que tales tecnologías, si se volvieran factibles técnica y económicamente, podrían llegar a proporcionar energía a una escala de civilización».
De acuerdo con sus modelos matemáticos y computacionales, un parque eólico lo suficientemente grande en una ubicación como esa, podría saciar por completo -y por sí solo- la demanda de energía global actual.
La única dificultad es que el parque eólico tendría que tener alrededor de 3 millones de kilómetros cuadrados. Eso es un poco más que el área de Argentina o un poco menos que la de India. Suena gigante, pero aun así es menos del 3% de toda el área del Océano Atlántico, por lo que no ocuparía demasiado espacio.
Hace poco, otro análisis sugirió que si solo el 4% de la electricidad del mundo proviniera de parques eólicos marinos, el mundo reduciría 12.800 millones de toneladas de emisiones de carbono y ahorraría 275 mil millones de dólares. Un futuro impulsado por el viento se ve ideal.
Por IFLScience
El Ciudadano