Marina Silva, una de las más porfiadas defensoras de la Amazonía, volverá a asumir el Ministerio de Medio Ambiente con Luiz Inácio Lula da Silva, tal como hace veinte años, y ahora tras la devastación dejada por el Gobierno de Jair Bolsonaro.
Marina, como prefiere ser llamada, es desde hace décadas una referencia mundial en materia de ecología y ya fue ministra entre 2003 y 2008, cuando le presentó su renuncia al propio Lula por unas «crecientes resistencias dentro del Gobierno para llevar adelante la agenda ambiental», según una carta que divulgó en la época.
Mientras estuvo en el cargo, Brasil registró históricas caídas en las tasas de deforestación, pero el cortocircuito con Lula llegó con la decisión del Ejecutivo de apostar por las hidroeléctricas en la región amazónica.
«Marina decía que no se podía porque iban a desaparecer unos bagres», llegó a declarar Lula en medio de la polémica que la llevó a renunciar primero al Gobierno y luego a treinta años de militancia en el Partido de los Trabajadores (PT).
Tras una breve estancia en el Partido Verde, por el que fue candidata a la Presidencia en 2010, se afilió al Partido Socialista y cuatro años después fue compañera de fórmula de Eduardo Campos, quien falleció en un accidente en plena campaña electoral.
Silva asumió entonces la candidatura presidencial y, como ocurrió en 2010, quedó en tercer lugar. Esa fuerza política la convenció para fundar la Red Sustentabilidad, su propio partido, por el que volvió a postular a la Presidencia en 2018.
La victoria de la ultraderecha encarnada por Jair Bolsonaro y el abandono de la agenda medioambiental la volvieron a aproximar a Lula, a quien finalmente se unió en la campaña para los comicios de octubre pasado.
Esa reconciliación, según dijo en una entrevista con EFE durante la campaña, «fue un acto de legítima defensa» por «la democracia, la protección del medioambiente, de la Amazonía, de los pueblos indígenas y los derechos humanos».
También ayudó el hecho de que, según Silva, Lula «cambió» y se ha comprometido a convertir en «asunto de Estado» el cuidado del medioambiente y la promoción de una economía más sustentable.
Marina, a sus 64 años, tendrá la segunda oportunidad de convertir en políticas públicas la que es «la razón de su vida», según ella misma dice.
El inicio de Marina
De apariencia frágil, 1,65 metros de altura y escasos 53 kilos, nació en Breu Velho, una aldea del interior del estado amazónico de Acre, donde sobrevivió gracias al caucho, la caza y la pesca al igual que sus once hermanos, tres de los cuales murieron siendo niños.
En su infancia sufrió una contaminación sanguínea debido al mercurio usado por mineros ilegales en los ríos amazónicos. También tuvo malaria y hepatitis.
Se alfabetizó a los 16 años y entró en la política de la mano de Chico Mendes, una de las primeras voces contra la destrucción de la Amazonía brasileña, quien fue asesinado el 22 de diciembre de 1988 en una emboscada organizada por latifundistas y madereros.
Como heredera de Mendes, ha sido concejal, diputada y senadora, y ha obtenido numerosos reconocimientos internacionales por su lucha en defensa de una Amazonía que hoy, después de cuatro años de Gobierno de Bolsonaro, sostiene que «está en riesgo» y debe ser «socorrida de inmediato».
Fuente EFEverde
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