A lo largo de ocho meses, cerca de diez activistas de EligeVeganismo se desplazaron entre la quinta y la décima región de Chile para registrar lo que sucede en el interior de las faenadoras de animales. Los mataderos trabajan con hermetismo y deben ser, con seguridad, uno de los sitios de más difícil acceso con que nos hemos encontrado en ya dos años de investigaciones.
Vacas orinándose de miedo en el corredor de la instalación que las transportará hasta el cajón de noqueo, rehusándose enérgicamente a ingresar hasta que, a punta de golpes, no tiene más opción que caminar; cerdos atemorizados observando la electrocución, montándose unos sobre otro para intentar escapar. Ninguno de ellos lo logrará: entran nueve o diez y el más hábil se convierte en el último de aquella sección.
Las historias de los trabajadores al respecto son numerosas. Los casos de cerdos y vacas que buscan escapar del matadero no son pocos, y en ese afán de librarse de la muerte nunca han tenido éxito: algunas historias hablan de animales laceados, quemados con agua hirviendo o fuego directo a campo abierto, matados con disparos en sus cuerpos o cercenados aún conscientes.
La mirada de los animales habla por sí misma y para comprenderla no es necesario ser un gran conocedor de su comportamiento ni tener una sensibilidad particular hacia ellos. Cualquier ser humano, por más que se niegue a reconocerlo, podría notar el miedo en sus ojos y el terror que les invade cuando presencian el degolle de quiénes le antecedieron en el proceso.
En los meses de trabajo pudimos observar como incluso, luego de una miserable vida en los criaderos de engorde, el padecimiento de los animales se extiende más allá de los límites. Ni el noqueo – que como puede apreciarse en el video se realiza hasta seis veces cuando el matarife falla en su cometido -, ni la electrocución impiden que los animales lleguen conscientes al degolle o el corte de extremidades. La mayoría de los cerdos solo se encuentra inmovilizado para el desangramiento, y este proceso durará apenas segundos hasta que se ven sumergidos aún vivos en agua hirviendo, ya que el objetivo del trabajador es siempre terminar la faena del número correspondientes de animales lo más rápido posible.
Hemos titulado a esta investigación “Mataderos: el último eslabón del holocausto animal”, porque se trata del último gran padecimiento de los millones de animales muertos a diario, en silencio y tras una vida colmada de privaciones en la industria alimenticia. Acostumbrados a verlos trozados y envasados en carnicerías y supermercados, este minidocumental es de obligado conocimiento para hacernos responsables de todo el proceso y comprender como es que se viven los momentos finales en la vida de vacas y cerdos.
A partir de este último eslabón es que cada uno de nosotros puede construir un nuevo comienzo. Muchos observan las investigaciones preguntándose como parar esto, la mayoría busca responderse a sí mismos argumentando falta de fiscalización y matanzas humanitarias. Lo cierto es que mientras sigamos viendo a los animales como objetos y subestimando sus intereses, sus vidas y sus ansias de autodeterminación, no habrá punto final a la esclavitud ni a sus episodios consecutivos de dolor.