Los pacientes con coronavirus que vivían en áreas que tenían altos niveles de contaminación del aire antes de la pandemia, cuentan ahora con más probabilidades de morir por la infección que los pacientes residentes en las áreas con una atmósfera más limpia.
Así lo indica un estudio de la Universidad de Harvard, en el que, por primera vez, se apunta una asociación directa entre la polución del aire y la incidencia de esta enfermedad.
El análisis toma como referencia las muertes, hospitalizaciones y tests en 3.080 condados de los Estados Unidos.
El trabajo comparó los datos de la contaminación por las peligrosas y diminutas partículas PM2, 5 medidas en estos condados entre los años 2000 y 2016 y el impacto de la epidemia.
Y, a través de complejos modelos matemáticos, llega a conclusiones reveladoras, destacó una nota de National Geographic.
Señaló que, por ejemplo, una persona que viva durante décadas en un condado con altos niveles de partículas finas tiene más probabilidades de morir por el coronavirus que quien resida en una zona con una unidad menor de contaminación por partículas finas.
“Descubrimos que un aumento de sólo 1 μg / m3 en PM2.5 (partículas) está asociado con un aumento del 15% en la tasa de mortalidad de Covid-19”, concluye el equipo.
Los investigadores parten de la presunción de que el aumento de las enfermedades cardiovasculares y otras relacionadas con la contaminación entre el 2000 y el 2016 ha hecho que aumentara la población que ha llegado más frágil al embate del coronavirus.
El resultado es que con esa situación de partida las personas sufren ahora un mayor riesgo de morir. Si no se hubieran dado estos niveles de polución históricos, la mortalidad se hubiera reducido en un 10% por cada microgramo por metro cúbico de partículas de PM2.5 de menos.
El estudio recuerda que un informe de la Organización Mundial de la Salud informó que uno de cada siete pacientes desarrolla dificultad para respirar y otras complicaciones graves.
Estos pacientes suelen sufrir insuficiencia respiratoria y fallos de otros sistemas vitales.
La Covid-19 puede causar neumonía viral con manifestaciones extrapulmonares adicionales y complicaciones, incluido el síndrome de dificultad respiratoria aguda, que tiene una tasa de mortalidad que varía del 27% al 45%. El estudio recuerda que uno de cada siete pacientes de la Covid-19 desarrolla dificultades para respirar.
La contaminación del aire es un factor de riesgo para la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y totales, y se cree que es responsable de 5,5 millones de muertes prematuras en todo el mundo al año.
El documento está lleno de datos comparativos entre condados. Si Manhattan hubiera reducido su nivel promedio de partículas en una sola unidad, o un microgramo por metro cúbico, los últimos 20 años, probablemente habría registrado 248 menos muertes de la Covid-19 en este momento del brote.
“Los resultados sugieren que la exposición a largo plazo a la contaminación del aire aumenta la vulnerabilidad a experimentar los resultados más graves de la Covid-19”, concluye el estudio que ha dirigido Francesca Dominici, profesora de Bioestadística en Harvard.
Dijo que establecer una asociación directa entre las zonas con más contaminación y las que registran más mortalidad es un ejercicio propio de lo que se llama “asociación ecológica”.
Jordi Sunyer, jefe del programa de infancia y medio ambiente e investigador del Institut de Salut Global, afirmó que el estudio es interesante, pero matizó que tiene sus limitaciones
“Este estudio aporta hallazgos preliminares que aún deben ser corroborados. Son hallazgos difíciles de comprobar porque aún se debe incorporar la dinámica de la epidemia. Podría resultar que la velocidad con que avanza la epidemia sea diferente en cada condado. Habrá que esperar unas semanas para tener datos más fiables”, declaro.
“Aunque la epidemiología de la Covid-19 está evolucionando, hemos determinado que existe una gran superposición entre las causas de muerte de los pacientes con Covid-19 y las enfermedades que se ven afectadas por la exposición a largo plazo a partículas finas (PM2.5)”, señaló el estudio en ese punto.
La mayoría de las partículas ultrafinas (con un diámetro de hasta 2,5 micras) provienen de la combustión de los combustibles, como automóviles, refinerías y plantas de energía, así como de algunas fuentes interiores como el humo del tabaco.
Según los expertos, respirar estos contaminantes microscópicos inflama y daña el revestimiento de los pulmones y, con el tiempo, va debilitando la capacidad del cuerpo para defenderse de las infecciones respiratorias.