El aborto es una decisión difícil, compleja y que riñe con el universo más íntimo de la mujer y su decisión de abrazar o no la maternidad. Lamentablemente, en nuestro país esa decisión ha sido cercenada de los derechos personales e inalienables con los que cuentan las mujeres y peor aún, es que los códigos morales heredados de la iglesia católica han traspasado espacios en donde debiese operar una mirada laica y abierta.
No es novedad que el conservadurismo de muchos medios de comunicación ha ayudado a la eternización de prácticas que atentan contra los derechos de nosotras y nosotros ciudadanos en hacer uso de nuestras libertades: desde la criminalización del derecho a huelga, el derecho a organizarnos y manifestarnos frente a las iniquidades que cometen nuestras autoridades hasta el derecho de las mujeres de nuestro país a decidir sobre su cuerpo.
Y ayer no fue la excepción para que se expresara nuevamente la fusta que castiga y atenta contra nuestros derechos. En esta ocasión el diario La Estrella del Loa, de propiedad de la Sociedad Periodística El Norte S.A., que es filial de El Mercurio S.A.P., llevó en su portada un ofensivo titular que señala lo siguiente: “Mamá del año: Joven loína abortó con 27 semanas de embarazo”.
Lo cierto es que no hay que ser muy inquisitivo para darse cuenta lo tendencioso del medio al momento de presentar los hechos, calificando como la Mamá del año, en un tono sentencioso y burlesco, a la joven que tomó tan difícil decisión. Decidir una portada no es una cuestión fácil, más todavía si se considera la gran responsabilidad que significa informar a la comunidad de la que se es parte sin caer en fundamentalismos ni manuales de conducta.
Pero esto no termina aquí. El desarrollo de este texto -el cual es firmado por la redacción del diario-, continúa con este instructivo de lo que es bueno o malo, sosteniendo en su primer párrafo lo siguiente:
“Ser madre es una verdadera bendición para las mujeres, independiente que para algunas féminas esto no lo es, debido a la traumática circunstancia en que se haya procreado el ser que llevan en su vientre”.
Ya de principio es posible descubrir la intención comunicativa que se esconde tras la adjetivación “bendición”, instalando el imaginario de que la mujer siempre, en cualquier caso, debe aceptar y llevar consigo y a fuerza el hecho de estar embarazada. La posibilidad de disentir, de pensar distinto, de no querer concretar su maternidad por diversas razones, queda completamente desestimada y relegada al lugar de las míseras, de las malas mujeres, de las anti natura.
Y el texto sigue:
“Pero, esto no justifica en nada el hecho de quitarle la vida a un pequeño que no tiene la culpa de que el mundo que lo rodeó no fuera el mejor para que naciera”.
El o los redactores de esta noticia, a todas luces caen en una serie de hechos que agreden el verdadero propósito que tiene un medio de comunicación, partiendo por la criminalización de la joven que tomó la determinación de abortar. Las voces más acaloradas al momento de evitar la discusión y la legislación sobre el tema del aborto siempre parten sus peroratas desde un punto discursivo en el que banalizan este tema, como si tomar esta dura decisión fuera como cepillarse los dientes o resolver con qué ropa salgo de casa. Decidir interrumpir un embarazo es una decisión compleja, sesuda, que involucra muchas variables y que son coronadas por el principio inalienable de las mujeres por ejercer el derecho sobre su cuerpo, sobre su vida y por lo mismo, este diario que es delta de uno de los medios más conservadores y falaces, nuevamente se encarga de dictar cátedra sobre el cómo debemos sentir o comportarnos.
En enero de este año, la presidenta Bachelet firmó un proyecto de ley de despenalización del aborto y en agosto, la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados aprobó la idea de legislar sobre esta materia, hechos que responden a una necesidad evidente de la ciudadanía en normar y sintonizar con estos tiempos el entramado legal acerca de este delicado tema. Entonces, resulta tan obtusa la idea de que en diarios con gran cobertura circulen notas con este tenor moralizante, enjuiciador y sobre todo, disociado de lo que realmente viven quienes deciden interrumpir su embarazo y las razones que lo determinaron.
Decidí desarrollar esta nota en formato columna casi como un gesto político, entendiendo que la editorialidad es un derecho que tiene cualquier medio y que la promoción de cualquier ideario ético es una decisión justa. Sin embargo, una nota que debiese tener un tono fundado en los hechos y no en los juicios, se convierte lamentablemente en una especie de secreta plaza pública en donde se toma a una joven -de seguro muy atormentada y complicada al haber tomado la decisión de abortar- y se la apedrea sin miramientos y con el desdén que siempre viene con las miradas estrechas del conservadurismo y de la tribuna mal utilizada.