Como «inaceptable” calificó el Senador Alejandro Navarro “el claro intento de censura», implícito en la revisión propuesta por el Consejo Nacional de Televisión al Programa El Club de la Comedia, específicamente al espacio en donde los actores realizan rutinas humorísticas de personajes de la Biblia.
Dicha medida adoptada por el organismo, encabezado por Herman Chadwick, a juicio del legislador del MAS atentaría “contra la libertad de expresión”, ya que ésta, indicó, “protege a todos los ciudadanos, incluso a los humoristas. Y sólo en países fundamentalistas se podría revisar una rutina de humor».
Navarro señaló que «teniendo un profundo respeto por el Cristianismo, es mi deber como senador alertar que las rutinas de humor no deben ser revisadas por el CNTV, salvo que este interprete de manera antidemocrática su propia Ley. El humor no es política, y la doctrina de los derechos humanos implica interpretar lo más ampliamente la libertad de expresión.
En el Club de Comedia no hay intención de injuriar a nadie, ni violaciones a la moral ni a las buenas costumbres. Sólo hay animus jocandi, ánimo de hacer reír, como dicen los abogados. Tampoco vemos en las rutinas cuestionadas un discurso de odio o una denigración de una religión determinada o de sus fieles. Además las rutinas se emiten en horario de adultos, por lo que los espectadores tienen criterio formado. Cualquier presión al Club de la Comedia sólo puede ser calificada como un intento de censura»
El parlamentario señaló que «las rutinas de humor han causado una gran cantidad de sentencias judiciales en todo el mundo, y ya es un consenso que los espacios sobre figuras religiosas no constituyen delitos ni ilicitud alguna. En Chile existe un Estado laico, donde el Estado colabora con las confesiones religiosas, pero no las convierte en objetos de culto ni les da protecciones especiales por sí mismas».
Navarro finalizó señalando que «la Directora de la Junji instaló una estatua de la Virgen en su repartición de gobierno, lo que riñe contra la Ley de Culto, y la separación Iglesia-Estado que data de 1925, pero ninguna autoridad le ha rebatido su decisión. Yo quiero ver autoridades imparciales, que no se olviden que la religión es parte de su espacio privado, y que no forma parte de sus facultades el imponer una religión, una creencia religiosa o defenderlas inapropiadamente».
Por Carolina Aedo
El Ciudadano