La recién creada Red de Medios de los Pueblos de Chile busca fortalecer y coordinar periódicos, portales de Internet, radios y canales de televisión que dan voz a los excluidos por los grandes medios.
«La Red nace como un intento de hacer masivas las demandas históricas de los pueblos de Chile» saltando «el cerco informativo interpuesto por el duopolio de la prensa», comentó a IPS Bruno Sommer, coordinador de la entidad y director del periódico El Ciudadano.
«Pensamos elevar las voces de la organización social chilena a la discusión pública trabajando en unidad informativa y popular», explicó este joven periodista chileno. El duopolio al que se refiere son los consorcios periodísticos El Mercurio SAP, dueño de 22 diarios, y Copesa, propietario de tres periódicos, una revista y tres radios, que en conjunto se llevan gran parte de la torta publicitaria del Estado. La Red se constituyó con más de 50 medios en un encuentro a principios de mayo en el puerto de Valparaíso, 120 kilómetros al oeste de la capital chilena.
«Creemos en la comunicación como herramienta política para la conquista de derechos restringidos por la Constitución actual, creemos en la fuerza de un movimiento amplio y transformador que, haciendo uso de las nuevas y clásicas tecnologías para la comunicación social, se hace valer como un tercer sector, una fuerza distinta al modelo dominante de privados-gobierno», dice la declaración fundacional.
Además de El Ciudadano, se destacan las agencias de noticias mapuches Azkintuwe y Mapuexpress y los diarios El Polémico y La Alternativa. Entre las radios figuran Placeres, El Encuentro, Konciencias, Nueva Mirador y Tierra. Y hay señales de televisión comunitarias como Canal 6, Umbrales y NDTV.
La diversidad es la tónica. Hay medios comunitarios, donde la protagonista es la población local, y otros de alcance regional o nacional, con profesionales a cargo. Algunos apelan a la autogestión, mientras otros operan con aportes estatales, extranjeros o con publicidad, aunque todos se juegan la subsistencia diariamente.
Las fuentes son mayoritariamente locales y diversas en ocupación, género y edad, y es posible encontrar formatos desaparecidos en los grandes medios, como los radioteatros y los reportajes radiales. En estos medios, además, se informa sobre los procesos políticos y sociales que viven otros países de América Latina, campo prácticamente inexistente en las pautas de los grandes medios.
El Ciudadano es uno de los proyectos independientes más exitosos del último tiempo. Nació en marzo de 2005 en la sureña comuna de La Unión con una tirada de 800 ejemplares quincenales y 12 páginas. Hoy imprime 15.000 periódicos mensuales en todo el país y publica diariamente informaciones en su sitio web http://www.elciudadano.cl.
«Hay un mundo de comunicación popular que no tiene mayor visibilización en Chile», comentó a IPS Juan Enrique Ortega, de la organización no gubernamental Educación y Comunicaciones (ECO), que entrega apoyo técnico y logístico a estos medios independientes que comenzaron a reunirse en 2007.
Apenas este año, en la cuarta reunión nacional, lograron superar sus discrepancias y recelos, principalmente de carácter político, afirmó Ortega. «Los problemas pasaban por la definición de lo popular, quién era más popular que el otro, como lo que sucede con la izquierda» chilena, explicó este periodista con una maestría en comunicaciones de la Universidad de Chile.
Entre los ejes de trabajo de la Red figuran el fortalecimiento de la gestión de cada medio, la búsqueda de alternativas de financiamiento y capacitación y la definición de estrategias de defensa legal ante problemas comunes. También se acordó definir pautas informativas y compartir noticias. Con miras a democratizar las comunicaciones, seguirán presionando al gobierno para que distribuya equitativamente los avisos publicitarios estatales y harán cabildeo para mejorar iniciativas legales en discusión, como la de radios comunitarias y la de televisión digital. Además del financiamiento, otro de los problemas de los medios comunitarios, especialmente de las radios y televisoras, es que muchas veces deben quebrantar la restrictiva normativa para operar.
Las televisoras «no tienen ningún reconocimiento legal, pues la ley vigente no contempla este tipo de medios, con una banda de canales colapsada y un Consejo Nacional de Televisión que sólo otorga concesiones a los que ofrezcan mejores condiciones técnicas», explica la Red en su declaración.
«En Chile te dicen ‘hay posibilidades de que tú puedas tener un medio’. Y claro, hay posibilidades, pero a un nivel (económico) que la comunidad no puede acceder», observó Ortega.
A su juicio, «el gran paraguas de articulación de estos medios es el rechazo al modelo neoliberal de desarrollo», con temas recurrentes como las reformas políticas, la participación ciudadana, la defensa de los pueblos indígenas y de los recursos naturales, y la protección de los derechos de los trabajadores, profesores, estudiantes, mujeres, niños y niñas, inmigrantes y minorías sexuales.
«La irrupción de nuevas tecnologías para la comunicación social nos abre un campo a los medios populares, algo que (el académico e intelectual argentino Alejandro) Piscitelli describe como ‘emancipación narrativa’. La posibilidad de que podamos contar nuestra propia historia y visión de los hechos», comentó Sommer.
«En un escenario de globalización, en el que el avance de los capitales trasnacionales vulnera derechos humanos y territoriales, un grupo importante de comunicadores sociales hemos decidido recobrar la ética del periodismo, poniéndolo al servicio de intereses colectivos por sobre los privados», arguyó el director de El Ciudadano.
Ortega considera que los medios comunitarios «están rápidamente profesionalizándose» gracias a la gran cantidad de jóvenes estudiantes participando en ellos.
Desde su perspectiva, el aporte de estos medios es «mostrar las voces de un Chile no presente, diversificar la opinión pública que está demasiado homogeneizada por un discurso comunicacional imperante, y plantear el derecho a la comunicación de todas las personas».
Por Daniela Estrada