Puedes crear tu propio y favorito collage televisivo, puedes cambiar desde la novela a las noticias, de un buen documental a una película de acción o drama y de un aburrido karaoke a un rutinario mensaje publicitario.
El zapping es hijo de la televisión, hijo directo de los muchos canales. Cómodo aliado de las transmisiones satélites. Indispensable es en este caso el famoso control remoto. ¡ZAP! Escenas de alto contenido emocional. No cambies de canal. Sube el rating. ¡ZAP!
Esta genial y aparente opción de satisfacer cada una de las preferencias acaba con todo el mundo eligiendo nada, así como lo leen: nada. Solo es un espectáculo de colores y sonidos que carece de sentido y muchas veces de emoción.
Una impaciencia sin profundidad, una riqueza tradicional y sutileza de la naturaleza, arte, religiones se desvanecen, se desvanece la realidad ante los ojos.
El teórico importante para la comunicación, Marshall McLuhan, bien lo dijo: “Los medios se han erigido a sí mismos en sustitutos del mundo previo. Incluso si queremos recuperar el pasado, sólo podemos hacerlo mediante un estudio intensivo de las formas en que los medios la han tragado”.
Por Francisca Arriagada
El Ciudadano