El Pastor Javier Soto, conocido por ir de un lado a otro desperdigando un fanatismo religioso que busca pantalla y chimuchina, anoche fue invitado al programa Vigilantes de La Red y realizó una nueva performance de las que ya nos tiene acostumbrados. Pasando por encima de cualquier protocolo de buena crianza una vez más se las ingenió para robar cámara y gritar sus advertencias a los cuatro vientos.
Nicolás Copano al momento de despedirlo dedicó unas palabras a la audiencia que pusieron en su lugar al farandulero emisario de Dios quien, como sabemos, ha atentado contra la libertad de expresión y ha atacado innumerables veces a todos los (a su juicio) «pecadores» e infieles. {destacado-1} Pero como no podía ser todo tan sencillo Soto se puso detrás de Copano e interrumpió al conductor quien, precisamente, nos hablaba de que la libertad de expresión es algo muy distinto a lo que entiende Soto cada vez que atenta contra el derecho de los demás tan solo con la idea de meter a la fuerza sus puntos de vista.
A veces la gente confunde lo que son las libertades. Las estira o las reduce a su más mínima expresión. Pues más allá de cualquier soltura con que podamos ver el mundo hay que comprender que, independiente del lado en que uno esté, hay ciertos márgenes que no se pueden transgredir. La libertad de expresión, e incluso la libertad de culto, a veces juegan malas pasadas cuando se las entiende como libertinaje. En el caso de Soto está más que claro que lo suyo no pasa por un tema religioso o moral, sino que pasa por una guerrilla personal contra todo lo que le parece alejado de la palabra divina. Porque podemos tener diferencias radicales con alguien que profesa una creencia distinta, pero intentar hacer prevalecer la visión propia por sobre la visión del resto es una dinámica que se emparenta más con ciertas formas de terrorismo como muy bien señala Copano (palabra que en los medios solo se usa para designar conductas de izquierda o de ateos), porque cuando alguien se pone frente a una cámara y enjuicia, ofende, grita y pronostica males mundiales genera, en alguna parte, miedo. Y me quiero detener en este punto porque hay que dejar en claro que así como los atentados terroristas -por ejemplo el del Subcentro de Escuela Militar- son tanto más terroristas si es que son mediatizados y visibilizados por la prensa, entonces los pequeños atentados al orden público del pastor Soto son también un acto de tibio terrorismo. No de ese que explota y que deja cicatrices, pero sí de aquel que va horadando de a poco las cabezas de quienes ven en figuras como las de un pastor o un cura a alguien que no sólo tiene un «poder» de reflexión distinto, sino que además tiene o supone tener, una vinculación con las enseñanzas que, para una gran parte de la población, vienen desde el mismísimo Dios. Es eso lo que me parece más detestable y más enjuiciable del Pastor, pues si cualquier persona se da a la tarea de ir a molestar a quién se le ocurra en general me da lo mismo, pienso en el tipo del cartel que perseguía a Tombolini, por ejemplo. Pero la diferencia es que cuando alguien levanta una biblia no está solamente levantando un libro de cabecera sino que está levantando un libro de fe; y cuando habla en nombre de jesucristo está hablando en nombre de quien para muchas personas es la verdad y la vida. Ya que no nestamos para discursos decimonónicos que nos vengan a decir, en el 2014, por ejemplo, que la homosexualidad es una enfermedad, eso es condenable por donde se le mire.
Estamos muy claros que personajes mediáticos como Javier Soto son parte de una farándula nacional que tiene más de locura y necesidad de protagonismo que de religión o moral. Sabemos que Dios tendría mejores interlocutores que él si es que quisiera esparcir su palabra. Somos completamente inteligentes como para entender que un tipo que desparrama ignorancia y prejuicios por televisión y redes sociales no es más que un tipo que pide a gritos una temporada como residente del hospital psiquiátrico. Sin embargo es bueno resaltar que no podemos permitir que gente como él vayan de un lado a otro jugando con la vida de los demás, menos aún que acepte formar parte de programas como Vigilantes que es de los pocos programas que en nuestra televisión marcan tendencia en redes sociales y ponen en discusión temas sin tener necesidad de ponernos basura o tetas frente a los ojos (de hecho anoche el pastor fue tema caliente en twitter). Quizá el Pastor está más para un reality del Mega donde lo encerraran con el Cura Hasbún en una gruta hasta que uno de los dos se atragante con sus prejuicios fachistas y al fin levite. La gracia está en que no nos quedemos con la mirada perdida ante gente que siembra temor en lugar de amor y que dispara con juicios y prejuicios que tanto han costado eliminar de nuestra sociedad y que se ampara bajo ese paraguas enorme que es la religión para salir siempre libre de polvo y paja cuando en realidad lo que hay que hacer es ponerle la cara como se la puso anoche el conductor de La Red para decirle que «Ni siquiera pensamos como él. El pastor Soto tampoco representa, como se ha planteado, a las iglesias evangélicas», es decir, no representa a nadie.
fuente del Video: Vigilantes